Alberto Cotillas y Virginia Vidal.
Cruzar las puertas del centro de salud no siempre resulta sencillo. Los nervios se materializan en centenares de pacientes, no solo ante el posible diagnóstico, sino también ante la propia conversación con el facultativo. Especialmente si este
no cuenta con las nociones necesarias para comprender la realidad que vive la persona que acude a consulta. Una sensación de incomodidad que se reproduce en los miembros del
colectivo Lgtbiq+. Un escenario que solo se puede evitar de una manera: el impulso de la formación sobre este sector de la población entre las distintas profesiones sanitarias.
"Hay que dotarse del conocimiento médico requerido para asistir una serie de realidades que se encuentran invisibilizadas, pese a su prevalencia", ha compartido el presidente de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria (SoMaMFyC), Alberto Cotillas, con
Redacción Médica. El facultativo trabaja para el centro de salud de San Blas (Parla) y coordina
un grupo de trabajo basado en la salud del colectivo, encargado de elaborar material científico que sirva para brindar una adecuada atención y posteriormente presentarlo en cursos formativos. "Llevamos cuatro años con esta labor y hemos tratado casi todas las letras del acrónimo", ha agregado.
Sin embargo, su labor no es suficiente. Cotillas ha abogado por
incluir en el programa formativo de
Medicina y de la especialidad de
Familiar y Comunitaria los problemas específicos que pueden llegar a experimentar estos pacientes. "Es escandaloso que estudiemos repetidamente las enfermedades raras, que afectan a muy pocas personas, pero no asuntos Lgtbiq+, cuando tienen un alcance mayor a nivel poblacional. No digo que no haya que estudiar las enfermedades raras, pero, me resulta llamativo que se incida tanto en ellas y no en el tratamiento hormonal de una persona trans, que a la mayoría ni le suena", ha explicado. Con él, concuerda la médica de Familia del centro de salud de Martínez de la Riba (Madrid), Virginia Vidal. "No tenemos ninguno y los pocos que hay acostumbran a caer en el estigma", ha lamentado.
"No puede ser que el marco de actuación del médico esté focalizado exclusivamente en el hombre Cis hetero"
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Asimismo, ambos ha señalado que
la definición de paciente dada por la universidad y aplicada posteriormente en los servicios sanitarios debe contar con
un tinte de mayor inclusividad. "No puede ser que nuestro marco de actuación esté focalizado exclusivamente en el hombre Cis hetero, porque sus necesidades no son las mismas que las de otras partes de la población", ha aseverado Cotillas. Por ello, el médico apuesta por realizar un abordaje de determinadas patologías desde el prisma de la diversidad. Una mirada que puede ser clave para mejorar la asistencia de este amplio fragmento de la sociedad.
Vidal va más allá y señala
el antropocentrismo existente en el ámbito sanitario. "Todos los ensayos clínicos están hechos en hombres y todo lo que tiene que ver con lo sexual es 'coitocéntrico' y 'penecéntrico'", ha asegurado la especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Un paradigma que compromete la atención de las mujeres, especialmente la de aquellas que mantienen relaciones con personas de su mismo sexo, al proponer la adaptación de remedios para ellos para salvaguardar la salud de ellas. "Recortar un preservativo en forma de cuadrado, las barreras de látex... Son las respuestas que nos ofrecen contra las infecciones de transmisión sexual (ITS)", ha agregado
Temas particulares
Entre las faltas de conocimiento facultativo, el presidente de SoMaMFyC ha remarcado
el tratamiento hormonal para personas trans. "No toda la población lo desea, pero es importante que se tengan las nociones básicas para realizar un acompañamiento correcto y saber qué efectos puede tener en la persona que lo solicita", ha indicado. Por otro lado, se encuentra la
hiperplasia, un aumento en la producción de células en un órgano o tejido, que puede derivar en la generación de una especie de genitales masculinos -sin serlo- en el caso de las mujeres.
Importante también es tener presentes las relaciones de los pacientes. En este sentido, existe más información sobre hombres gay, con multitud de campañas sobre las ITS que pueden desarrollar o los métodos de protección que pueden escoger -desde el preservativo hasta la
profilaxis previa a la exposición (PrEP)-. Menores son los conocimientos sobre la salud sexual de
lesbianas y bisexuales. "Podemos decir que hay un completo silencio", ha comentado Vidal. Y es que la experta ha revelado que
"no existe información científica" sobre las letras L y B del colectivo, dada su "invisibilización".
"Podemos decir que hay un completo silencio en torno a las pacientes lesbianas y bisexuales"
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Más allá del saber puramente clínico, tanto Cotillas como Vidal han remarcado la importancia de adaptar el lenguaje y
dejar de lado actitudes "paternalistas". "Muchas veces provienen del desconocimiento y los profesionales no desean pronunciar determinadas frases", ha asegurado el presidente de SoMaMFyC. Es el caso de la coletilla "nacer en el cuerpo equivocado, que se aplica a las personas trans". "Habrá que ver sus vivencias para saber si esto es cierto o no", ha apostillado. A su vez, Vidal ha añadido que no hay que presuponer el perfil del paciente. "En el caso de las mujeres, por norma general, se piensa que todas son heterosexuales y mantienen relaciones basadas en la penetración. Esto puede alterar una historia clínica". ha apuntado la facultativa, quien acostumbra a preguntar por la identidad sexual de las personas que acuden a su servicio.
Además, la especialista de Medicina Familiar y Comunitaria también ha puntualizado que a la hora de valorar el riesgo de contraer una ITS hay que abandonar los prejuicios. El profesional
debe preguntar sobre las prácticas sexuales del paciente y no presuponer que su orientación sexual puede ser un riesgo. "Esto estigmatiza", ha definido.
Al final,
la serenidad y la comprensión son fundamentales para que el paciente se sienta guarecido en la consulta del médico, quien debe hacer un esfuerzo por manejar el vocabulario del colectivo y estar preparado para garantizar la mejor atención posible.
Interés médico
A pesar de las carencias existentes, poco a poco, la profesión se amolda al escenario actual. La diversidad sexual está a la orden del día y
cada vez más sanitarios intentan aplicar determinadas conductas que faciliten el paso por consulta de un paciente Lgtbiq+. "Como todo hay gente que quiere involucrarse más y otros menos, pero algún avance se está logrando", ha revelado Cotillas. Un proceso de aprendizaje en el que la edad no es una barrera. "Tenemos a compañeros en el grupo de 50 años. Hay que pensar que el colectivo existía hace 20, 30 y 40 años”, ha continuado.
Sin embargo,
la sensibilidad hacia las distintas identidades sexuales se ha expandido entre la comunidad médica con mayor fuerza en los últimos tiempos. Tanto entre
profesionales del colectivo como externos a este. Simplemente a partir de una serie de preguntas el facultativo se acerca a un paciente que no siempre se siente comprendido. Un simple cambio que disipa los nervios de aquellos que teman atravesar las lindes del Sistema Nacional de Salud (SNS).
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