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Vacaciones con un bebé

Consejor para las vacaciones con un bebé
A los padres les surgen un montón de dudas cuando tienen que planificar las primeras vacaciones con un bebe menor de 1 año. ¿Playa o sierra? ¿Puede viajar en avión? ¿Y un viaje en coche de tantas horas?

Viajar con niños puede ser muy divertido si los padres controlan todos los detalles del viaje con anterioridad. Antes de salir de vacaciones en familia la principal preocupación de los padres es la elección del destino para viajar con bebés y niños. El deseo de los padres es divertirse con sus hijos, acercarse más a ellos y lo importante es mantener la ilusión y divertirse mucho. No obstante, es importante adoptar algunas precauciones y organizarse. Las vacaciones son para relajarse y dejar de lado las reglas que se deben seguir normalmente, y sobre todo, pasárselo genial.

No es raro que los niños extrañen, y generalmente los primeros días son de adaptación. Hay bebés que comen menos cuando salen de vacaciones, mientras que a otros les cuesta dormirse o bien están más llorones… Al cabo de dos o tres días ya se habrán adaptado.

¿Qué transporte usamos?


Si estás pensando en irte de vacaciones con un bebé todos los medios de transporte son aptos para los bebés. Existen múltiples posibilidades: tren, coche, autobús, avión… pero, ¿cuál es la mejor?

El tren resulta muy seguro para viajar con niños. Además, si el trayecto es nocturno y bastante largo, podéis viajar en coche litera y hacerlo aún más cómodo. Algunos trenes tienen un pequeño espacio para cambiar al bebé, pero en la mayor parte de ellos hay que hacerlo sobre el propio asiento. En general, los trenes resultan más agradables en los viajes largos y el trayecto se hace más llevadero al poder pasear por los pasillos, ir al vagón restaurante… Pero debes tener siempre cuidado con el niño, no sea que un frenazo brusco le haga caer o alguien se le eche encima.

Todos los bebes pueden viajar en avión, aunque sean recién nacidos; no hay ningún riesgo. Lo cierto es que el bebé puede presentar cierto malestar en el momento del despegue o del aterrizaje, al igual que nos sucede a los adultos, debido a la diferencia de presiones en el líquido de los oídos. Para aliviar esa desagradable sensación es aconsejable que el niño succione el pecho de la mamá, o el chupete, y esto lo aliviará.

El avión tiene la enorme ventaja de su rapidez, algo importantísimo en los largos desplazamientos. En los vuelos domésticos, el tiempo previo que se necesita para llegar a los aeropuertos (siempre bastante alejados de la ciudad), las comprobaciones de seguridad y la obligación de facturar un par de horas antes, rebajan notablemente esta ventaja, sobre todo si existe una alternativa en tren de alta velocidad o de una velocidad aceptable. En cuanto al mejor lugar dentro del avión, la primera fila de asientos es cómoda si se tiene que colocar una cunita. Además, no se permite que los niños viajen en las salidas de emergencias. Normalmente los niños y los adultos con menores embarcan los primeros y desembarcan los últimos, con el fin de proporcionarles mayores facilidades. Los vuelos de largo recorrido de las compañías aéreas suelen contar a bordo con cunas, sillas homologadas de asiento, comidas especiales (potitos, fruta, cereales, etc.), calienta biberones… así como numerosas distracciones y objetos recreativos para entretener a los más pequeños.

El coche permite la posibilidad de elegir cuándo y dónde parar, el horario, etc. Al volante evita siempre las horas de más calor (de 11h a 16h) y hazte con unas cortinillas quitasol para las ventanillas del coche. Por último, no olvides llevar, en un lugar accesible, lo necesario para cambiarle, junto con su agua, su comida y sus juguetes. Haz pausas en lugares a la sombra para descansar cada 2 horas.

El autobús es lo menos recomendable, sobre todo si tu hijo es muy pequeño y el trayecto muy largo. Los autocares suelen parar cada 2,5 o 3 horas, lo que a veces se puede hacer un poco pesado para el niño. Además, no te puedes levantar, y si le ocurre algo al niño, no puedes obligar al conductor a parar (a no ser que sea grave). Si a pesar de ello es la opción preferida, elige una compañía cuyos autobuses sean lo más cómodos y seguros posibles, que tenga baño y confirma que para de vez en cuando.

Elijas el transporte que elijas, no olvides llevar a mano todo lo necesario: pañales, comida, ropa por si se moja, se mancha o hace frío, chupetes…

¿Donde ir de vacaciones con un bebe? Playa o al campo.


En las vacaciones solemos relajarnos en los horarios, y no nos gusta estar atados al reloj. Pero a los niños pequeños estas modificaciones le cuestan mucho, por lo que es aconsejable tratar de mantener las rutinas del niño. Si conservamos la misma hora de sus comidas, de sus siestas, del baño, lo ayudará a adaptarse mejor al nuevo lugar y a no extrañar su casa. Una norma fundamental en el verano es mantener el horario de comidas y sueño de tu hijo, por lo que alquilar un apartamento es una de las mejores soluciones.

Cualquier destino puede ser bueno siempre que se vaya preparado para los posibles contratiempos que puedan surgir. Si se viaja al extranjero, es mejor no acudir, por el momento, a lugares exóticos para los que haya que vacunarse o en los que haya riesgo de contraer determinadas enfermedades (diarrea, dengue, malaria…). Si los padres son de los  que les gusta estar todo el día en la playa, de la mañana al atardecer, tomar mucho sol y pasar horas frente al mar, la playa es un destino incómodo. Los bebés menores de 6 meses no deben ir a la playa, porque al estar bajo una sombrilla o una carpa, el simple reflejo del sol puede provocarles quemaduras de sol ya que su piel es muy sensible. Si a eso le sumamos el calor y el viento, los niños en general no lo disfrutan y suelen inquietarse. Si tiene menos de 6 meses, es mejor no meterlo en el mar porque la combinación de la sal y el sol le podría quemar la piel. Los mayores de 6 meses pueden ir, pero dentro de un horario limitado: de 9 a 10.30 hs. por la mañana y después de las 16 hs. por la tarde, para evitar los rayos de sol más peligrosos y también el pico de temperatura elevada. Siempre debemos evitar los rayos directos de sol y ponerlo a la sombra, y aún así con pantalla total, camiseta y gorrito. Pueden mojar sus piecitos en el mar si lo desean y jugar con arena. Sin embargo, suele ser más cómodo y sencillo llevar una piscinita pequeña en la que se pueda bañar sin que las olas lo asusten. Ten la precaución de comprobar siempre la temperatura del agua antes de meterle (unos 32 ºC es lo ideal), mojarle la cabeza, la cara y la tripa antes de sumergirlo entero. Una vez acabado el baño, es importante secar bien al bebé y cambiarlo de bañador cuanto antes. Aunque hasta más o menos los cuatro años el pequeño no podrá aprender a nadar solo, es muy positivo que se familiarice con el agua: esto le ayuda a desarrollar su psicomotricidad al mismo tiempo que juega.

En cuanto a las piscinas, tampoco es recomendable que los bebés de menos de 6 meses se bañen en ellas, puesto que el cloro puede dañar su piel y sus ojos. Al menos, se debe esperar hasta los 4 meses, ya que a esta edad termina de madurar su sistema inmunológico, disminuyendo la posibilidad de resfriados e infecciones. Si bañas al bebé en la piscina, es buena idea llevar un tarrito de suero fisiológico para limpiar de cloro los ojos al bebé; puede adquirirse en farmacias y le aliviará el escozor

Consejo: si la elección es ir a un lugar con playa hay que organizarse muy bien, ir muy temprano a la mañana y volver a la media mañana para que el niño descanse, para  que puedan dormir una siesta. A la tarde se puede optar por volver a la playa o de paseo a partir de las 16 h. Todos los lugares ofrecen otras alternativas: cuando hay un bebé en casa, hay que ser creativos. La sierra o las montañas es un lugar adecuado para niños menores de 6 meses. También hay que proteger a los niños del sol colocándoles una pantalla total y gorro. En el campo se pueden dar paseos con los niños, sea en el cochecito o en una mochila para llevar bebés acorde a su tamaño. En este caso, los paseos también deberán ser bien organizados, ya que los niños se cansan al estar todo el día al aire libre. Generalmente en el campo la temperatura es más fresca pero el clima es seco, por lo que los bebés suelen necesitar más líquidos.

Escoger alojamiento


Para el alojamiento, un apartamento puede que sea la mejor solución para una familia, por el ahorro que supone, ya que es más económico y permite gozar de mayor privacidad.

Preparando el equipaje


Una vez decidido el lugar en el que pasaréis vuestras vacaciones, llega la hora de preparar las maletas. Si normalmente este momento te resultaba complicado (nunca queremos olvidarnos nada), con un bebé tan pequeño lo será aún más. No olvidéis que para viajar a destinos lejanos tanto los adultos como los niños, e incluso los bebés, suelen necesitar un visado electrónico. En muchos casos, es posible solicitar visado con la antelación que queráis, siempre que no tardéis demasiado en hacer este par de clics en un formulario de solicitud online válido y sencillo para todos los miembros de vuestra familia.

Para evitar los descuidos, puedes escribir una lista con todo lo necesario a lo largo de los días previos a la partida e ir tachando de ella todo lo que vayas guardando. Cuando se viaja con un bebé es muy importante llevar todo lo que vamos a necesitar. Es fundamental averiguar cómo es la temperatura del lugar de destino, si hace calor todo el día o si refresca por la noche, y también si es muy húmedo (porque la ropa no se secará en el tiempo que pensamos).
  • Visado para los viajes lejanos: Kenia, el país de África del Este, es uno de los pocos países donde los niños menores de 16 años con nacionalidad española no necesitan visado u otro permiso de viaje, pero sí pasaporte en vigor.
  • Ropa: Si vas a un hotel y no vas a poder lavar la ropa, debes llevar suficientes prendas para poder cambiarle, bien sabes que aunque aún no anda, se mancha con gran facilidad. Sé precavida e incluye suficiente ropa de abrigo, por si acaso. También bañadores, toallas de playa, baberos, pijamas…
  • Aunque haya cuna en el lugar al que vais, nunca está de más una cuna de viaje, por si vais a pasar el día a la playa, al campo…
  • Artículos de higiene: Es mejor que lleves contigo la mayoría de artículos que usas en su aseo diario, por si no los encuentras en el sitio al que vas. Pomadas, gel, hidratante…
  • Protector solar de factor alto.
  • Juguetes: Sonajeros, peluches, manta de juegos… aquello que más use y que le ayude a dormir o a calmarse; tampoco hace falta que te lleves toda su habitación.
  • Cámara de fotos: Seguro que quieres guardar para la posteridad las imágenes del primer verano de vuestro bebé y lo guapo que está con su bañador y su gorro bañándose en la piscinita.
  • Mochila portabebés: Si planeas hacer excursiones por la montaña, no olvides tu mochila, puesto que los carritos de paseo son más incómodos a la hora de realizar estas actividades.
Además, es imprescindible llevar la documentación del niño, su calendario de vacunas y las revisiones médicas. También es importante saber dónde está el pediatra más cercano y el servicio de urgencias.

Botiquín de viaje


En el botiquín no pueden faltar los siguientes elementos:
  • Termómetro.
  • Antitérmicos (medicinas para al fiebre): llevar el antitérmico habitual que usa el niño.
  • Anti-insectos: es común que los niños sean blanco de los mosquitos, y esto muchas veces puede provocar reacciones alérgicas locales.
  • Gasas y esparadrapo.
  • Suero fisiológico.

Cuidados especiales


Alimentación.Si aún estás dándole pecho no es necesario que varies nada en las vacaciones con tu bebe. Si vais a salir y te parece más cómodo, puedes extraerte la leche en casa y darle el biberón. Aunque haga mucho calor, si el niño está bien alimentado no le hace falta agua, con la leche materna es suficiente. Pero si ya ha empezado con la alimentación semisólida, sí deberás darle agua con regularidad para evitar que se deshidrate.

El cambio de agua puede afectar a la flora intestinal del bebé y provocarle diarrea; para solucionarlo, es mejor darle agua mineral mientras estemos fuera de casa. La falta de hidratación puede ser un problema, por lo que conviene ofrecer al bebé agua o, si es más pequeño leche, más a menudo y en pequeñas dosis.

Ropa. Si pasáis el verano en un lugar muy caluroso, debes tener cuidado de que tu hijo no sude en exceso. Tan malo es que pase frío como que pase calor. La ropa de algodón es la más recomendable, puesto que es respetuosa con su piel y permite la transpiración.

Protege su piel. Los bebés menores de cinco meses no deben ser expuestos directamente al sol. Por lo tanto, deberás mantenerle siempre a la sombra y cubierto. Lleva una sombrilla a la playa y tenle debajo de ella todo el tiempo que paséis allí. Pero ten cuidado con las nubes; los rayos ultravioletas las atraviesan, de modo que la piel de un bebé puede quemarse en un día nublado en 10 o 15 minutos. Sacarle de paseo le beneficiará, pero hay que tomar precauciones, protégele del sol con la sombrilla del cochecito y cúbrele la cabeza con un gorrito. Intenta pasear en las horas más frescas (antes de las 12 del mediodía y más tarde de las 16.30) y, sobre todo, no te pares nunca con él a pleno sol. Aunque sea mayor de seis meses, tampoco debes exponerle al sol en las horas centrales del día (de 12 a 17 horas). Aplícale crema solar de protección total especial para bebés porque su piel es más fina y vulnerable a las radiaciones y cambios de temperatura. Algunos estudios médicos recientes muestran que es muy importante cuidar también la piel que está debajo de la ropa. Por eso, muchas marcas textiles han creado una línea especial de ropa de verano hecha con un tejido que protege de los rayos del sol; algunas incluso con un factor de protección solar 50. Esta tela dispersa los rayos de sol de manera que no penetren en la materia textil, en cuyo caso la piel no entra en contacto con ellos. Siguiendo estos consejos tu bebé no se quemará, pero si un día te descuidas y ocurre, si es menor de un año, acude de inmediato al pediatra. Una quemadura solar puede ser grave y constituir una emergencia sobre todo si hay ampollas, dolor o fiebre.

Prevenir la dermatitis del pañal en vacaciones. Este problema  está causado por el contacto de la piel del bebé con heces y orina, además de la humedad. En verano hay que intentar que el pequeño sude lo menos posible para evitarla, por lo que conviene que esté sin ropa ni pañales al menos un rato cada día. Eso sí, el bebé no debería jugar en la arena desnudo, ya que puede contraer o agravar alguna infección por los microbios que pueda haber en ella.

Temperatura adecuada para el bebé. Los niños, especialmente los recién nacidos y los prematuros, son muy sensibles a los cambios bruscos de temperatura  y el calor o el frío les altera fácilmente: por las noches les despierta y disminuye su estado de bienestar.

Para dormir, la temperatura ideal son unos 20 o 22 grados; para lograrlo se pueden bajar las persianas durante las horas de más sol y ventilar bien la casa (manteniendo al niño fuera de la corriente).

En cuanto a la humedad, es recomendable que oscile entre un 30 y un 50 por ciento y que haya una buena ventilación en casa.

De cualquier modo, salvo los bebés de pocas semanas, que aún no regulan bien la temperatura corporal, un bebé siente el mismo frío o calor que un adulto… Por ello no es aconsejable cubrirle con capas de ropa “por si acaso”, ya que nos arriesgamos a que sude y se agobie. Si hace mucho calor y no hay corriente  podemos refrescarle con una esponjita húmeda.

Aire acondicionado. Aunque haga mucho calor, el aire acondicionado directo resulta bastante agresivo para el bebé. Ya que es más susceptible que un adulto a las variaciones térmicas. Sin embargo, sí se puede poner el aire acondicionado y apagarlo cuando la habitación en la que esté se haya refrescado hasta 20 grados y se lleve al bebé a ella.

Consejos:
  • Es preferible instalar el aire acondicionado en toda la casa y no solo en alguna habitación. De esta forma evitarás los cambios bruscos de temperatura que puede sufrir el pequeño al pasar de una habitación fresquita a otra que no tiene aire. Estos cambios pueden producirle al bebé un enfriamiento y debilitan su sistema inmunológico.
  • Para evitar estos cambios bruscos de temperatura, la diferencia entre el interior de la casa o el coche y el exterior no deben ser muy grandes y en ningún caso superar los 10 grados de diferencia.
  • Es conveniente no situar al bebé cerca del aire acondicionado para que el chorro de aire frío no le dé directamente.
  • El aire acondicionado reseca en exceso el ambiente y puede producir escozor o picor de ojos y sequedad o irritación de las mucosas respiratorias. Hay que conseguir que hayacierto grado de humedad en el ambiente. Para ello, puedes utilizar un humidificador, preferentemente de aire frío, un recipiente con agua en el dormitorio en el verano o unos recipientes con agua en el radiador durante el invierno.
  • No hay que tener continuamente encendidos el aire y el humidificador. Es importante dejar tiempo para una buena ventilación diaria al aire libre.
  • Si el aparato de aire tiene filtros incorporados hay que limpiarlos con frecuencia ya que el polen, el polvo, los ácaros y los hongos se acumulan en su interior.
Protección del bebé para los mosquitos y otros insectos. El verano también trae un aumento de los insectos: mosquitos, hormigas, abejas… Una buena opción para proteger al bebe es colocarle una malla protectora, tanto para dormir, como para la playa o el campo; en tiendas de puericultura es incluso posible adquirir mosquiteras adaptables para la cuna o el cochecito que impedirán el paso de insectos.

Si vais de excursión con el bebé es conveniente vestirle con prendas largas, eso sí, escogiendo tejidos ligeros y colores claritos para que no pase calor. También hay lociones y aerosoles que ahuyentan a los insectos y que resultan muy prácticos para llevar de viaje. Eso sí, no debemos aplicarlos en manos o pies pues el bebé podría chupárselos, excepto si son preparados especiales para bebes.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.