Jesús González tiene que compaginar su vida familiar y sus dos trabajos con los estudios universitarios

Ser enfermero y estudiar Medicina: "Se cobra más, pero se concilia menos"
Jesús González, enfermero que estudia Medicina.


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Los caminos que se toman en la vida también pueden redirigirse. Muchas veces es mejor volver a empezar que quedarse con la duda de qué hubiera pasado, algo con lo que se identifica Jesús González, enfermero de 31 años y estudiante de tercer curso del grado en Medicina en la Universidad de Jaén. “Cuando tienes 18 años es una decisión difícil de tomar, creo yo. Y es verdad que estaba entre dos aguas, Medicina y Enfermería, y al final me acabé decantando por Enfermería”, confiesa a Redacción Médica. El enfermero lleva trabajando desde el año 2016, pero fue hace cuatro años cuando decidió que quería estudiar Medicina: “Me preparé otra vez la selectividad y saqué un 13,58 ese año. El año anterior habían abierto la facultad nueva aquí en Jaén, entré aquí y estoy encantado”, cuenta González.

Si hace una comparativa entre las carreras, opina que son completamente diferentes pese a ser sanitarias: “La Enfermería se dedica a lo que es al cuidado integral del paciente, en todas sus dimensiones, y Medicina estudias desde cómo el fármaco entra al cuerpo hasta cómo se expulsa, dónde actúa, y qué repercusiones tiene en el paciente. Considero que Medicina es mucho más extensa a nivel de conocimiento”, afirma González.

El reto de compatibilizar estudiar y trabajar


Cuando el enfermero decidió entrar a Medicina sabía que iba a ser un esfuerzo enorme y un gran reto teniendo en cuenta sus condiciones laborales: trabaja en la pública entre las urgencias pediátricas y Ginecología, además de en la privada como instrumentista en quirófano de un cirujano plástico. “La verdad que Medicina me apasiona, pero trabajar y estudiar es muy complicado, te tienes que levantar muy temprano todos los días, a las cinco de la mañana, y por la tarde ir a la facultad”, comenta. Además, dice que otro tema a tener en cuenta en su caso es la conciliación familiar, por lo que la situación se hace más difícil. “Es complicado, pero vamos, si no te gusta esto no lo haces lo que estoy haciendo”, reconoce.

Una diferencia principal que ha notado al empezar a estudiar Medicina es la competitividad: “Dentro de tres años voy a competir con mis compañeros en el MIR. Y luego va a haber una lista en el que tú estás detrás detrás de otro o estás delante. Puede ser competencia sana o competencia mala también, ¿sabes? Yo con mis compañeros tengo una competencia buena, nos pasamos los apuntes, pero a nivel colectivo es otra cosa”, admite, refiriéndose a que percibe un ambiente más competitivo en general. 

Las diferencias entre ambas profesiones


Cuando le preguntan por las diferencias entre ambas profesiones, González alude a un símil: “El corazón, que es lo que mueve el hospital, es el enfermero, y el cerebro son los médicos, que son los que ponen los tratamientos”, explica. Por ello, el nivel de responsabilidad que tienen los médicos le parece mayor: “Cuando estoy en el quirófano me doy cuenta que el cirujano plástico tiene muchísima responsabilidad, y estás preparado para eso, pero son situaciones mucho más demandantes en cuanto a conocimientos”, opina. Aún así, añade que Enfermería también tiene responsabilidades: “Te puedes equivocar, tienes que revisar que el paciente no sea alérgico a nada… pero considero que Medicina tiene mucha más”.

Su pasión por la Medicina no le impide ver que a nivel conciliación puede ser más problemático: “Con la familia, el hospital… en Medicina se cobra más dinero, pero creo que la conciliación familiar no es la misma que en Enfermería. Cuando trabajo un diurno de 12 horas y una noche de 12 horas, tengo tres días de descanso. Y creo que hay un poco de disparidad con Medicina”, explica. En este contexto, el enfermero tiene esperanza: “Las condiciones creo que van a cambiar a mejor, o deben cambiar a mejor”, concluye.
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