Shelby Pérez, número 13.433 del MIR, hará Familia en Lugo tras cuatro convocatorias de un examen que preparó trabajando

Shelby Pérez posa ante el Ministerio de Sanidad tras elegir su plaza MIR en 2025
Shelby Pérez posa frente al Ministerio de Sanidad con su plaza adjudicada.


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“Esta es literalmente mi cuarta convocatoria MIR”. Con esa frase arranca el testimonio de Shelby Pérez, la última persona en elegir plaza durante el proceso MIR 2025. Con el número de orden 13.433, accedió a la última vacante de Medicina Familiar y Comunitaria, en el Hospital da Mariña (Lugo), y lo hizo con una certeza inquebrantable: “Ya estaba mentalizada de que donde sea, como sea, cojo MIR este año sí o sí”.

Shelby nació en Bolivia y lleva seis años viviendo en España. Su camino hasta la residencia ha estado marcado por la perseverancia y las dificultades que conlleva ser médica extracomunitaria. “Demoró 14 meses en que me homologaran el título”, recuerda. En ese tiempo comenzó a trabajar en ambulancias para conocer los medicamentos y protocolos del sistema sanitario español: “Me tocó iniciar con ambulancias para ir conociendo el tema de nombres comerciales de aquí”.

Después de esa primera etapa, consiguió trabajar como sustituta en el sistema público valenciano. “Empecé en ambulancias, luego pasé a la Generalitat”, explica. La experiencia laboral le permitió integrarse en equipos asistenciales, pero también confirmó algo que le repetían con frecuencia sus colegas: “Todos me decían: ‘Sin el MIR no eres nada. Ya tienes el nombre médico, ahora te falta el apellido especialista, así que hazlo’”.

De estudiar y trabajar, a obtener plaza MIR


Shelby ha preparado el MIR mientras trabajaba. “Entre que trabajas y estudias, no he podido compaginar eso nunca”, admite. “Tengo compañeras que estudian mínimo 12 horas, y yo entre que llegaba del trabajo molida a tener que estudiar, era fatal”.

Su primer intento fue con CTO, sin éxito. “Me dio ese bajón que da a todos cuando no apruebas y sientes que se ha ido un año estudiando”. En esta última ha tenido más suerte. Aun así, nunca esperó llegar tan lejos en el turno de elección. “Si no hubiera sido porque abandonaron tantas personas, créeme que a mi número, no llegaba. Es que ni poniéndome velas, te juro, o rezando o al dios que tú quieras creer. Yo no hubiera llegado nunca”.

En sus palabras, la clave fue la determinación. “No tengo cargas familiares, no soy mamá, no tengo a nadie a quien mantener… entonces soy libre de poder moverme y disponer”, explica. “Al trabajar, por suerte ahorré dinero también. Ya estaba mentalizada de que donde fuera iba a aceptar la residencia”.

Lugo no estaba en la lista para hacer el MIR


Shelby elaboró una lista de unas 20 preferencias para su elección de plaza, pero el Hospital da Mariña no figuraba entre ellas. “De mi lista de opciones que tenía, Lugo no era una opción”, reconoce. “Era o lo tomas o te esperas un año más, entonces pues lo tomé”.

Pese a no estar entre sus primeras elecciones, asume la decisión con entusiasmo: “Contenta,  porque es que en mi caso yo siento que esto me va a ayudar”.

Durante su etapa como sustituta, aprendió muchas tareas sobre la marcha. “Tenía que estar preguntando a mis compañeros que están pasando consulta, cómo hacer un visado, cómo pautar esta medicación, cómo hago este certificado”. Por eso valora enormemente el acceso a una formación estructurada como la residencia: “Siempre decía: ‘Si tuviera el MIR, no tendría que estar molestando a mis compañeros’”.

El sueño de ser especialista tras el MIR


Aunque al llegar a España su objetivo era especializarse en Digestivo, Medicina Interna o Reumatología, su experiencia laboral fue moldeando sus intereses: “Ya trabajando en Familia no lo vi malo, me gusta, así que no me arrepiento para nada de haberla escogido”.

A partir de ahora, Shelby se trasladará a Galicia para iniciar su residencia. “Tenía pactado hacer verano con mis coordinadores en Valencia, y nadie se cree que haya aceptado Lugo”, comenta entre risas. “Todos me decían: ‘No, como muy lejos. A lo mejor te toca Requena’. Y yo decía: ‘Ojalá’. Pero nada, ya estando ahí no quedaba nada”.

Shelby Pérez representa a una parte del MIR invisible para las estadísticas: la de quienes han sostenido la vocación desde los márgenes del sistema, compatibilizando turnos y apuntes, esperando una homologación, estudiando sin garantías, trabajando donde nadie más quiere. Y que, aun así, no han renunciado.
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