El tiempo para investigar y la conciliación son las principales inquietudes de los residentes

Entre pacientes, investigación y retos personales: descubre cómo es la especialidad a ojos de un MIR en su última etapa de residencia
Mario Balsa, residente de quinto año de Oncología en el ICO.


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Mario Balsa, MIR de quinto año en el Instituto Catalán de Oncología (ICO), comparte en Redacción Médica su vivencia en una especialidad que combina contacto humano, investigación y mucha exigencia clínica. Aunque su experiencia "es muy positiva" y, para él, lo más importante es el "vínculo médico-paciente" que se genera, reconoce que la sobrecarga de trabajo y la exigencia del sistema sanitario influyen en el desgaste emocional y, sobre todo, limitan el tiempo disponible para la investigación.

De hecho, uno de los aspectos que más satisfacción le generan en su día a día, aparte de esa interacción directa con los pacientes y el trabajo en equipo, es el aprendizaje constante de "todas las nuevas terapias y de la investigación molecular y celular que conlleva la Oncología". Sin embargo, para que existan avances en esta especialidad no puede faltar un componente clave: el tiempo. "Para llegar a esos avances hay que investigar y si no tienes tiempo porque la asistencia lo consume todo, incluso haces más horas de las que te tocan por contrato, lo tenemos que hacer por las tardes al llegar a casa y los fines de semana", revela, asegurando que "el sistema sanitario no se da cuenta de este esfuerzo y no responde" ante esta situación. Por lo tanto, no proporciona "ni el personal ni la infraestructura" adecuada.

MIR en "una situación límite"


Esto hace que los residentes y los oncólogos estén en "una situación límite" por esa sobrecarga asistencial. "No puede ser que la sanidad salga adelante porque nosotros hagamos mil horas extra y perdamos tiempo de nuestra vida durante la semana y fin de semana, mientras, además, se nos exige que haya investigación y proyectos competitivos", insiste Balsa. Así, seguir este ritmo es "muy difícil porque no tienes horas suficientes y al final entregas tu vida a los demás". "No se nos valora. Luego cuando los médicos se marchan a otros países, nos sorprendemos", añade.

Además, hay más desgaste por un evidente componente emocional: "Hay muchas situaciones de vulnerabilidad de los pacientes, de las familias, rupturas sociales que claramente te impactan como médico y se hace muy duro". Si a la exigencia clínica del día a día de la Oncología "le sumas la parte emocional y social, no solo te estás enfrentando a la enfermedad, sino a todas las esferas del paciente afectadas".

Respecto a esa interacción con los enfermos, Balsa destaca la mejora de "comunicación y de habilidades sociales" según van pasando los años de residencia, aparte del "cariño" inevitable que se genera. Pero, de nuevo, "estar siempre desbordados por la asistencia y la sobrecarga de proyectos e investigación" acaba impactando "negativamente" en la relación con los pacientes porque "no tienes el tiempo que te gustaría para dedicarles". "Muchas veces estás tan agotado mental y físicamente que no tienes la energía para satisfacer todo lo que te piden o para mantener ese carácter siempre tan empático y humano que a veces se pueden perder por el propio estrés", afirma.

Futuros MIR, preocupados por la conciliación


Respecto al equilibrio entre vida personal y profesional, Balsa explica que muchas veces "no se mantiene y casi siempre se acaba sacrificando la vida personal", pero nunca el tiempo que dedican a los pacientes. En este contexto, una de las principales preocupaciones de los MIR de años anteriores es "la conciliación y la vida familiar". En el caso de Balsa, de momento no tiene esa preocupación, pero reconoce que en un futuro lo ve "difícil". Solo le basta con echar un vistazo a su alrededor: "Hay días que sabes a la hora que entras a trabajar, pero nunca sabes a la hora que vas a salir, porque si tienes un paciente que está mal o tienes algún tratamiento pendiente, primero vas a acabar tu labor y ya te vas". 

Sobre la nueva generación de residentes, nota que justamente "cada vez llegan con más ganas de priorizar su calidad de vida, la parte más familiar y personal y poder compaginarla mejor con el trabajo, algo que las generaciones más antiguas no tenían tan presente". A su juicio, es una mentalidad y una actitud "lógica", ya que "para poder dar un buen soporte al paciente, el médico también debe encontrarse bien personalmente". 
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