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3 nov. 2023 17:26H
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MADRID, 3 (EUROPA PRESS)

La psicóloga de bluaU de Sanitas, María Calle, ha advertido que el trastorno afectivo estacional (TAE) "no es una simple melancolía invernal, sino una afección clínica", por lo que "requiere atención y tratamiento".

Con la llegada del otoño y del invierno, el acortamiento de los días se convierte en un fenómeno que no solo modifica el clima, sino que también ejerce una profunda influencia en el bienestar emocional y mental. A medida que los días se vuelven más cortos y las noches más largas, ciertas personas experimentan cambios significativos en su estado de ánimo y energía. Este fenómeno es conocido como trastorno afectivo estacional.

"Los síntomas del trastorno afectivo estacional incluyen tristeza persistente, fatiga abrumadora, cambios en el apetito, dificultad para concentrarse, aislamiento social y alteraciones en el sueño, todos relacionados con la disminución de la luz solar de los meses de otoño e invierno. Estos signos impactan especialmente en la vida cotidiana y las relaciones personales", ha añadido Calle.

El TAE es un desorden que, acorde al National Institutes of Health, afecta a entre el 1 y el 10 por ciento de la población y se caracteriza por la aparición de síntomas de depresión que tienden a repetirse de manera estacional, de forma cíclica, y que remiten en la primavera o el verano, y de forma más frecuente que episodios depresivos previos que pueda haber tenido la persona.

Con el objetivo de prevenir o reducir las consecuencias de este trastorno, los expertos recomiendan la exposición a la luz solar. Aprovechar al máximo la luz natural durante los días de invierno, así como pasar tiempo al aire libre durante el día, abriendo las cortinas y persianas cuando se esté en el hogar para dejar entrar la luz.

Asimismo, aconsejan mantener una rutina de actividad física regular, ya que con ello se generan endorfinas y se mejora la salud física, teniendo un efecto directo en el bienestar emocional.

Los expertos también destacan la importancia de la gestión del estrés. Las técnicas de relajación, como la meditación y la respiración profunda, son buenas opciones para reducir el estrés, ya que éste puede recrudecer los signos de este trastorno.

Además, es importante eludir el aislamiento social y conservar el contacto con amigos y familiares. Para ello, es interesante participar en reuniones sociales que ayuden a contrarrestar la tendencia a la incomunicación.

La planificación de proyectos es otro de los consejos. Garantizar una agenda ocupada con actividades disfrutables y establecer metas alcanzables para los meses de invierno mejora el sentido de propósito y previene la apatía.

Por último, los expertos aconsejan la terapia de luz y terapia cognitivo-conductual. En último lugar, si se experimentan indicios significativos de TAE, lo mejor es comentarlo con un profesional de la salud, ya sea de manera presencial o a través de videoconsulta, para que estudie la situación y evalúe la necesidad de comenzar una terapia psicológica (acompañada o no de un tratamiento farmacológico o vitamina D). De forma específica, puede emplearse la fototerapia, que consiste en el uso de una lámpara de terapia de luz, que emite luz brillante y artificial que imita la luz solar; o la terapia cognitivo-conductual, que se centra en identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos o irracionales y comportamientos poco saludables. Ambas pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los afectados.

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