El periodista Enrique Aparicio, Yolanda Díaz, Mónica García y Belén González.
Los ministerios de Sanidad y Trabajo llaman a tener en cuenta las
condiciones de trabajo a la hora de diagnosticar y tratar los problemas de salud mental en las consultas de Atención Primaria. Esa es una de las medidas propuestas en el documento
Trabajo y Salud Mental, presentado este miércoles en la sede de Sanidad por las titulares de ambos departamentos, Mónica García y Yolanda Díaz, respectivamente, y la responsable del Comisionado de Salud Mental, Belén González. “La
salud mental no empieza en la consulta ni termina en la pastilla, sino en las condiciones de vida y de empleo”, ha dicho García, que ha señalado a la sanidad y al ámbito de los cuidados como dos de los sectores más afectados por el “sufrimiento” laboral.
En esa línea, en el informe se propone mejorar la
formación del personal sanitario para abordar estos problemas y
reflejar en las historias clínicas las condiciones laborales como un determinante social de la salud más. Para la titular de Sanidad, preguntar por este aspecto en la consulta es una parte “fundamental” de la anamnesis: “No podemos ignorar lo que no encaja en una categoría clásica, no podemos cometer el error de devolver al paciente al entorno que le está haciendo sufrir”. García ha hablado de la necesidad de una “prescripción social”, que pasa por contar con “recursos sociales, apoyo comunitario y, quizás, un sindicato” más allá de la solución “fácil”: recetar psicofármacos. “No puede ser que medicalicemos el sufrimiento,
no podemos reducir la salud mental a una pastilla”, ha dicho, por su parte, Díaz.
Un "problema estructural" y de "salud pública"
Según se ha expuesto en el acto, conducido por el periodista Enrique Aparicio, en 2024 hubo 643.000 bajas laborales por motivos de salud mental, un 72 por ciento más que en 2020.
“No estamos hablando de sufrimientos individuales, sino de un problema estructural”, ha señalado la ministra de Sanidad, si bien ha apuntado que existen “elementos de vulnerabilidad” concretos como, por ejemplo, ser mujer: “Además del trabajo fuera de casa, seguimos cargando con el trabajo de cuidados, muchas veces invisible, no remunerado y sin reconocimiento social. Quien cuida, al final acaba quebrándose”.
Lo que se consigue con el documento de Sanidad y Trabajo es, de acuerdo a García, “dotar de evidencia científica esa realidad”. Lo hace en base a varios pilares, aunque el principal, según González, es “la práctica clínica”: “Los grupos de Atención Primaria y sanitaria atienden de forma continua malestares y trastornos relacionados con las condiciones laborales,
problemas que saturan un sistema ya sobrecargado, que llenan las listas de espera, sin que desde ahí podamos modificar su causa, porque se sitúa fuera de nuestro ámbito y nuestro alcance”.
Frente a ello, Díaz -que ha dicho que se necesita “más salud y más sanidad pública que nunca”- ha insistido en la necesidad de mejorar la “formación y la sensibilización” del personal sanitario y de incluir en la historia clínica los condicionantes laborales: “No es lo mismo que yo viva en una zona rural en la que no tengo servicios comunitarios ni transporte y en la que no llego a final de mes.
Estas condiciones tienen que incorporarse como una variable clínica”.
En ese contexto, García ha defendido la
reducción de la jornada laboral como “una cuestión de salud pública”: “¿Necesitamos más psicólogos? Sí, por supuesto. ¿Necesitamos más psiquiatras? Sí, por supuesto. Pero, sobre todo, necesitamos tiempo para descansar, tiempo para cuidar, tiempo para estar con los nuestros, tiempo para estudiar, tiempo para lo que queramos hacer en nuestra vida”.
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