El gran crecimiento de la especialidad de Medicina Estética en los últimos años obliga a poner el foco en varios riesgos

En las últimas décadas el uso de la Medicina Estética se ha disparado entre los españoles, algo que es positivo pero conlleva algunos riesgos...
Joan Fontdevila, presidente de Secpre y Nicolás Maestro, presidente de Aecep.


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El crecimiento de las operaciones estéticas en las últimas décadas en España y el mundo, hacen de este mercado laboral una oportunidad muy atractiva para estudiantes de Medicina que busquen especializarse en un sector con un alto retorno económico. Para ello hay que diferenciar las distintas vías existentes: Existen operaciones de alta complejidad que requieren de una especialización MIR en Cirugía Plástica.

Para tratamientos de menor calado, que también tienen una gran clientela, hablamos de Medicina Estética. En algunos casos estas pueden ser desarrolladas por especialistas en dermatología, pero también existe la posibilidad de acceder a este mundo laboral mediante la realización de posgrados oficiales que piden el indispensable requisito de ser médico titulado. Esta vía, más corta en tiempos, suele requerir de un curso de unos diez meses de duración.

El 'boom' de la especialidad


El número de tratamientos de Medicina Estética y operaciones plásticas se ha disparado en España durante la última década, impulsado por la demanda social y el efecto multiplicador de las redes sociales. Sin embargo, especialistas en Cirugía Plástica alertan de los riesgos del fenómeno: intrusismo, desinformación y complicaciones médicas que terminan en sus consultas. Mientras cada vez son más los estudiantes interesados en esta disciplina, cirujanos y sociedades científicas reclaman una regulación urgente que frene esta tendencia antes de que sea tarde.

España se ha posicionado como uno de los países europeos con mayor número de intervenciones estéticas. Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (Isaps), más de 400.000 procedimientos se realizan anualmente, y cerca del 40 % son no quirúrgicos. La Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) estima que la demanda ha crecido más de un 200 % en la última década.

“El auge es evidente. Antes era solo para ricos; hoy, cualquier persona puede acceder a un tratamiento estético”, señala Nicolás Maestro, presidente de la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP). Según el especialista, la popularización de estos procedimientos se debe, en gran medida, a la exposición constante en redes sociales y a la influencia de figuras públicas. “Los influencers comparten sus experiencias, Google ofrece todo tipo de información y los precios se han hecho más asequibles. El acceso es masivo”, resume.

Intrusismo y ausencia de control en Medicina Estética


Pero este auge no ha venido acompañado de una regulación efectiva. “Nos llegan pacientes operados por personas sin ninguna titulación médica”, denuncia Maestro. “Muchos se publicitan como especialistas con apenas un cursillo de un mes. Durante años, cualquiera con título de médico, sin especialidad, podía operar sin límites”.

Desde la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre), su presidente, Joan Fontdevila, coincide: “El intrusismo es especialmente preocupante en tratamientos más simples, como infiltraciones o liposucciones básicas, porque se perciben como inocuos. Pero eso no los hace seguros. Aunque un procedimiento sea sencillo, no puede hacerlo cualquiera. Va en juego la salud del paciente”.

Ambos expertos critican que las autoridades sanitarias fiscalizan poco estas prácticas y que el marco legal ha permitido que proliferen clínicas sin control real.

La Ley Sara: ¿esperanza o nueva decepción?


Una de las principales esperanzas del sector es la conocida como Ley Sara, promovida tras la muerte de una paciente operada por un médico sin formación en Cirugía Plástica. La norma, aún en fase de alegaciones, pretende delimitar qué tipo de intervenciones puede realizar cada especialidad médica.

“Es pionera en Europa. Va a establecer claramente qué puede hacer un cirujano plástico, un dermatólogo o un cirujano vascular. Pondrá fin al limbo legal en el que nos hemos movido durante años”, afirma Maestro, cuya sociedad científica ha participado en la redacción de alegaciones.

Capdevila, sin embargo, se muestra escéptico: “Dudo que salga algo realmente claro. Los legisladores tienden a soluciones laxas, a contentar a todos. Pero esto requiere firmeza. Nos jugamos la seguridad del paciente”, afirma desconfiando de los responsables políticos a cargo de la ley.

Complicaciones al alza en las consultas estéticas


La popularización de estos tratamientos ha multiplicado también las complicaciones, aunque no necesariamente en términos proporcionales. “No hay más problemas por intervención, pero sí se ven más casos simplemente porque hay más intervenciones”, apunta Fontdevila.

En las consultas de cirugía plástica reconstructiva es cada vez más común atender a pacientes con secuelas de intervenciones mal realizadas: necrosis, infecciones, asimetrías o resultados funcionales graves. “Nos llegan casos operados por personas que no solo no eran especialistas, sino que ni siquiera eran médicos”, advierte Maestro.

Esto es algo que por fin debería poder atajarse con la definitiva aprobación de la ley anteriormente explicada, que dotaría de un marco jurídico regulador a la actividad de la Medicina Estética y Plástica y establecería de forma más firme un límite al intrusismo denunciado por los sectores colegiados de la profesión.

Cómo elegir un profesional seguro para operaciones estéticas


Ambos expertos insisten en que los pacientes deben informarse antes de someterse a cualquier procedimiento estético. “Lo primero es comprobar la titulación del profesional. Los colegios de médicos tienen un registro, y tanto la Secpre como la Aecep ofrecen información actualizada y verificada”, subraya Maestro.

“Nosotros invitamos a la gente a que antes de una intervención se asesoren, se dejen aconsejar y se informen en los colegios de médicos y en las páginas web de estas dos sociedades identificadas”, insiste.

La diferencia entre Medicina Estética, no quirúrgica, y Cirugía Plástica, con especialidad MIR, también es clave. “La estética no puede estar reñida con la seguridad. Y eso solo lo garantiza la formación reglada y supervisada. No puede ser una cuestión de precio”, concluye.
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