Azucena Zapata, ginecóloga; Jesús Cobo, presidente de la Sociedad Marcé Española de Salud Mental Perinatal y Ione Esquer, presidenta de AEPP.
“Hay un rumor -y no sé si es cierto- de que en Cuba no tienen acetaminofén (o paracetamol) porque no pueden costearlo. Bueno, apenas hay casos de autismo". Con estas palabras, y frente al micrófono de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos vinculó hace unos días el consumo de este fármaco durante el embarazo con el
trastorno del espectro autista. Tras ello, pidió reiteradas veces a las mujeres gestantes que resistieran al dolor, pasando por encima de las directrices sanitarias y de la evidencia científica. “Es uno de los analgésicos que más se ha utilizado a nivel mundial y a lo largo de la historia en mujeres embarazadas. Es seguro; lo ha aprobado tanto la
Food and Drug Administration (FDA) como todos los colegios médicos y todas las escuelas de obstetricia del mundo”, cuenta
Azucena Zapata, ginecóloga especialista en Reproducción Asistida, a
Redacción Médica.
Qué medicamentos no pueden consumirse durante el embarazo
“Están tratando de relacionar trastornos como el autismo y enfermedades psicológicas con muchas cosas: con tratamientos de reproducción asistida, con la toma de anticonceptivos… pero las están tratando de relacionar porque no se encuentra realmente una causa justificativa para ellas”, explica. Ante esta situación,
la desinformación se expande, al tiempo que crece la
incertidumbre sobre lo que se puede tomar y lo que no durante el embarazo.
Sin embargo, Zapata apela a la prudencia y a la
investigación científica. “Hay muchísimos estudios, y la
FDA ha establecido desde hace tiempo categorías para indicar el nivel de riesgo que los medicamentos pueden representar para el feto. Todo médico sabe perfectamente que los fármacos clasificados como categoría A se consideran permitidos durante el embarazo; los de categoría B pueden ser utilizados en ciertos trimestres, mientras que los de categoría X son totalmente inadmisibles en cualquier etapa del embarazo”, afirma.
En la lista negra se encuentran los antiinflamatorios no esteroideos a partir de la semana 20, porque pueden provocar el cierre de un conducto en el corazón del embrión, afectar al líquido amniótico y cerrar los vasos sanguíneos fetales. De igual forma, los antihipertensivos, las estatinas y ciertos antibióticos también están contraindicados, ya que pueden causar efectos adversos como sordera. No obstante, aquí vuelve a detenerse: el paracetamol no cuenta con ninguna prohibición en su uso. Pese a ello,
la información contradictoria cala en redes sociales y deja huella en las embarazadas, que llegan a dudar de las palabras de los médicos.
Jesús Cobo, presidente de la Sociedad Marcé Española de Salud Mental Perinatal, asegura a este periódico que,
ante mensajes alarmistas, “crece la ansiedad de las mujeres e incluso la toma de decisiones durante el
embarazo se va a ver tremendamente afectada.
Va a generar más consultas y va a generar ansiedad en el caso de que lo tengan que tomar por algún motivo médico”. En este sentido, insiste en que las mujeres deben sentirse tranquilas ante las prescripciones médicas. Cobo remarca que el apoyo de los profesionales médicos es fundamental. “La información proporcionada por expertos es imprescindible. La administración lo que puede hacer es dar una información de tipo general, basada en los datos que se disponen. Pero, después, el profesional puede dar una
información que sea individualizada”, subraya. Así, Zapata tiene claro cuál es su papel en consulta. “Tenemos que recalcar que
los médicos sabemos qué medicación es la correcta. Tienen que tener la seguridad de que un médico siempre va a precautelar el bienestar del feto a la hora de recetar”.
El rol de los farmacéuticos
No obstante, la incertidumbre va más allá de las consultas médicas. Ante dolores leves, son muchas las mujeres que deciden recurrir a fármacos de venta libre. Sin embargo, aquí también reina la desinformación. En estos casos, los
farmacéuticos se convierten en una pieza clave para orientar decisiones. “Los farmacéuticos saben qué medicación vender y cuál no a las embarazadas”, señala la ginecóloga. “En todas las cajas de medicamentos está indicado si su uso está prohibido durante el embarazo, si debe tomarse con precaución o si está directamente contraindicado”, asegura.
Ahora, ante la duda de si una embarazada debe tomar o no un analgésico, no hay una única respuesta. “Depende del tipo y del grado de dolor”, explica. “Hay medicamentos que se pueden usar solo por un tiempo limitado: 24, 48 o hasta 72 horas, pero
nunca de forma crónica”. Por su parte, Cobo insiste en tener en cuenta e
l criterio de “beneficio-riesgo”. “Tomar paracetamol, por ejemplo, para un problema que podría solucionarse de otra manera y que a la vez genera un estrés o unas dificultades de tipo menor, se tiene que hablar con el profesional. Y ese riesgo hay que calcularlo en función también de los beneficios que pueda tener este tratamiento. Siempre hay que considerar este beneficio-riesgo a la hora de realizar cualquier tratamiento, no solamente paracetamol”, matiza.
El riesgo en la salud mental durante el embarazo
Ningún profesional sanitario debería subestimar el impacto emocional que ciertos discursos generan en las madres.
Ione Esquer, presidenta de la
Asociación Española de Psicología Perinatal (AEPP), afirma que la conciencia de las mujeres sobre la importancia de cuidarse durante el embarazo, tanto a nivel físico como mental, sumado a la ausencia de respuesta al origen de muchos trastornos, abona el terreno para que las madres de niños con alguna condición se cuestionen y se planteen la posibilidad de haberlos favorecido. Pero no solo eso, la
credibilidad de los médicos también se ve afectada.
“Como profesionales de la salud, deberíamos ser conscientes de cómo, durante mucho tiempo, las mujeres se han sentido poco cuidadas, escuchadas y comprendidas por diferentes profesionales. Esto, unido a las diferentes informaciones contradictorias, puede mermar la confianza en el profesional”, subraya. Insiste en la importancia de brindar una
atención personalizada. Además, a la hora de calmar la ansiedad de las pacientes, Esquer recomienda empezar siempre por las bases. Esto es, fomentar el autocuidado y la escucha de las propias necesidades, así como asegurar el descanso y la alimentación. También señala la importancia de fomentar y buscar
espacios de apoyo en la red más cercana.
Por último, advierte que “en los casos en los que nos encontremos con un trastorno de ansiedad , sería recomendable abordarlo con la matrona o médico referente y valorar los recursos disponibles en su zona para realizar una atención especializada, preferentemente por una psicóloga o psiquiatra perinatal”. En este punto, señala los puntos ciegos de
l Sistema Nacional de Salud (SNS). "El cribado de ansiedad perinatal debería estar implantado de manera rutinaria en todos los centros de salud, de manera que en diferentes momentos del embarazo, las mujeres deberían ser evaluadas y preguntadas por sus niveles de
ansiedad y depresión. Esto posibilitaría la detección y atención temprana, y facilitaría su posterior derivación a salud mental", concluye.
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