Un tridente de decisiones explican el éxito de una convocatoria sin plazas desiertas, rompiendo una racha de tres años

El giro estratégico del MIR 2025 que cerró la 'herida' de las vacantes
Por primera vez en los últimos años, la convocatoria del MIR 2025 ha cerrado sin dejar ninguna plaza vacante.


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Por primera vez en los últimos años, la convocatoria del MIR 2025 ha cerrado sin dejar ninguna plaza vacante, ni siquiera en las especialidades tradicionalmente más rechazadas por los aspirantes como Medicina de Familia, del Trabajo o Salud Pública. Un hecho inédito si se tiene en cuenta que solo el año pasado, en 2024, quedaron sin cubrir 459 plazas en Medicina de Familia; 202 en 2023 y más de 200 en 2022, evidenciando una tendencia al alza en el desinterés por ciertas especialidades clave para la sostenibilidad del sistema sanitario público. ¿Qué ha cambiado para que este año se haya revertido ese patrón? El análisis apunta a una serie de decisiones políticas y estrategias autonómicas que, sumadas, han corregido parcialmente una anomalía que venía siendo denunciada por sociedades científicas y profesionales.

El primer elemento determinante ha sido la eliminación de la nota de corte del examen MIR, una medida introducida por el Ministerio de Sanidad bajo el liderazgo de Mónica García. Esta decisión ha tenido un efecto inmediato y decisivo: el 99,8 por ciento de los aspirantes (13.691 personas aprobadas de las 13.711 presentadas a la prueba) obtuvieron un número de orden que les permitía participar en el proceso de elección de plazas. En años anteriores, miles de aspirantes quedaban automáticamente excluidos por no alcanzar el mínimo exigido, reduciendo drásticamente el número real de electores y provocando que muchas plazas, especialmente las menos atractivas, quedaran desiertas. Precisamente, las convocatorias anteriores se veían obligadas a convocar un proceso extraordinario de elección de plazas desiertas.

En segundo lugar, la recuperación del sistema de asignación presencial de plazas ha supuesto un regreso a una dinámica más transparente, participativa y emocionalmente vinculante para los aspirantes. Este modelo fue suprimido en 2021 en favor de un sistema 100 por ciento telemático que, lejos de agilizar el proceso, fue ampliamente criticado por su opacidad y por despersonalizar la elección. Desde su instauración coincidió, además, con el aumento progresivo de plazas vacías. Este año, con la vuelta al acto presencial, los aspirantes, según han reconocido ellos mismos, han tenido una percepción más real y tangible del proceso, lo que ha contribuido a optimizar la asignación.

Un tercer factor relevante ha sido la ampliación del cupo reservado a aspirantes extracomunitarios hasta el 10 por ciento desde 2022, un cambio que este año ha tenido un efecto consolidado con más de 900 extracomunitarios en condiciones de elegir plaza. Este segmento de candidatos ha mostrado históricamente una mayor predisposición a escoger plazas que los aspirantes nacionales tienden a evitar, como Medicina Familiar y Comunitaria, contribuyendo así de manera decisiva a su cobertura total.

Medidas autonómicas para fidelizar a los MIR


A estos cambios en la normativa estatal se suma una política activa de retención del talento sanitario desde las comunidades autónomas, conscientes del riesgo de fuga de los cerca de 8.000 MIR que concluyen su formación este mes de mayo, incluidos aquellos que vieron retrasada su incorporación en 2020 por la pandemia. La respuesta regional ha sido masiva y diversa, estructurando una arquitectura de incentivos que, en su conjunto, ha aumentado sustancialmente el atractivo de las especialidades menos demandadas.

La convergencia de políticas ha logrado un efecto sinérgico: más aspirantes optando a plaza, un proceso más transparente, y unas condiciones de trabajo mejoradas


Entre las medidas más extendidas está la oferta de contratos de hasta tres años de duración para los residentes recién egresados. Comunidades como Galicia, Aragón, Madrid, Castilla y León, y La Rioja han liderado este movimiento, ofreciendo además ventajas complementarias como acceso a formación de posgrado, participación en proyectos de investigación, inclusión en programas de carrera profesional y, en muchos casos, pluses salariales específicos. Aragón, por ejemplo, ha implementado un plan de fidelización que incluye hasta 30.000 euros en incentivos escalonados, además de ayudas en vivienda y conciliación familiar.

Cantabria ha optado por la creación de puestos interinos bien remunerados (unos 61.000 euros anuales) especialmente dirigidos a Medicina de Familia, con modelos mixtos entre Atención Primaria y Urgencias. Murcia, por su parte, ha diseñado un plan urgente de incorporación inmediata para los MIR que concluyen, mientras que Castilla-La Mancha, con un 80 por ciento de fidelización en 2023, ha ampliado su plan contractual incluyendo también sustituciones dentro de su programa de retención.

En regiones como Navarra o Baleares, los llamados “contratos puente” de larga duración han permitido mantener en sus respectivos sistemas a la mayoría de los residentes formados localmente, al tiempo que seducen a médicos formados en otras comunidades. En Cataluña, la estrategia ha pasado por ofrecer incentivos económicos directos a los nuevos residentes de Medicina Familiar y Comunitaria, además de avanzar en la propuesta de un estatuto MIR propio que mejore las condiciones laborales de estos profesionales.

Esta convergencia de políticas —estatales y autonómicas— ha tenido un efecto sinérgico: más aspirantes optando a plaza, un proceso más cercano y transparente, y unas condiciones de trabajo sustancialmente mejoradas en el tramo inicial de la carrera médica. El resultado ha sido un cierre histórico del proceso de asignación del MIR 2025 sin plazas vacantes, lo que no solo revierte una tendencia preocupante, sino que ofrece una hoja de ruta clara para futuras convocatorias.

Sin embargo, tanto sociedades como organizaciones médicas advierten que no se trata aún de una solución estructural definitiva. La plena cobertura de plazas no implica automáticamente que todas se vayan a ocupar efectivamente ni que los médicos permanezcan en ellas a medio y largo plazo. La retención efectiva dependerá de que las promesas autonómicas se materialicen en condiciones laborales estables, atractivas y sostenidas en el tiempo. Pero, por primera vez en años, el sistema MIR ofrece señales de corrección positiva. La clave estará en consolidar este giro y evitar retrocesos.
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