Diego Rangel, vocal de la Asociación de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
La
insuficiencia cardiaca (IC) sigue siendo hoy en día una de las patologías que llega a provocar más muertes, considerándose que el
50 por ciento de pacientes con un diagnóstico a cinco años acaben falleciendo. Pese a ello, el tratamiento y el diagnóstico han ido perfeccionándose con el paso del tiempo, destacando el desarrollo estos últimos años de cuatro pilares farmacológicos, principalmente en la IC con fracción de lesión reducida. Además, los métodos de monitorización a distancia y la telemedicina han supuesto un enorme salto de calidad asistencial y han permitido que el cardiólogo se adelante a
descompensaciones de los pacientes mejorando su control y seguimiento ambulatorio.
En el día Mundial dedicado a esta condición,
Diego Rangel, vocal de la Asociación de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (
SEC), destaca en
Redacción Médica que, en relación al diagnóstico, “se cuenta ya con biomarcadores que facilitan mucho el mismo, como es la determinación de péptidos natriuréticos, fundamentalmente el
NT-PROBNP. Estas moléculas se elevan en sangre en situaciones de
insuficiencia cardiaca y permiten confirmar un diagnóstico de sospecha”.
Por lo que respecta a las principales novedades ligadas a los tratamientos, en el último año el cardiólogo afirma que respecto a la IC con
fracción de eyección reducida “se ha constatado que la instauración precoz de esos cuatro pilares farmacológicos que son el ARNIsIIECAs o ARA2, los betabloqueantes, los antagonistas de los receptores mineralocorticoides y los ISGLT2 mejora notablemente los síntomas y el pronóstico, mejorando e incluso recuperando la
función cardiaca y consiguiéndose -en algunos casos- la remisión de la insuficiencia cardiaca”.
Rangel menciona también que existe
otro tipo de insuficiencia cardiaca, como es la de
fracción de eyección preservada, frecuente en personas mayores y con otras enfermedades asociadas y nos recuerda avances cosechados durante el último año: “Se han identificado moléculas, algunas novedosas y otras ya conocidas, utilizadas para otros problemas de salud como la diabetes, la enfermedad renal crónica y la
obesidad, que no solo han mostrado mejoría en estas enfermedades sino que mejoran sintomática y pronosticamente a estos pacientes previniendo incluso el desarrollo de la propia insuficiencia cardiaca”.
Monitorización a distancia y asistencia ventricular
Otro avance que ha ganado enteros este último año está relacionado con los
métodos de monitorización a distancia. En este escenario, el cardiólogo señala que “existen sensores directos como los sensores de presión de la arteria pulmonar que permiten vigilar y adelantarse a las
descompensaciones de los pacientes, evitando el ingreso y mejorando el control en domicilio.”
Asimismo, la Inteligencia Artificial (
IA) también empieza a desarrollar otras nuevas herramientas frente a la insuficiencia cardiaca, como las Enfermeras virtuales que son aplicaciones que interaccionan con los pacientes bien telefónicamente o en forma de aplicaciones en web o en móvil que permiten también la
monitorización remota: Pueden ayudar a registrar signos vitales como la presión arterial y la frecuencia cardíaca, alertando sobre posibles complicaciones y descompensaciones así como recordatorios de medicación y apoyo en cambios de estilo de vida: “Se está logrando que el paciente no vaya tanto al hospital, previniendo su empeoramiento y riesgos, además de
reducir costes al sistema”.
El especialista hace referencia a la investigación que señalaba a las
vacunas frente al herpes zóster como un escudo contra enfermedades cardiovasculares: “Desde el Servicio de Cardiología se lleva tiempo utilizando debido a que nos dedicamos al trasplante cardiaco y se ha visto una enorme
reducción de riesgo cardiovascular, tal y como también pasó con la
vacuna de la gripe”.
Los dispositivos de asistencia ventricular de larga duración también son para Rangel, una
auténtica innovación en insuficiencia cardiaca: “Se trata de unas máquinas que se implantan en
pacientes con insuficiencia cardiaca grave, permitiendo que el paciente recupere la actividad, calidad de vida y adquiera una independencia funcional muy importante”. Comenta en este sentido que “este último año hemos sido testigos de avances muy relevantes en el manejo de anticoagulación y antiagregación de estos pacientes portadores de asistencias”.
Con respecto al camino que debe seguir la
investigación a nivel español y europeo, el especialista defiende que existen dos líneas claras: “desde el punto de vista de
insuficiencia cardiaca reducida, está la implementación precoz de los fármacos que se usan de las cuatro familias anteriormente mencionadas además de desarrollar nuevas dianas terapéuticas”. Además, el facultativo hace hincapié una vez más en el papel de los sensores y el análisis del Big Data generado con aplicaciones de Inteligencia artificial, que permite a la mejora de todo el proceso asistencial de estos pacientes.
Los caminos futuros frente a la insuficiencia cardiaca
Por lo que respecta al futuro que le depara a la insuficiencia cardiaca el foco está ahora mismo en “el hecho de
prevenir que los pacientes con factores de riesgo establecidos desarrollen la insuficiencia cardiaca. Los biomarcadores que sirven para el diagnóstico también sirven para identificar los pacientes en riesgo de desarrollar este escenario”.
Finalmente, el facultativo defiende la necesidad de “seguir luchando por implementar que
todos los pacientes con IC, ya sea reducida o preservada reciban la terapia que ha demostrado mejorar su supervivencia y su calidad de vida y que otros, en riesgo de desarrollarla, reciban también los tratamientos que eviten su desarrollo”.
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