Un momento del examen MIR.
La
irrupción de dispositivos discretos con Inteligencia Artificial (IA), como las
gafas Meta de Ray-Ban, ha puesto sobre la mesa
la preocupación de que puedan usarse de forma fraudulenta para copiar en los exámenes o en el TFG, incluso en las facultades de Medicina. Por ejemplo, en Andalucía ya se plantean cambiar los criterios de evaluación para adaptarse a esta tecnología. En carreras como Medicina, donde adquirir los conocimientos y sentar sus bases es realmente importante, empezar a contemplar estas posibilidades de fraude empieza a ser una realidad. Así lo ve
Antonio F. Compañ, presidente de la Conferencia Nacional de Decanas y Decanos de Facultades de Medicina Españolas (Cndfme): “Las universidades deben
destinar recursos a implementar mecanismos de detección efectivos", afirma a
Redacción Médica.
No obstante,
Compañ subraya que esta inversión debe formar parte de una estrategia "más amplia, equilibrada y legal, priorizando las soluciones más eficientes y menos invasivas". El motivo es claro:
permitir el fraude socava la integridad del título y, en la profesión médica, un "conocimiento deficiente adquirido fraudulentamente pone en riesgo la vida de futuros pacientes y daña la reputación de la universidad", sostiene. Según Compañ,
el coste de un profesional mal formado es "incalculable". Por ello, es importante emplear la tecnología "de forma inteligente y dirigida" para contrarrestar los dispositivos más pequeños y difíciles de ver, como "los pinganillos, las microcámaras en bolígrafos o los smartwatches", comenta.
Estrategias de detección en las aulas
El presidente de la Cndfme propone varias medidas para poder detectar los dispositivos de forma eficaz en las facultades de
Medicina. En primer lugar, plantea el
uso de detectores de metales de mano, pues dice que “son relativamente baratos, rápidos de usar y muy efectivos para detectar objetos ocultos bajo la ropa", incluso si el móvil se ha dejado fuera. Una inversión más alta, pero que ataca directamente a la tecnología de fraude “más sofisticada”, son los
detectores de radiofrecuencia, capaces de localizar señales de transmisión activa (Bluetooth, Wi-Fi, GSM) emitidas por dispositivos ocultos, señala. Además, en el caso de la evaluación
online, considera indispensable
el uso de software de Proctoring o monitorización, que vigila la webcam, el micrófono y el escritorio para garantizar la integridad.
Más allá de la implementación técnica, el simple conocimiento por parte de los estudiantes de que la universidad tiene la capacidad técnica de detectar dispositivos,
"actúa como un poderoso elemento disuasorio", estima Compañ, reforzando el mensaje de "tolerancia cero al fraude" y reduce la inversión en costosos equipos de copia.
La necesidad de vigilancia en el aula y los riesgos educativos
La preocupación por estos dispositivos con
IA "ha dejado de ser una anécdota y se ha convertido en una preocupación central y creciente" para el profesorado, señala Compañ. Explica que los dispositivos son cada vez más pequeños, a menudo "no metálicos," lo que exige a los profesores
ser mucho más meticulosos. Por ello, las facultades están empezando a ofrecer formación específica al personal para reconocer señales de fraude electrónico, como "inspección visual de orejas para detectar pinganillos" o fijarse en gestos sutiles, expone.
El presidente de la Cndfme considera que
la formación de los futuros médicos peligra "de forma muy grave" si usan estas herramientas de manera
no didáctica, solo para aprobar copiando. Este fraude no solo afecta la nota, sino que demuestra "una falta de honestidad fundamental que es
inaceptable en un profesional que jurará un código deontológico", sentencia Compañ. Además, incide en que la dependencia de la IA para una respuesta correcta en el examen impide que el estudiante desarrolle la capacidad de razonar bajo presión o de dudar críticamente de una respuesta: "La IA puede proporcionar una respuesta correcta a un caso clínico,
pero el médico necesita el juicio clínico para aplicarla", concluye.
Andalucía, a favor de modificar los TFG por la IA
El uso de la inteligencia artificial no afecta solo a los exámenes universitarios, los alumnos usan cada vez con más frecuencia la IA para sus TFG. Esto ha hecho que la
Junta de Andalucía se muestre favorable a
modificar los trabajos de fin de grado y de máster ante esta cuestión, que hace que en la actualidad no se pueda garantizar que el estudiante haya adquirido los conocimientos necesarios para obtener su título oficial. "Hasta el momento se pedía a los estudiantes trabajos de 50 o 60 páginas y ahora será muy importante ver cómo, sin prohibir el uso de la inteligencia artificial, tenemos al menos un control sobre la manera en que el alumnado adquiere el conocimiento para elaborar sus TFG y TFM", afirma
Ramón Herrera, secretario general de Universidades de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación.
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