Diccionario de enfermedades

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad

¿Cómo se diagnostica el trastorno de déficit de atención e hiperactividad?
El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) no es una enfermedad, sino un trastorno madurativo crónico que implica ciertas dificultades en la capacidad de mantener la atención, pero que permite una vida futura sin limitaciones.

No afecta a la capacidad intelectual. Einstein, Churchill y Ramón y Cajal padecieron este trastorno. Generalmente se diagnostica en la infancia y persiste hasta la edad adulta, de modo que la hiperactividad física de la infancia se convierte en dispersión mental al alcanzar la adolescencia, persistiendo las dificultades para mantener la atención y la concentración así como una alteración en las relaciones familiares y sociales. También puede afectar la autoestima, el estado anímico y el humor.

¿Cuáles son las causas del trastorno de déficit de atención e hiperactividad?


La TDAH tiene una fuerte base neurobiológica. No se sabe cual es la causa, aunque la existencia de una tendencia familiar indica que puede haber factores genéticos.

En los casos en los que la herencia no parece ser un factor se ha descubierto que las dificultades durante el embarazo, la exposición prenatal al alcohol y al tabaco, un parto prematuro, un peso muy bajo al nacer, niveles excesivamente altos de plomo en sangre y una lesión postparto en las regiones prefrontales del cerebro contribuyen al riesgo de padecer TDAH en diversos grados.

No existen evidencias de que puedan influir en su causa la toma de mucho azúcar, ver demasiado la televisión, el tipo de crianza de los padres o factores ambientales y socioeconómicos. Sin embargo, algunos de estos factores complican la efectividad del tratamiento.

¿Cuáles son los síntomas del TDAH?


Las características principales de la TDAH son:
  • Falta de atención.
  • Hiperactividad.
  • Impulsividad.
Según el predominio de uno de estos síntomas sobre los otros dos se distinguen tres formas de presentación:
  • Con predominio del déficit de atención. Presentan dificultad para organizar o terminar alguna tarea, prestar atención a los detalles, seguir instrucciones o seguir una conversación. Se distraen fácilmente o se olvidan de detalles de actividades cotidianas. Este tipo suele pasar más desapercibido por padres y maestros, lo que retrasa el diagnóstico.
  • Con predominio de la hiperactividad-impulsividad. No pueden estar quietos y hablan mucho. Los niños pequeños suelen correr, trepar o saltar constantemente por donde pueden. Tienen problemas de impulsividad, pueden interrumpir a menudo a los demás, arrebatarles cosas o hablar cuando no deben. Se les hace difícil esperar su turno o recibir instrucciones. Pueden sufrir accidentes y lesiones con más frecuencia que los demás niños.
  • Combinado. Presentan por igual síntomas de los dos anteriores. Es la forma más común.
Aunque se pensaba que el TDAH era más frecuente en niños que en niñas, en la actualidad se discute esta diferencia entre sexos. En los niños son más evidentes las conductas hiperactivas e impulsivas, mientras que en las niñas predominan los síntomas de falta de atención, asociados con mayores niveles de aflicción general, ansiedad y depresión.

Este trastorno también se presenta en adultos. En ellos la hiperactividad se sustituye por dificultad para descansar. Además, los adultos con TDAH suelen tener dificultades en sus relaciones personales y laborales.

El TADH suele presentarse asociado en mayor o menor grado a otras alteraciones entre las que podemos encontrar:

1. Alteraciones en la conducta social:
  • Agresividad no premeditada.
  • Desobediencia.
  • Mentiras.
  • Robos.
  • Tono agresivo y beligerante.
  • Lenguaje irrespetuoso.
  • Falta de autocontrol.
  • Escasa habilidad para resolver problemas.
  • Pobre relación con los demás.
2. Alteraciones en el área académica:
  • Disminución del rendimiento académico.
  • Dificultades en la lectura, ortografía y matemáticas.
3. Dificultades en el área emocional
  • Depresión.
  • Baja autoestima.
  • Excitabilidad.
  • Inmadurez.
  • Tendencia a la frustración.
  • Conductas impulsivas.
  • Frecuentes cambios de humor.
4. Dificultades físicas
  • Trastornos del sueño.
  • Incoordinación muscular e inmadurez motora.


¿Cómo se diagnostica el trastorno de déficit de atención e hiperactividad?


Dada la elevada frecuencia de la TDAH, se recomienda promover una actitud de búsqueda activa de la enfermedad por parte de los pediatras en uno o más de los controles de salud que se practican a los niños de entre los 6 y 12 años. Para ello se utiliza un simple cuestionario de 5 preguntas:

Cuestionario de la Asociación Americana de Pediatría para la detección del TDAH en escolares:
  • ¿Cómo es el rendimiento escolar?
  • ¿Tiene problemas de aprendizaje que su profesor haya detectado?
  • ¿Es feliz en el colegio?
  • ¿Conoce algún problema de conducta en el colegio, en casa, o cuando juega con sus amigos?
  • ¿Tiene problemas para completar sus tareas escolares o sus deberes?
Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas evidencia un problema, el pediatra debería investigar la causa, lo que puede hacer de varias maneras. Una opción son los cuestionarios para padres y profesores y a la vista de los resultados proseguir con el caso o derivarlo para que sea estudiado por un especialista.

El proceso para determinar si un niño tiene TDAH no es fácil y requiere de varias etapas. Existen marcadores y pruebas realizadas por los neurólogos infantiles que pueden diagnosticar el TDAH.

Debido a que todo el mundo manifiesta algún signo de este trastorno a lo largo de su vida, las directrices para su diagnóstico son muy específicas. En niños y adolescentes, los síntomas deben ser más frecuentes o graves que en otros niños de la misma edad. En los adultos los síntomas deben afectar a la capacidad para funcionar en la vida diaria y deben persistir desde la infancia. Además, las conductas deben crear dificultades en al menos dos áreas de la vida como son el hogar, los amigos, los estudios o el trabajo. Los síntomas deben estar presentes al menos durante seis meses y comenzar antes de los siete años.

Además muchos otros problemas como la ansiedad, la depresión y ciertas dificultades del aprendizaje pueden presentar síntomas similares, por lo que un diagnóstico correcto puede evitar tratamientos largos e ineficaces.

Dentro de las etapas para llegar a un diagnóstico se incluyen:
  • La realización de un examen físico completo que incluya la exploración de la visión y la audición, así como una valoración neurológica. Las alteraciones en estas áreas pueden producir también problemas en el aprendizaje y en las relaciones sociales.
  • La redacción de un listado de los problemas de los padres y del niño y una detallada entrevista con los padres, recogiendo información sobre la aparición de los síntomas en distintos lugares, la edad de comienzo, la duración de los mismos y el grado de menoscabo que ocasionan en la vida académica y social del niño.
  • Una entrevista con el niño a solas para valorar su grado de ansiedad y depresión, las conductas antisociales, la autoestima y la capacidad de reflexión sobre sus ideas, pensamientos y acciones.
  • También es útil la información que se pueda obtener de sus profesores, ya que el niño pasa gran parte del día en el colegio. Aunque existen cuestionarios orientados hacia el profesorado, resulta más útil la entrevista personal.

¿Cuál es el pronóstico de las personas con TDAH?


Aunque las personas con TADH pueden llevar vidas muy exitosas, si el trastorno no se identifica y se trata a tiempo pueden experimentar consecuencias graves. El TDAH es un trastorno crónico con repercusiones negativas en los ámbitos social, académico, emocional y laboral. Los niños con este trastorno presentan mayor frecuencia de otras alteraciones psiquiátricas, hospitalizaciones, visitas a urgencias y mayores costos médicos totales que los que no lo padecen. Los adolescentes con TDAH  son más propensos a abandonar los estudios, tener menos amigos y participar en actividades antisociales. También es más frecuente el consumo de tabaco, alcohol y drogas, de enfermedades de transmisión sexual y de embarazos no deseados. Los adultos con este trastorno tienen un mayor riesgo de dificultades laborales, de padecer depresión y trastornos de la personalidad y de sufrir accidentes automovilísticos.

La hiperactividad y la impulsividad tienden a disminuir con la edad mientras que el déficit de atención tiende a persistir incluso en la edad adulta.

¿Cuál es el tratamiento del trastorno de déficit de atención e hiperactividad?


En general, los padres buscan ayuda profesional tras largos períodos de deliberación, consternación e intentos fallidos. Dado que no existe una opción de tratamiento que sea válida para todos, los planes de tratamiento se deben adaptar a las necesidades de cada individuo y familia en cercana colaboración con los profesionales de la salud y con los profesores.

El tratamiento requiere intervenciones médicas, educativas, conductuales y psicológicas. El término que se usa para esta combinación de tratamientos se denomina “multimodal”. Este tipo de trastornos, si no se tratan, resultan a la larga muy costosos para el individuo, su familia y la sociedad.
  • La indicación de medicar está determinada por la intensidad de los síntomas, sobre todo cuando existe una repercusión negativa en el rendimiento escolar. La medicación también favorece la interacción social, mejora la autoestima y las relaciones familiares. La primera elección son los fármacos estimulantes que actúan sobre los sistemas cerebrales que regulan la atención y la concentración (ej. Concerta®, Ritalín®, Dexedrina®, etc.). A algunas personas les va igual de bien o incluso mejor con medicamentos no estimulantes (ej. Strattera®), los cuales se utilizan como segunda opción cuando no van bien los fármacos estimulantes. En general se recomienda suspender el tratamiento los días no lectivos y en vacaciones, aunque depende de cada caso. Los efectos secundarios suelen ser leves y desaparecen espontáneamente. Entre ellos se incluyen la excitabilidad, los tics, el dolor de cabeza, el mareo, la falta de apetito, los trastornos del sueño, la ansiedad y las molestias abdominales. Los efectos secundarios siempre deben comentarse con el médico. Encontrar la dosis necesaria y el horario de administración tanto de los fármacos estimulantes como de los no estimulantes, puede llevar varias semanas. Aunque no es frecuente, a veces se pueden utilizar medicamentos antidepresivos. Una tercera parte de las personas que padecen TDAH en la infancia lo superan en la edad adulta y pueden suspender la medicación; otras, sin embargo, necesitarán tratamiento de por vida.
  • El entorno familiar y el ambiente son muy importantes para el control de la TDAH. Las pautas dedicadas a la organización de la vida familiar son:
  • Demostración de afecto, evitando la sobreprotección.
  • Tolerancia. Se debe evitar el perfeccionismo y evitar interferir constantemente en la vida del niño.
  • Estabilidad. Los criterios a seguir no deben fluctuar según el estado de ánimo del momento y se deben mantener en el tiempo.
  • Ejercicio de autoridad de los padres. Las normas deben ser claras, precisas y concretas. Generan seguridad.
  • Establecimiento de metas específicas y asequibles como terminar las tareas, jugar de forma amistosa con un compañero, etc.
  • Recompensas y consecuencias. Se recomienda premiar el buen comportamiento o el logro de las metas así como retirar los privilegios en comportamientos negativos.
  • En el colegio los profesores deben conocer el diagnóstico del niño. El profesor debe aceptar que el alumno mostrará alteraciones de conducta cuando la tarea sea demasiado difícil, de larga duración, con supervisión excesiva, o en situaciones de conflicto emocional. También debe saber que el alumno no es más torpe que el resto y que puede trabajar a buen ritmo si se le estimula adecuadamente. Para ello es conveniente mantener el ambiente de la clase con orden, rutina y con normas claras, argumentadas y consistentes. Se le debe organizar la clase y los deberes utilizando la agenda, empleando siempre las mismas pautas. Se debe tratar de elaborar nuevas estrategias para mejorar la atención del alumno, como el contacto visual al emitir instrucciones, no preguntarle cuando se le note ausente, llamarle por su nombre, etc.

Seguimiento


Se aconseja realizar revisiones trimestrales para evaluar los progresos del niño, valorar posibles efectos secundarios de la medicación (si la toma) y para orientar a los padres.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.