El pronóstico difiere de una persona a otra y hay factores que pueden influir en él, como la edad y el estado de salud

El 50% de pacientes con leucemia mieloblástica es mayor de 65 años
La Leucemia Mieloblástica Aguda afecta principalmente a las personas mayores de 65 años.


21 abr. 2022 12:30H
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La Leucemia Mieloblástica Aguda (LMA) es un cáncer hematológico cuya incidencia se estima en 3,5 casos por cada 100.000 habitantes y año, lo que equivale en España a más 1.600 casos con las actuales cifras de población. Se trata de la leucemia aguda más frecuente en adultos, siendo el 50 por ciento de los pacientes afectados mayor de 65 años. Con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre la Leucemia Mieloblástica Aguda, la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) ha querido lanzar un mensaje de esperanza a los pacientes que padecen esta enfermedad, pues hay muchas nuevas moléculas en desarrollo para su tratamiento, como consecuencia del gran esfuerzo investigador que hacen los hematólogos en España y en el mundo entero.

El objetivo de cualquier tratamiento frente a la LMA es ayudar a controlar las células leucémicas anormales y restablecer el equilibrio de las células sanguíneas sanas. Dado que este cáncer hematológico no se puede definir como una sola enfermedad y sus síntomas varían según cada tipo, se utiliza una variedad de terapias que ofrecen diferentes resultados: quimioterapia intensiva, trasplante hematopoyético, terapias dirigidas, inmunoterapia y terapia de mantenimiento, fundamentalmente. Es posible que algunos pacientes no respondan a las terapias actualmente disponibles, y ciertos tipos de LMA tienen pocas o ninguna opción de tratamiento, por lo que participar en un ensayo clínico puede ser la mejor opción para algunas personas y esto podría brindar la oportunidad de un manejo eficaz de la enfermedad.

El pronóstico describe el resultado previsto de una afección médica, incluida la forma en que se puede responder al tratamiento en un paciente en particular con leucemia. En LMA, este pronóstico difiere de una persona a otra y hay una serie de factores que pueden influir en él: edad y estado general de salud; el tipo de LMA (particularmente, las anomalías genéticas y/o cromosómicas presentes); la propagación o no al cerebro y a la médula espinal; el número total de glóbulos blancos en sangre; el tratamiento o no de cánceres previos; antecedentes de trastornos de la sangre; infección en el momento del diagnóstico de la LMA; y respuesta a la quimioterapia y recaída previa.

El tipo de leucemia guía las decisiones de tratamiento personalizadas


La investigación de la LMA ha avanzado mucho en los últimos años, dejando patente que se trata de una enfermedad que puede adoptar muchas formas. La tipología de cada paciente depende del grado de desarrollo de las células leucémicas anormales en el momento del diagnóstico, la forma de dichas células y marcadores específicos en su superficie, las diferencias entre las células sanguíneas normales y las sanas, la anomalía genética y/o cromosómica presente, y si ha habido o no recaída previa. El tipo de LMA puede guiar las decisiones de tratamiento personalizadas. En este contexto, la leucemia promielocítica aguda (LPA) es una tipología de LMA más común en adultos de entre 20 y 50 años. Se caracteriza por un cambio cromosómico muy específico, en el que las secciones de los cromosomas 15 y 17 se intercambian para formar un gen de fusión anormal.

Dificultad para respirar, hematomas, fiebre, debilidad e infección son los signos y síntomas más comunes de la LMA. Por lo general, este cáncer hematológico se desarrolla rápidamente y empeora si no se trata. En cuanto a sus causas, no se entiende por qué ciertas anomalías genéticas hacen que una célula sanguínea se convierta en una célula leucémica. Sin embargo, ciertos factores de riesgo pueden aumentar la posibilidad de desarrollar LMA: envejecimiento, sexo (es más común en hombres que en mujeres), exposición a dosis altas de radiación o productos químicos, como benceno y algunos detergentes; quimioterapia o radioterapia previas para tratar otros cánceres; tabaco; y nacer con un trastorno genético.
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