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11 feb. 2019 17:10H
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MADRID, 11 (EUROPA PRESS)

El suicidio entre los jóvenes suele ser tan espontáneo y poco planificado que se puede prevenir si no se encuentran en un lugar potencialmente peligroso al aire libre. Conseguir que el entorno construido sea el óptimo puede ser, por tanto, un factor "muy importante" para evitar estas tragedias, segúna Charlotta Thodelius, investigadora de la Universidad de Tecnología de Chalmers (Suecia).

Al combinar la sociología y la criminología con la arquitectura en su tesis doctoral, Thodelius se ha centrado en las lesiones entre jóvenes de hasta 19 años, y cómo el entorno y el diseño arquitectónico influye. Su trabajo se ha dividido en tres partes: accidentes en el entorno familiar, el riesgo de violencia en la escuela y la importancia de la ubicación en situaciones suicidas.

"Las personas más jóvenes cometen un tipo diferente de suicidio de los adultos. Son espontáneos y actúan de manera muy impulsiva. Es posible que no quieran morir, solo quieren que algo se detenga. Puede ser algo que haya estado ocurriendo durante un tiempo, pero también puede ser algo que, como adultos, podríamos encontrar bastante trivial, como romper con un novio, pelearse con los padres o suspender un examen", señala Thodelius.

La investigadora cree que, en primer lugar, lo importante es entender estos impulsos suicidas entre los jóvenes, como su manera de lidiar con una situación difícil. En este caso, el factor decisivo podría ser simplemente si tienen fácil acceso a un lugar potencialmente mortal o no. "Buscan lugares desolados, pero de fácil acceso, que conocen bien y están cerca de donde pasan la mayor parte del tiempo", detalla.

En base a sus hallazgos, Thodelius asegura que, si hay obstáculos para quitarse la vida en estos lugares, existe una "gran posibilidad de que no tengan un plan B y abandonen el intento". "Después de que pase la etapa aguda de la crisis, es posible que no vuelvan a intentar suicidarse. Investigaciones anteriores ya han demostrado que cuando se configuran obstáculos en los 'puntos calientes', el número total de suicidios disminuye y no hay un aumento en otros lugares", añade.

Por lo tanto, considera que existen "buenas razones" para modificar el entorno construido alrededor de puntos de acceso conocidos y tratar de evitar crear nuevos en el desarrollo de la ciudad. "Esto requiere la participación de ingenieros, urbanistas y arquitectos. Deben hablar entre ellos y analizar detenidamente cada punto de acceso para poder tomar medidas efectivas. Las barreras de vidrio en plataformas de trenes que se han instalado en ciertas vías de tren, por ejemplo, no funcionan", argumenta.

Además, apunta que es "importante" que las medidas preventivas no perturben la función original y cotidiana de un lugar o su ambiente. "Lugares atractivos con muchos visitantes rara vez se convierten en puntos de acceso. Lo mejor es entender y adoptar esta perspectiva desde la etapa de planificación de nuevos edificios y áreas de la ciudad", relata Thodelius.

"Un mal ejemplo sería un puente con redes antisuicidio poco atractivas. Esto puede estigmatizar fácilmente un lugar y hacer que el público en general lo evite. En lugar de ser percibido como una medida de prevención del suicidio, puede ser visto como algo que simplemente hace que el lugar sea más desagradable", concluye la investigadora.

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