Fedea lanza un estudio que analiza el gasto autonómico desde 2003 hasta 2024, desde la Gran Recesión hasta el Covid

Ángel de la Fuente, presidente de Fedea.
Ángel de la Fuente, presidente de Fedea.


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El año 2003 marcó un antes y un después en la inversión económica de las comunidades autónomas. En aquel momento, la gestión de la sanidad pasó a las manos de las regiones, lo que supuso un gasto territorial mucho mayor.

De hecho, el estudio Las finanzas autonómicas en 2024 y entre 2003 y 2024, de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, presidida por Ángel de la Fuente, confirma un fuerte incremento del gasto entre 2003 y 2009, que se tradujo en un rápido deterioro de la situación financiera de las comunidades. Especialmente, una vez dejaron de crecer los ingresos con el inicio de la Gran Recesión y, en 2010 y 2011, que es cuando la caída de ingresos llegó con toda su fuerza a las cuentas autonómicas en Contabilidad Nacional debido al retardo de dos años con el que se practicaron las liquidaciones del sistema.

Adaptación de las autonomías al gasto en sanidad


Las buenas noticias llegaron entre 2011 y 2013, periodo de tiempo en el que se observa una mejora significativa de los saldos presupuestarios regionales como resultado de un apreciable recorte del gasto y de la recuperación parcial y posterior estabilización de los ingresos. Aun así, no fue suficiente, ya que entre 2014 y 2015 no consiguieron alcanzar sus objetivos económicos.

Aun así, 2016 marcó un avance muy significativo que duró hasta 2019, año en el que la mejora de las cuentas se interrumpe, en parte, por cuestiones técnicas que tienen que ver con cambios en el calendario de ingresos del IVA. Eso sí, el ‘golpe fuerte’ vino en forma de pandemia.

Los años 2020 y 2021 estuvieron caracterizados por la crisis del Covid-19, ya que se aumentaron crecientemente las necesidades de gasto, aparte de experimentarse una fuerte caída de los ingresos tributarios durante el primero de estos ejercicios. Tanto en la Gran Recesión como en la pandemia destaca el papel del Gobierno central, que absorbió la totalidad de ambos shocks, permitiendo a las comunidades reducir su déficit presupuestario.

Un déficit que se mantuvo constante hasta 2024, en torno al 0,65 por ciento del PIB. Y es que hay que esperar hasta este año para apreciar "una clara mejoría de la situación financiera de las CCAA".

Si se analiza en profundidad el estudio, que recopila datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE), se observa que el saldo presupuestario del conjunto de las CCAA se mantuvo constante en 2015 y mejoró sensiblemente en los siguientes tres ejercicios, con una reducción acumulada del déficit de unos 16.000 millones de euros o un 1,5 por ciento del PIB entre 2015 y 2018. Esta mejora, de hecho, reflejó una saludable subida de los ingresos, que aumentaron en casi 25.000 millones, y una relativa estabilización de los gastos.

También destaca que las cifras de 2020 y 2021 estuvieron fuertemente distorsionadas por las necesidades extraordinarias de gasto relacionadas con la pandemia y por decisiones "discrecionales" del Gobierno central, que intentaron proteger los ingresos autonómicos pese a la caída de la recaudación tributaria. Una situación que desembocó en un fuerte aumento de las transferencias de las CCAA fuera del Sistema Financiero Autonómico (SFA), que se canalizó fundamentalmente a través del llamado Fondo Covid-19, dotado con 16.000 millones de euros en 2020, y otro análogo dotado con 13.500 millones en 2021.

Gasto real por habitante y deuda autonómica


Otro dato que desengrana el informe es el gasto real por habitante y sus componentes. Pese al repunte registrado en los últimos años, "en parte engañoso", la inversión de casi todas las comunidades autónomas está sensiblemente por debajo de donde estaba a principios de siglo. El gasto corriente por habitante en 2024, neto de intereses y calculado a precios constantes, es superior en al menos un 32 por ciento al observado en 2003 en todas las autonomías, situándose en promedio un 43 por ciento por encima de esta referencia. Cataluña, la Rioja y el País Vasco son las comunidades en las que más ha crecido el gasto corriente por habitante durante el conjunto del periodo analizado.

Por otro lado, las autonomías menos endeudadas en relación con su PIB son Madrid, Canarias y las comunidades forales, mientras que las que soportan una mayor carga de deuda son Murcia, Cataluña, Castilla la Mancha y, sobre todo, la Comunidad Valenciana, que se sitúa por encima del 40 por ciento del PIB. Además, como datos significativos, entre 2003 y 2024, el peso de la deuda se ha multiplicado por casi 13 en Castilla la Mancha y por en torno a 2 en Galicia.

Recuperación 'insuficiente' hacia el equilibrio presupuestario


Con la recuperación del Covid, las CCAA vuelven a acercarse gradualmente al equilibrio presupuestario gracias, fundamentalmente, a la favorable evolución de los ingresos, mientras que el peso del gasto en el PIB muestra una cierta resistencia a bajar pese al robusto crecimiento de este agregado. El déficit de 2024 no es muy distinto al de 2018, pero se produce con niveles más elevados tanto de ingreso como de gasto. Han pasado 20 años y las comunidades ya se han acostumbrado a diseñar, entre otras, la hoja de ruta sanitaria de cada territorio. De hecho, acosumbra a ser una de las principales bazas en los debates políticos. Sin embargo, todavía queda un tiempo para conseguir la 'añorada' estabilización presupuestaria.
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