David Pizarro Mir y Blanca Triay Carretero, pareja de estudiantes de Medicina.
Hace
cinco años que empezó su historia. Blanca y David acababan de cumplir los 18 y, tras años de esfuerzo, habían logrado lo que tanto tiempo llevaban soñando: entrar en la carrera de
Medicina. Su vocación vino de lugares distintos. En el caso de David, de la admiración que sentía por los médicos que lo operaron cuando era niño. Gracias a ellos, ahora puede andar sin complicaciones. En cambio, Blanca siempre había sentido mucha curiosidad por todo lo relacionado con el cuerpo humano. Más adelante, su interés por la biología y sus ganas de aprender la llevaron a estudiar
Medicina. Por aquel entonces, estaban convencidos de que su elección de grado había sido la correcta. Pero ahora pueden confirmarlo, aunque quizá el motivo sea distinto al que imaginaban hace unos años. Blanca y David
encontraron el amor en la universidad. "Ha sido
lo mejor que nos ha pasado. Gracias a la Medicina por habernos unido”, cuentan a
Redacción Médica.
Así es estudiar la misma carrera que tu pareja
El primer contacto llegó incluso antes de que empezaran las clases. Se había creado un
grupo de WhatsApp con los futuros compañeros y se organizó un encuentro previo al inicio del curso. "Éramos unos doce y fuimos a tomar algo. Casualmente, nos sentamos uno frente al otro… y ahí comenzó todo", recuerdan. Desde el día siguiente empezaron a hablar y a intercambiar mensajes. Pronto se convirtieron en amigos inseparables y, con el tiempo, su relación fue un paso más allá. "En diciembre de segundo nos dimos cuenta de que nos estábamos enamorando. Actualmente, llevamos juntos tres años y siete meses, y
seguimos creciendo juntos dentro y fuera de la Medicina”, aseguran.
Así, cuando les preguntan por
cómo es estudiar la misma carrera que tu pareja, no dudan en contestar que es “una experiencia increíble". "Nos hemos apoyado mutuamente en los momentos difíciles, y juntos hemos crecido muchísimo, tanto como estudiantes como personas", afirman. En el
plano académico, aseguran complementarse el uno al otro. Blanca ha enseñado a David a hacer esquemas más visuales y organizados, y David, por su parte, disfruta explicando la lección en voz alta después de repasarla. Además, desde primero de carrera, se acostumbraron a realizar una videollamada cada tarde,
de 16:30 a 20:30 horas, para repasar los temas dados ese día en clase, hacer esquemas y mantenerse al día con el temario. Juntos logran dar forma y
entender los asuntos más complejos.
“Dos cerebros piensan más que uno, y en Medicina el trabajo en equipo es esencial, especialmente en los casos clínicos", sostienen. Con todo, la comprensión y el apoyo mutuo se han convertido en la base de su relación. Sin embargo, son conscientes de que compartir carrera también tiene una parte negativa. "Lo más complicado suele ser
comparar las notas o frustrarnos cuando estudiamos las mismas horas y no obtenemos los mismos resultados. Además, querer sacar plaza en la misma ciudad y, si es posible, en el mismo hospital, añade una capa extra de tensión", confiesan. “Sabemos que formar una familia será un gran reto, teniendo en cuenta las muchas guardias y los horarios exigentes que implica la residencia", agregan.
Una mirada al futuro
Este año acaban de completar quinto de carrera y aún les queda un curso académico, además de la preparación y el posterior examen
Médico Interno Residente (MIR), para poder escoger especialidad.
Pero ya empiezan a valorar opciones. Por el momento, sus intereses son distintos. David se inclina por Oftalmología o especialidades más centradas en el laboratorio. Por su parte, Blanca opta por otras ramas como la Psiquiatría, la Pediatría o Urgencias. No obstante, saben que aún queda mucho camino por recorrer antes de decidir.
Sin embargo, trabajan con una meta clara: "Nuestro sueño es hacer
la residencia en el mismo hospital, así que vamos a darlo todo para sacar un buen número en el MIR que nos permita conseguirlo". Son conscientes de que el objetivo es difícil. Por ello, si no es posible, al menos quieren que sus hospitales estén cerca, ya que uno "de nuestros grandes deseos es
poder vivir juntos ya durante la residencia".
De cara al largo plazo, también son ambiciosos. "Nos hace mucha ilusión, en algún momento, poder tener
nuestra propia clínica o consulta privada. Estamos muy ilusionados con la idea de empezar un legado médico en la familia, ya que no tenemos antecesores en esta profesión", relatan. Además, también quieren seguir divulgando en redes sociales, colaborar con otros médicos y, en algún momento, dedicarse a la docencia en la universidad o en la academia MIR.
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