Enrique Font y Andrea Poveda, R1 de Psiquiatría del HUVA y pareja sentimental.                                            
                                        
                                        
                                            La 
asignación de plazas MIR puede ser un arma de doble filo. Y es que, en algunos casos, 
acceder a la especialidad médica soñada implica hacer las maletas a
 otra ciudad y dejar toda la vida atrás, al menos durante los
 cuatro años de residencia. Pero también hay historias positivas en las que el amor se abre camino y es precisamente esa mudanza la que permite 'vencer' la distancia y cambiar la pantalla por la convivencia diaria en pareja, tanto en casa como en el hospital. 
Como 
estudiantes de Medicina, 
Enrique Font y Andrea Poveda no tenían mucho entretenimiento disponible en 
marzo de 2020 más allá de sus apuntes, dado el confinamiento que se instauró por el 
coronavirus. Sin embargo, las
 redes sociales permitieron a estos dos alumnos de 
universidades diferentes conocerse de manera 
online y sentir un flechazo, aunque fuese de forma telemática.
Durante la 
preparación del MIR, saber que la recompensa sería vivir juntos hizo más fáciles las cosas. "Conozco a muchas 
parejas en las que uno de los dos es médico que rompieron durante el 
estudio del MIR, pero que tu pareja estudie contigo no solo te da un compañero de estudio, también entiende que estés 
casi un año sin apenas tiempo libre", destaca Enrique. De manera generalizada, él ha comprobado que "el hecho de 
que tu pareja sea médico ayuda a que entienda
 cómo de absorbente es la profesión". 
	
		
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					"Que tu pareja estudie contigo no solo te da compañía, también te garantiza que entienda cómo de absorbente es la Medicina" 
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Tras acabar el 
examen de FSE, ambos se enfrentaban al momento de 
elegir su vacante de residencia. "Fue un momento tenso", recuerda Enrique, puesto que había muchos 'requisitos' a cumplir para que todo saliera acorde al plan que ellos mimos habían trazado. "Ya de base
 es difícil poder elegir la misma ciudad que tu pareja, pero en nuestro caso además era la
 misma especialidad en el mismo hospital", explica. Pero tenían un as bajo la manga, dado que "para bien o para mal" 
sus resultados en el examen fueron "muy parecidos" y, por ende, pudieron cambiar las listas de manera simultánea según avanzaba el proceso. 
"Por suerte ninguno tuvo que ceder y los dos pudimos coger lo que nos gustaba, pero fue una situación muy compleja", detalla el ahora 
residente. Él dudaba entre Pediatría, Endocrinología o 
Psiquiatría, mientras ella se inclinaba por esta última aunque sin una preferencia excesivamente tajante. De hecho, los dos tuvieron presente qué parte era la más importante al tomar una decisión definitiva: "Ambos teníamos claro que
 la prioridad era estar juntos, el sitio era completamente secundario".
	
		
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					"Ambos teníamos claro qeu la prioridad era estar juntos, el sitio era completamente secundario" 
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Finalmente, Enrique y Andrea accedieron a dicha rama en el 
Hospital Universitari Arnau de Vilanova (HUAV), en Lleida, aunque también valoraron
 elegir ciudades diferentes pero cercanas y vivir en un lugar intermedio, ya que la cuenta atrás avanzaba y no tenían nada claro. "
No supimos qué hospital poner el primero en nuestras listas hasta la tarde anterior a la elección", asegura Enrique. 
	Día a día de una pareja coR en el MIR
Una vez que encontraron la manera de terminar con la distancia y construir una vida juntos, ambos se mudaron y pudieron traspasar la pantalla, tanto en casa como en el trabajo. 
El resto de su Servicio conoce su situación, y hace lo posible para que el 'encaje de bolillos' que suponen para ellos
 cuadrar horarios sea un poco menos complejo.
"Al estar ambos en el mismo Servicio y ser coR 
nunca estamos de guardia los dos a la vez. Para coger vacaciones esto complica un poco la situación, pero es factible, en gran parte 
gracias a nuestras dos coR y a nuestras residentes mayores", remarca Enrique. Ellos no son los únicos en esta situación. En su propio hospital 
hay otras dos parejas más de R1 que también tomaron la decisión de hacer la especilaidad en el mismo centro sanitario. 
Por norma general, ambos intentan colocar sus respectivas guardias en fines de semana para librar juntos los lunes. "Si uno quiere, se puede", sentencian. Una vez que terminen la residencia
, esperan volver a trabajar en el mismo hospital como médicos adjuntos e incluso "
pasar unos años en el extranjero trabajando al acabar el MIR", concluyen.                                        
 
                                        
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