La incorporación de la administración subcutánea de fármacos como la inmunoterapia en el tratamiento oncológico está marcando un antes y un después en la práctica clínica hospitalaria. Lo que comenzó como una alternativa a la vía intravenosa ha demostrado aportar beneficios transversales en la experiencia del paciente, la eficiencia del sistema y la organización interna de los servicios hospitalarios. Para conocer el impacto real de esta modalidad terapéutica, Redacción Médica ha recogido la visión de tres profesionales que representan áreas clave en el proceso asistencial: Rafael López, oncólogo médico en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid; Milagros de la Calle Gil, supervisora del Hospital de Día de Oncología Médica del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid; y José Antonio Marcos, farmacéutico hospitalario en el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla.
Desde el ámbito médico, Rafael López explica que “en general la percepción en Oncología es bastante favorable. Concretamente en mi equipo hemos tenido una adopción muy proclive porque ya llevamos años utilizando fármacos como la inmunoterapia que tenían su administración intravenosa y, al surgir la oportunidad subcutánea, no es una revolución farmacéutica, pero sí un punto de interés de cara tanto a la calidad de vida de los pacientes como a la mejor organización del equipo de trabajo”.
Para el equipo de enfermería, este cambio ha sido igualmente positivo. “La experiencia para nuestro personal ha sido en general positiva”, afirma Milagros de la Calle Gil. “Primero ha habido un periodo de aprendizaje para conocer todos los aspectos relacionados con composición, modo de administración, posibles efectos adversos a corto y largo plazo. Una vez pasado este periodo y tras adaptarnos a los nuevos tiempos y forma de administración, hemos observado una gran satisfacción por parte del paciente y una facilidad para nosotros para gestionar en tiempos y forma nuestra actividad”.
Desde Farmacia Hospitalaria, José Antonio Marcos considera que “la llegada de nuevos tratamientos para administración subcutánea ha llegado como una alternativa muy interesante para los pacientes oncológicos, ya que ofrece beneficios frente a la administración intravenosa. Entre los principales beneficios podríamos destacar la seguridad del paciente, la mayor comodidad, y la mejora en la eficiencia de las unidades de día gracias al menor tiempo de administración”.
Uno de los beneficios más tangibles de la vía subcutánea en oncología es la reducción del tiempo que los pacientes deben permanecer en el hospital. Según Rafael López, “la administración intravenosa puede llevar una hora entre que se coloca el paciente, se le coge la vía, se administra el tratamiento y se retira. En cambio, el tratamiento subcutáneo se administra en minutos. En una hora, daría tiempo a administrar por cada tratamiento intravenoso, aproximadamente siete subcutáneos. Es una ganancia clara”.
En esa misma línea, De la Calle Gil destaca que “el volumen de pacientes que atendemos diariamente con sus acompañantes hace que, para nosotros y para ellos, el poder administrar tratamientos que en vez de durar horas se administren en minutos provoque un gran beneficio y comodidad”. Marcos confirma también esta mejora en la gestión asistencial: “Las unidades de día de muchos hospitales, creadas hace años, se han quedado pequeñas ante el aumento de pacientes oncológicos. La administración subcutánea permite a los pacientes recibir tratamiento de manera más rápida, lo que reduce los tiempos de estancia hospitalaria y el uso de recursos como enfermería. Esto libera recursos para otros pacientes y mejora la rotación de sillones”.
La incorporación de esta nueva vía ha supuesto transformaciones importantes en la operativa hospitalaria. López destaca que “todos los eslabones de la cadena experimentamos algún tipo de beneficio. A quien más favorece es a Enfermería, porque son tiempos más breves de atención al paciente, lo que permite mayor cantidad de pacientes al día o menos congestión. Para Farmacia supone un alivio en el tiempo porque no requieren una preparación especial. El recurso más valioso es el tiempo”.
Para De la Calle Gil, esto ha implicado una reorganización completa: “La llegada de esta forma de administración ha supuesto ajustes fundamentalmente en los circuitos de la gestión de los tratamientos, debido a que seguimos teniendo tratamientos de administración endovenosa que requieren tiempos y condiciones diferentes. Hemos tenido que reorganizar espacios y distribución de agendas para agilizar todo. Aunque los espacios han sido adaptados para este fin, estamos intentando optimizar todos nuestros recursos a esta nueva forma de trabajo”.
Desde Farmacia, Marcos señala los desafíos técnicos que ha implicado la transición: “La aparición de estos medicamentos ha requerido una reconfiguración de los protocolos de administración, ajustes en las dosis, tiempos de administración y consideraciones sobre la estabilidad de los fármacos. Además, colaboramos en reforzar la información al paciente”.
La transición de la vía intravenosa a la subcutánea también ha impactado en la percepción del paciente. López reconoce que “algunos pacientes, no son mayoría, han tenido cierta resistencia inicial. Es un cambio cultural. Les ha costado seguir el tratamiento subcutáneo porque culturalmente se asocia el tratamiento oncológico con la vía intravenosa. Sin embargo, la respuesta ante la llegada de la inmunoterapia por esta vía ha sido favorable o neutra, nunca desfavorable. La adherencia terapéutica en oncología es muy elevada”.
Milagros de la Calle Gil también señala esa barrera inicial: “Los pacientes en principio plantean inseguridades y desconfianza, puesto que tan solo pensar en el menor tiempo que se necesita para la administración de la medicación les hace pensar que será menos efectivo. Por eso es fundamental informar tanto a pacientes como cuidadores de todos los efectos y ventajas que proporciona esta vía de administración, así como proporcionar información de estudios y ensayos previos donde se ha comprobado su seguridad, eficacia y eficiencia”.
En cuanto al papel del farmacéutico en este proceso, Marcos destaca que “la transición ha sido rápida y positiva. Pero es importante que estos cambios estén acordados previamente con el equipo multidisciplinar. Se debe protocolizar la prescripción, preparación, administración e información al paciente. Respecto a la adherencia, no presenta una mejora sustancial frente a la intravenosa, pero sí podría aumentarla frente a otras alternativas como la vía oral”.
Un aspecto destacado desde Enfermería es la posibilidad de preservar el capital venoso del paciente. “Desde un tiempo a esta parte estamos formándonos como enfermería especializada en los accesos venosos, implantando de manera ambulatoria dispositivos centrales de inserción periférica (PICC)”, explica De la Calle Gil. “Con la posibilidad de la administración por vía subcutánea, muchos de nuestros pacientes no necesitan la implantación de estos dispositivos, suponiendo un beneficio tanto para el paciente como para la actividad de enfermería”.
López coincide en que “incluso en pacientes caquécticos o con menor masa muscular, que técnicamente podrían parecer más complicados, la vía subcutánea permite acortar el tiempo en el hospital, lo cual cualitativamente les beneficia. No hemos recibido quejas desde Enfermería en este sentido”.
La vía subcutánea representa una innovación que, si bien no introduce fármacos nuevos, sí transforma la forma en que se integran en la práctica clínica. “Quizá la innovación no va tanto en cuanto al fármaco empleado, sino en las formas nuevas de administrar, de gestionar el hospital de día y de administrar el tiempo”, señala López. “Incluso podría desarrollarse la administración fuera del hospital. Me consta que en otros países forma parte de la rutina y podría ser una estrategia a desarrollar aquí”.
Marcos también ve futuro en esta dirección: “El objetivo debe ser poder administrar de manera eficaz y segura estos tratamientos en el domicilio. La administración subcutánea, por su mejor manejo y seguridad, es ideal para esto frente a la intravenosa”.
Los tres expertos coinciden en que el éxito de esta innovación depende de la colaboración entre equipos. “La predisposición ha sido siempre muy proactiva por parte de todos los profesionales implicados: oncología, enfermería y farmacia”, afirma López. Marcos añade que “la información, formación, comunicación, confianza y transparencia son vitales para el éxito terapéutico. El farmacéutico juega un papel clave en la educación y asesoramiento, contribuyendo a garantizar la seguridad y efectividad del tratamiento”.
De la Calle Gil concluye: “Esta nueva forma de administración ha llegado para quedarse, y su éxito depende de una coordinación ágil y una comunicación constante entre todos los niveles del sistema asistencial”.
Una publicación de Redacción Médica para Roche.