Diccionario de enfermedades

Obesidad

¿Cómo se diagnostica la obesidad?
La obesidad se define como un exceso de grasa corporal. La cantidad de grasa puede determinarse por diferentes técnicas, más o menos precisas y más o menos complejas. Sin embargo estas técnicas no son habitualmente accesibles, por lo que la manera más común de definir la presencia de sobrepeso u obesidad es mediante el cálculo del índice de masa corporal (IMC).

El IMC es el peso (expresado en kilogramos) dividido por la talla al cuadrado (expresada en metros). Por ejemplo, una persona que mide 1,75 metros y pesa 85 kg tiene un IMC de:

IMC = 85/1,752 = 85/3,06 = 27,8 kg/m2.

El IMC no es un índice exacto para determinar el sobrepeso o la obesidad. Existen personas muy musculosas cuyo IMC está muy elevado no porque sean obesas, sino porque tienen una gran masa muscular. En estas circunstancias el IMC no es un método adecuado de cálculo.

La obesidad es un problema de primera magnitud en los países emergentes y en aquellos en vías de desarrollo, con un aumento progresivo de su frecuencia durante las últimas décadas. En Estados Unidos, el porcentaje de sujetos con un IMC >30 kg/m2 se ha incrementado desde un 14,5% a finales de los años 70 hasta un 34% en los años 2007 y 2008. A su vez, ha habido un incremento muy significativo de la obesidad en niños.

En España, y según un informe de 2012, el peso de la población se sitúa por encima del de la media europea. Dos de cada 3 varones españoles tienen sobrepeso y 1 de cada 6 es obeso. España también tiene una de las tasa más altas de obesidad infantil, con 1 de cada 3 niños de 13 a 14 años con sobrepeso. La obesidad es mucho más frecuente en las clases sociales con menor nivel de educación y de ingresos.

Clasificación del sobrepeso y de la obesidad


A pesar de sus limitaciones, el IMC es el método más sencillo para detectar la presencia de obesidad en la mayoría de las personas. De acuerdo a este índice una persona puede clasificarse como:

IMC (en kg/m2) Clasificación
<18, 5 Peso inferior al ideal
18,5-24,9 Peso ideal
25-29,9 Sobrepeso
30-34,9 Obesidad grado I
35-39,9 Obesidad grado II
≥40 Obesidad grado III

Los puntos de corte establecidos no son arbitrarios, sino que proceden de numerosos estudios epidemiológicos que han demostrado que a partir de determinados puntos de corte el riesgo de complicaciones derivadas de la obesidad aumenta. El riesgo de enfermedades cardiovasculares, de cáncer, de enfermedades metabólicas y de mortalidad aumentan ligeramente a partir de un IMC de 25 kg/m2 y sufren un importante ascenso a partir de un IMC de 30 kg/m2.

Más recientemente se ha demostrado que la distribución de la obesidad también se asocia con el riesgo cardiovascular. La acumulación de grasa a nivel del abdomen, lo que se denomina obesidad abdominal u obesidad visceral, se acompaña de un riesgo aumentado para el desarrollo de diabetes, enfermedades cardiovasculares y muerte en comparación con una acumulación de grasa a nivel de la cadera, nalgas, piernas u otras localizaciones. Parece ser que esto es debido a que la grasa del interior del abdomen tiene unas características especiales que la hace ser más dañina. La Federación Internacional de Diabetes considera que existe obesidad abdominal, en las personas de ascendencia europea cuyo diámetro de cintura sea mayor de 94 cm en varones y de 80 cm en mujeres. Los criterios americanos indican que existe obesidad abdominal cuando en varones el diámetro de la cintura supere los 102 cm y en mujeres los 88 cm.

¿Cuáles son las causas de la obesidad?


Existen algunas enfermedades que pueden ser responsables de la obesidad. Si bien siempre deben descartarse antes de considerar que la obesidad es de causa desconocida, están presentes en una parte muy pequeña del total de pacientes obesos. Entre ellas se encuentran:
  • Alteraciones metabólicas:
  • Hipotiroidismo.
  • Síndrome de Cushing.
  • Síndrome de ovario poliquístico.
  • Insulinoma.
  • Alteraciones cerebrales que afectan al hipotálamo (centro regulador del apetito):
  • Craneofaringioma.
  • Toma de medicamentos. Los medicamentos que pueden favorecer el aumento de peso son:
  • Antidiabéticos. La insulina y algunos medicamentos orales para la diabetes pueden aumentar el peso.
  • Corticoides.
  • Algunos antipsicóticos.
  • Litio.
  • Algunos antiepilépticos.
  • Algunos antidepresivos.
En la mayoría de ocasiones, sin embargo, la obesidad no es debida a ninguna otra enfermedad y sus causas son desconocidas, aunque siempre derivadas de una combinación de factores genéticos y ambientales:
  • Factores genéticos. Es indudable que en la obesidad existen factores genéticos que la favorecen. Es habitual que de padres con exceso de peso nazcan niños con sobrepeso. Esto se ha demostrado, por ejemplo, al estudiar a niños adoptados. El peso de los niños adoptados se asemeja más al de sus padres biológicos que al de los padres adoptivos. Probablemente son muchos los genes que contribuyen a que haya una tendencia a heredar el peso, si bien la mayoría de ellos no están identificados. Actualmente se estima que los factores genéticos contribuyen a explicar la mitad, o algo más de la mitad, del exceso de peso. Aunque se han descrito algunos casos, la presencia de mutaciones genéticas puntuales asociadas a obesidad son muy raras y, en general, son casos de obesidad muy grave, presente ya desde la infancia y asociada a otras anomalías, como retraso mental.
  • Factores ambientales. Los factores ambientales que influyen en el peso son:
  • La alimentación. Tanto el tipo de alimentación como la cantidad.
  • La actividad física realizada, tanto en el trabajo como de forma recreacional.
  • El tiempo que se pasa delante de la televisión.
  • La deprivación de sueño, la cual se asocia con el desarrollo de obesidad.

    Todos estos factores interactúan con la herencia recibida para que se facilite o no el desarrollo de sobrepeso u obesidad.

  • Otros factores. Otros factores que contribuyen a favorecer la obesidad son:
  • La edad. Cuanto mayor es una persona más fácilmente gana peso, probablemente porque se pierde masa muscular y el gasto energético basal (las calorías que se queman en el día a día) es menor.
  • El sexo. Las mujeres tienen un gasto energético basal menor que los hombres por lo que queman menos grasa. Esto es especialmente importante al iniciar la menopausia, donde es frecuente ganar peso a pesar de realizar la misma actividad que se hacía previamente.
  • Factores psicológicos. Muchas personas derivan sus frustraciones hacia el consumo de comida. La ansiedad, la tristeza, el aburrimiento, pueden influir en comer más y aumentar la entrada de calorías.
En general, el peso se ha considerado como un equilibrio entre las calorías que una persona consume (lo que come) y las que gasta (su gasto energético basal y su actividad física). Si bien esta relación es válida en numerosas circunstancias, no lo es para todos los pacientes.



¿Qué síntomas produce la obesidad?


La obesidad se asocia con numerosas patologías. El riesgo de muerte de los sujetos obesos duplica al de las personas con un peso normal, generalmente por una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares. Las enfermedades asociadas con la obesidad son:
  • Diabetes y síndrome metabólico. Aproximadamente 8 de cada 10 pacientes diabéticos son obesos. Tanto la diabetes como el síndrome metabólico se relacionan preferentemente con el depósito de grasa abdominal (obesidad abdominal). A pesar de la intensa relación entre obesidad y diabetes, la mayoría de sujetos obesos no desarrollan diabetes, por lo que otros factores, muchos de ellos genéticos, desempeñan un papel importante en esta asociación. La pérdida de peso, aunque sea moderada, suele mejorar el control de la glucosa en el paciente con diabetes.
  • Enfermedades cardiovasculares. Son la primera causa de muerte en personas obesas, sobre todo con obesidad abdominal. El efecto es parcialmente debido a la mayor frecuencia en estos pacientes de diabetes, hipertensión arterial, elevación del colesterol-LDL (colesterol malo), elevación de los triglicéridos y descenso del colesterol-HDL (bueno), factores todos ellos relacionados con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Los pacientes obesos tienen un mayor riesgo tanto de enfermedad coronaria, como de ictus y de insuficiencia cardiaca.
  • Enfermedades pulmonares. La obesidad reduce la capacidad pulmonar. Además se asocia con el síndrome de apnea del sueño.
  • Enfermedades del hígado y vía biliar. Los obesos tienen con frecuencia un hígado graso (esteatosis hepática) que puede raramente progresar a una cirrosis. La obesidad también se asocia con un mayor riesgo de colelitiasis (piedras en la vesícula).
  • Cáncer. En varones, la obesidad se asocia con un incremento de la mortalidad por cáncer de esófago, cáncer de páncreas, cáncer de hígado, cáncer de colon y cáncer de próstata. En mujeres se asocia con una mayor mortalidad por cáncer de mama, cáncer de útero, cáncer de cérvix, cáncer de ovario y cáncer de vesícula y vía biliar.
  • Enfermedades de los huesos y articulaciones. Los pacientes obesos tienen ataques de gota y desarrollan artrosis con mucha frecuencia. Las localizaciones más habituales de la artrosis son la cadera y las rodillas como consecuencia del peso que deben soportar esas articulaciones.
  • Alteraciones reproductivas. En varones, cuanto mayor es la obesidad menor es la concentración de testosterona (hormonas masculinas) y mayor la de estrógenos (hormonas femeninas). Sin embargo no suelen tener pérdida del deseo sexual o alteraciones en la formación de espermatozoides. En las mujeres, la obesidad frecuentemente se asocia con alteraciones menstruales.

¿Cómo se diagnostica?


El diagnóstico de obesidad se realiza mediante el cálculo del IMC. El IMC se relaciona adecuadamente con la cantidad de grasa corporal si bien, como se ha comentado, este método no es válido para personas musculosas. En estas circunstancias el cálculo de la cantidad de grasa corporal (masa grasa) debe realizarse de otra manera:
  • Pesando al paciente en el interior del agua (considerado el método ideal pero solo realizado en estudios de investigación) o, de forma más sencilla,
  • Utilizando un aparato de bioimpedancia eléctrica, un aparato que trasmite una corriente eléctrica que atraviesa el organismo de forma inapreciable para el paciente, y calcula el porcentaje de grasa corporal de una persona.
Además del IMC, es importante evaluar la distribución de la obesidad, si es difusa o preferentemente abdominal. Para ello en todos los pacientes se debe medir la cintura.

Una vez realizado el diagnóstico de obesidad se debe identificar si ésta es o no debida a alguna enfermedad asociada. Para ello, además de una historia clínica y exploración adecuadas, puede ser necesario solicitar análisis específicos.

Por último, se debe evaluar si existen enfermedades que sean consecuencia de la obesidad, es decir si existe diabetes, hipertensión arterial, etc. Para ello se debe determinar la presión arterial y realizar análisis de sangre para valorar la concentración de colesterol total, colesterol-LDL, colesterol-HDL, triglicéridos y glucosa.

¿Es hereditaria?


La obesidad tiene un importante componente genético modulado por factores ambientales.

¿Puede prevenirse la obesidad?


La obesidad puede prevenirse realizando una dieta adecuada ajustada al gasto calórico y ejercicio físico frecuente.

Tratamiento de la obesidad


A la hora de valorar el inicio de un tratamiento para reducir el peso corporal, se debe evaluar la disposición del paciente para realizar una serie de cambios en su estilo de vida dirigidos a perder peso, así como una evaluación de sus expectativas.

La reducción del peso solo puede conseguirse quemando más calorías de las que se ingieren con la dieta. Es por ello importante:
  • Conocer el tipo de dieta que realiza el paciente, tanto la calidad como la cantidad. Es importante saber la cantidad de calorías que se están consumiendo por término medio cada día. Para ello el paciente debe rellenar una serie de cuestionarios donde anota toda la comida y toda la bebida tomada durante un determinado periodo de tiempo. Se pueden realizar cuestionarios que recogen todo lo que el paciente recuerda haber consumido el día anterior o, de forma más exacta, cuestionarios que recogen lo que se está consumiendo durante 3 a 7 días. Con estos cuestionarios se pueden calcular las calorías diarias ingeridas por el paciente.
  • Estimar la cantidad de calorías que el paciente quema a lo largo del día (lo que se denomina gasto energético o gasto calórico total diario). Este gasto depende de 2 factores, de la actividad física realizada y del gasto calórico o metabólico basal:
  • Gasto metabólico basal. Es la cantidad de calorías que una persona quema sin tener en cuenta ningún tipo de actividad física, lo que quema simplemente por el hecho de estar vivo. Incluye las calorías que se queman por el hecho de respirar, mantener la temperatura del cuerpo, mantener cierto tono muscular, hacer la digestión, etc. Este gasto depende del sexo, la edad, la talla y el peso y puede calcularse por diversas fórmulas de la que la más usada es la ecuación de Harris-Benedict:

    Varones = 66,4 + (13,75 x peso en kg) + (5,003 x talla en cm) – (6,775 x edad).

    Mujeres = 655,1 + (9,563 x peso en kg) + (1,850 x talla en cm) – (4,676 x edad).

    Se puede calcular automáticamente en varias direcciones como:

    http://www.rccc.eu/ppc/calculadoras/BEE.htm.

  • Actividad física realizada. Consiste en calcular las calorías que se gastan a lo largo del día con la actividad física realizada, ya sea la actividad durante el trabajo, durante el transporte al trabajo, en el domicilio o mientras se realizan actividades deportivas. Estas calorías dependen también del sexo, del peso y de diversas circunstancias personales (embarazo, lactancia, crecimiento, etc.). Las calorías de la actividad física deben sumarse al gasto energético basal para conocer el gasto energético total diario. Como aproximación, el gasto en calorías por cada Kg de peso corporal y por cada hora de las siguientes actividades es:
  • Por dormir o estar tumbado: 0,1 Kcal/kg de peso y hora.
  • Por estar de pie, sentado, por escribir, leer, comer, coser, pasear, por realizar un trabajo ligero (trabajar con el ordenador, dibujar o pintar, conducir, etc.): 0,4 Kcal/kg de peso y hora.
  • Por hacer una actividad que requiere cierto movimiento como vestirse, caminar a paso vivo (5 km/h), cantar, barrer, bajar escaleras, fregar, planchar, tocar instrumentos musicales, clavar, pintar una casa, carpintería, fontanería, etc.: 0,7 Kcal/kg de peso y hora.
  • Por realizar una importante actividad física: como caminar rápido, bailar, montar en bicicleta, subir escaleras, patinar, trasportar materiales pesados, cavar con una pala, etc.: 3 Kcal/kg de peso y hora.
  • Por correr, montar rápido en bicicleta, nadar, remar o hacer trabajos de actividad intensa (leñadores, cavar con intensidad, etc.): 7,5 Kcal/kg de peso y hora.

    Un cuadro más detallado del gasto calórico por cada 30 minutos de una determinada actividad en una persona de 70 kg de peso sería:


Actividad física moderada

Gasto aproximado en calorías por 30 minutos de actividad en una persona de 70kg1

Caminar por el campo

185

Bailar ligero

112

Bailar rápido

165

Trabajo de jardinería ligero

165

Golf

165

Ciclismo (<15 km/h)

145

Caminar (6 km/h)

140

Trabajo levantando pesos

110

Estiramientos

90

Trotar (8-9 km/h)

295

Ciclismo (>15 km/h)

295

Natación

255

Ejercicio aeróbico

240

Caminar rápido (7 km/h)

230

Trabajo duro (cortar, serrar, cavar)

220

Levantar pesos

220

Baloncesto, futbol, tenis intenso

220

Nadar rápidamente o corer a 11km/h

409

Actividades cotidianas

Gasto aproximado en calorías por 30 minutos de actividad en una persona de 70kg1

Dormir

23

Ver la televisión

28

Leer sentado

42

Trabajar con el ordenador

51

Estar sentado en una clase

65

Cocinar

93

Hacer la compra

130

Jugar con los niños de forma ligera

150

Lavar el coche, limpiar cristales

167

Jugar con los niños de forma intensa

186

1el gasto energético es mayor en personas de más peso

  • El gasto calórico total es la suma del gasto metabólico basal y el gasto por la actividad física.

Otra manera más sencilla y más imprecisa de calcular el gasto energético total es multiplicar el gasto metabólico basal por un determinado coeficiente, en función del sexo y la actividad física global de la persona:

Personas que permanecen sentadas la mayor parte del tiempo

Personas con trabajo que requiera esfuerzo físico moderado

Personas con trabajo físico intenso

Varones

1,60

1,78

2,10

Mujeres

1,50

1,64

1,90

  • Cualquier programa de pérdida de peso debe dirigirse a que las calorías consumidas sean menores que las quemadas. Esto puede hacerse aumentando la actividad física o, más fácilmente, reduciendo el consumo de calorías.
  • Los objetivos de pérdida de peso deben ser realistas y adaptados a los motivos por los que se desea reducir dicho peso (estéticos, mejorar una determinada enfermedad, etc.). En general suele recomendarse inicialmente un descenso del peso del 10%.
Objetivos del tratamiento

Los objetivos del tratamiento son mejorar o hacer desaparecer las enfermedades del paciente relacionadas con su obesidad y reducir el riesgo de complicaciones futuras. En todos los pacientes se debe intentar que realicen modificaciones en sus estilos de vida relacionados con su dieta y actividad física. La necesidad de realizar tratamiento con medicamentos o incluso cirugía dependerá del grado de obesidad y de la gravedad de las enfermedades asociadas.

Dieta

El objetivo principal de la dieta es reducir la cantidad de calorías que se consumen (déficit calórico). Parece demostrado que el beneficio de una dieta sobre otra, en términos de reducción del peso, se relaciona únicamente con la cantidad de calorías consumidas, no con el nutriente específico que se reduzca (grasas, proteínas o hidratos de carbono). En general se debe realizar una dieta que produzca un déficit calórico de 500 a 1000 calorías diarias con respecto al gasto energético, es decir, que se consuman de 500 a 1000 calorías menos al día de lo que se gasta. Esto permitirá perder entre 0,5 y 1 kg de peso a la semana durante los primeros meses. Según se va perdiendo peso, el gasto calórico va disminuyendo (a menor peso menor gasto calórico) por lo que llegaría un momento en el que el déficit calórico inicial (las calorías de menos que comemos) ya no es el calculado inicialmente.

Para llevar a cabo una dieta hipocalórica (con menos calorías de las que se gastan al día), puede seleccionarse una dieta prefijada con un determinado contenido de calorías o pueden recomendarse diversas acciones como:
  • Comer en platos más pequeños.
  • Evitar picar cualquier cosa entre horas.
  • Aumentar el consumo de fruta y verdura.
  • Consumir más cereales integrales.
  • Tomar lácteos desnatados.
  • Evitar el consumo de alcohol.
  • Evitar el consumo de refrescos y zumos que lleven azúcar en su composición.
  • Evitar el consumo de aperitivos (aceitunas, patatas fritas, etc.).
  • Reducir el consumo de fritos (patatas, aros de cebolla, etc.).
  • Seleccionar cortes magros de carne.
El consenso sobre dieta y prevención del sobrepeso y obesidad de FESNAD-SEEDO del año 2011 indica:
  • Evitar los alimentos de alta densidad energética. La alta densidad energética se refiere a alimentos que tienen una gran cantidad de calorías en relación a su peso como cualquier aceite (incluido el de oliva), la mantequilla, la margarina, el tocino, la mayonesa, los pasteles, etc.
  • El consumo de comida rápida más de una vez por semana contribuye a la ganancia de peso y a la obesidad.
  • Recomendar ingerir raciones de menor tamaño.
  • No existen resultados que demuestren de forme consistente que la omisión del desayuno se asocia a un mayor riesgo de sobrepeso u obesidad.
  • No existen resultados que demuestren de forma consistente que el consumo de aperitivos se asocie a un mayor riesgo de obesidad.
  • No existen resultados que demuestren de forme consistente que el riesgo de obesidad se vea modificado por la frecuencia de las comidas.
  • Aunque los datos son inconsistentes, la dieta mediterránea podría asociarse a un menor riesgo de desarrollo de sobrepeso u obesidad.
  • El consumo de una dieta vegetariana podría asociarse a una menor ganancia de peso.
  • En adultos sanos, las dietas ricas en hidratos de carbono complejos (>50%) se asocian con un menor peso. No está claro que el índice glucémico de un alimento (los alimentos que tras tomarlos suben mucho y rápidamente el azúcar) contribuya a una mayor o menor ganancia de peso.
  • La grasa en sí misma no parece influir en la ganancia de peso, es la gran cantidad de calorías que aporta lo que se asocia con el peso. Los ácidos grasos trans (presentes en la margarina y productos de bollería) si podrían asociarse a una mayor ganancia de peso.
  • No existen datos que permitan relacionar el consumo de proteínas en general y subtipos de proteínas en particular, con la ganancia de peso.
  • El consumo de calcio y vitamina D no se asocian con una menor ganancia de peso.
  • Una alta ingesta de fibra en el contexto de una dieta rica en vegetales se asocia con una menor ganancia de peso.
  • El consumo de agua no influye en la ganancia o pérdida de peso.
  • Limitar el consumo de alcohol podría prevenir la ganancia de peso.
  • El consumo de frutas, hortalizas y cereales integrales se asocia con un menor peso.
  • El consumo de bebidas azucaradas se asocia con un mayor peso. No está claro el efecto de los azúcares simples fuera de las bebidas azucaradas.
  • El consumo de carne y procesados de carne podría asociarse a un aumento del riesgo de obesidad.
  • El consumo de frutos secos asociado a la dieta habitual no parece asociarse con un aumento del peso corporal.
Existen dietas específicas con un balance determinado de nutrientes. Estas dietas, en general, no son recomendables a largo plazo dado que no han demostrado su seguridad:
  • Las dietas muy ricas en proteínas y con una escasa cantidad de hidratos de carbono y grasas consiguen pérdidas importantes de peso a corto plazo. Tras los primeros días se reduce la sensación de hambre dado que el paciente entra en cetosis, una situación en la que aumenta los cuerpos cetónicos en sangre y orina (acetona) y que quita la sensación de hambre. A corto plazo parecen más eficaces para reducir el peso que las dietas bajas en grasas. Sin embargo, a los 12 meses no existen diferencias en cuanto al peso conseguido al comparar con las dietas bajas en grasas. Estas dietas podrían aumentar a largo plazo el riesgo de complicaciones cardiovasculares.
  • Las dietas muy bajas en hidratos de carbono producen pérdidas de peso más rápidas que las dietas bajas en grasa. Sin embargo, a medio plazo la pérdida de peso es similar. Además los efectos adversos son mayores con las dietas bajas en hidratos de carbono y, posiblemente las complicaciones cardiovasculares sean mayores con las dietas bajas en hidratos de carbono si se asocian a un aumento de la cantidad de grasa de origen animal.
  • Las dietas bajas en grasas son las que se asociarían con un menor riesgo cardiovascular. A medio y largo plazo producen reducciones de peso similares a los obtenidos con dietas bajas en hidratos de carbono.
  • Las dietas muy bajas en calorías (menos de 800 calorías al día) se utilizan para conseguir una rápida pérdida de peso en pocas semanas, generalmente con algún motivo muy concreto (prepararse para una intervención quirúrgica, mejorar una condición médica relacionada con la obesidad, etc.). Deben realizarse en pacientes motivados y ser supervisadas por un médico.
Los estudios han demostrado que la adherencia a la dieta a largo plazo es la responsable de la pérdida prolongada de peso, más que la dieta en sí misma. Por ello la dieta más eficaz es cualquier dieta hipocalórica (con menos calorías de las que se queman) que pueda ser mantenida por el paciente a largo plazo.

Además de lo referido previamente, el suplemento de fibra podría también favorecer la pérdida de peso.

La pérdida de peso aumenta el riesgo de desarrollar piedras en la vesícula (colelitiasis), por lo que en algunas situaciones puede recomendarse tratamiento preventivo de su formación con ácido ursodeoxicólico.

Ejercicio

La realización de ejercicio exclusivamente apenas modifica el peso. Se ha demostrado que el gasto calórico de las horas posteriores a hacer ejercicio es menor, probablemente debido a un mayor reposo tras el mismo. Del mismo modo, se ha demostrado que el consumo de calorías (de alimentos) posteriores al ejercicio también aumenta. Probablemente por estos motivos no es suficiente con el ejercicio para reducir el peso. Sin embargo el ejercicio asociado a la dieta es la mejor manera de conseguir reducciones eficaces de peso. Además, el ejercicio tiene numerosas acciones beneficiosas que mejoran la salud en general y prolongan la supervivencia.

Se recomienda la realización diaria de al menos 30 minutos de ejercicio físico moderado y, si se puede, 10 minutos de ejercicio vigoroso.

Además se debe incorporar el ejercicio a la vida habitual: bajar del metro o el autobús una parada antes o tomarlos una parada después, utilizar escaleras en lugar del ascensor, hacer actividades que requieran ejercicio (jardinería), bailar, etc.

La utilización de un podómetro (contador de pasos) puede ser una buena idea para incrementar el ejercicio.

Medicamentos

Los medicamentos pueden recomendarse a pacientes con un IMC mayor de 30 kg/m2 o mayor de 27 kg/m2 si además presentan enfermedades relacionadas con la obesidad.

Numerosos medicamentos estudiados durante los últimos años han debido retirarse de la venta como consecuencia de la presencia de efectos adversos, generalmente problemas psiquiátricos. Los medicamentos que actualmente se utilizan son:
  • Supresores del apetito (anorexígenos). Quitan las ganas de comer. Algunos pueden tener poder adictivo dado que se trata de derivados de las anfetaminas. Uno de los más usados es la fentermina, no comercializado en nuestro país.
  • Medicamentos que actúan en el intestino evitando la degradación y la absorción de grasas (orlistat). Reducen aproximadamente en un tercio la absorción de grasas de la dieta. Produce pequeñas reducciones del peso. Deben consumirse con comidas bajas en grasa para evitar la diarrea y frecuentemente producen flatulencia.
  • Otros medicamentos. El topiramato es un medicamento utilizado para la epilepsia que ha demostrado reducir el peso. En junio de 2012 la agencia americana del medicamento ha aprobado su uso combinado con fentermina para el tratamiento de la obesidad.
Cirugía

La cirugía para la obesidad (cirugía bariátrica) debe ser considerada en pacientes con un IMC superior a 40 kg/m2 o en aquellos pacientes con un IMC mayor de 35 kg/m2 que tengan enfermedades derivadas de la obesidad. Actualmente algunas sociedades recomiendan la cirugía en personas con un IMC superior a 30 kg/m2 asociado a enfermedades derivadas de la obesidad. La cirugía bariátrica es la forma más eficaz de reducir peso en obesidades muy importantes, entre un 30% y un 35% de media, y en más de dos terceras partes de los pacientes el peso se mantiene bajo después de 5 años. Consigue la desaparición o mejoría de muchas de las complicaciones asociadas con la obesidad.

La cirugía funciona reduciendo el apetito (cirugía restrictiva) y, en función del tipo de cirugía, reduciendo también la absorción de los alimentos (cirugía restrictiva-malabsortiva):
  • Cirugía restrictiva. Reduce la cantidad de comida que cabe en el estómago y enlentece la salida de la comida del estómago:
  • Banda gástrica.
  • Balón intragástrico.
  • Gastroplastia
  • Cirugía restrictiva-malabsortiva. Suele producir pérdidas de peso superiores a la cirugía únicamente restrictiva:
  • Bypass gástrico en Y de Roux.
  • Derivación  biliopancreática.
  • Derivación biliopancreática con torsión de duodeno.
La mortalidad asociada a la cirugía bariátrica es inferior al 1% pero depende del tipo de cirugía que se realice, de la edad del paciente y de las enfermedades que presente.

¿Cómo se debe perder peso?


Se deben realizar los siguientes pasos:
  • Calcula el gasto calórico (metabólico) basal y súmale el gasto de tu actividad física diaria, con ello sabrás las calorías que gastas cada día.
  • El gasto calórico diario puede aumentarse:
  • Incrementando la masa muscular. Para ello puedes hacer ejercicios isométricos (pesas) y máquinas en el gimnasio.
  • Aumentando la actividad física diaria, bien sea haciendo ejercicio de cualquier tipo o realizando pequeños cambios en las actividades diarias (subir por escaleras, caminar hasta el trabajo, etc.).
  • Al gasto calórico total diario, réstale de 500 a 1000 calorías para conocer el número de calorías que debes consumir cada día con tu dieta. Cuantas más calorías reduzcas más rápido perderás peso pero más difícil será mantener la dieta y más hambre pasarás.
  • La dieta con menos calorías (hipocalórica) la puedes hacer:
  • Seleccionando una dieta tipo con un número determinado de calorías. http://www.fisterra.com/salud/2dietas/index.asp Esta dieta puedes modificarla de acuerdo con tus preferencias con alimentos con un contenido calórico similar. Para ello debes de disponer de una tabla de calorías de alimentos y sustituir unos por otros.
  • Contando las calorías de cada uno de los alimentos que consumes.
  • Realizando pequeños cambios en el día a día que lleven a reducir las calorías diarias que consumes, sin llegar a llevar un control estricto sobre lo que comes:

    -Comer en platos más pequeños.
    -No comer pan con las comidas.
    -Evitar picar cualquier cosa entre horas.
    -Aumentar el consumo de fruta y verdura.
    -Consumir más cereales integrales.
    -Tomar lácteos desnatados.
    -Evitar el consumo de alcohol.
    -Evitar el consumo de refrescos y zumos que lleven azúcar en su composición.
    -Evitar el consumo de aperitivos (aceitunas, patatas fritas, etc.).
    -Reducir el consumo de fritos (patatas, aros de cebolla, etc.).
    -Seleccionar cortes magros de carne.

Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.