Diccionario de enfermedades

Flatulencia

¿Cómo se diagnostica la flatulencia?
La flatulencia es la presencia de una cantidad excesiva de gas en el interior del aparato digestivo. Este exceso de gas puede producir sensación de hinchazón de tripa (plenitud abdominal), eructos frecuentes o emisión de ventosidades.

Muchas personas tienen sensación de hinchazón y malestar abdominal que atribuyen a un exceso de gases; sin embargo, en la mayoría de ocasiones estas molestias no son realmente debidas a un exceso de gas intestinal.


¿Cuáles son las causas de la flatulencia?


El exceso de gas intestinal (flatulencia) puede deberse a:
  • Tragar demasiado aire (aerofagia). Esto es algo habitual en personas que comen muy rápido, que beben líquidos con gas, que mascan chicle, en los fumadores o en personas con ansiedad o depresión.
  • Producción de un exceso de gas en el interior del intestino. El gas intestinal es producido por bacterias intestinales al descomponer la comida. La producción exagerada de gas puede deberse al consumo de alimentos que no son normalmente digeridos por el intestino, fundamentalmente algunos hidratos de carbono como:
  • Rafinosa. Presente fundamentalmente en legumbres y en menor cantidad en coles de Bruselas, espárragos, brócoli, repollo, coliflor y en algunos cereales enteros.
  • Lactosa. Presente en lácteos, como leche, helados, queso y en algunos alimentos preparados, como el pan y algunos cereales.
  • Fructosa. Presente en cebollas, alcachofas, peras y en algunas bebidas edulcoradas.
  • Sorbitol. Presente de forma natural en diversas frutas (ciruelas, albaricoques, peras, manzanas) y de forma artificial en muchos alimentos dietéticos.
  • Féculas y almidones. Patatas, maíz, pasta, harinas de trigo.
  • Fibras solubles. Presentes en legumbres, algunas harinas de centeno y en cereales integrales.
  • Enfermedades que se acompañan de problemas en la absorción de nutrientes (malabsorción) como la intolerancia a la lactosa, pancreatitis crónica o enfermedad inflamatoria intestinal o enfermedades que producen un crecimiento exagerado de bacterias en el intestino (sobrecrecimiento bacteriano, toma de antibióticos).
  • Dificultades en la absorción de gas del interior del intestino. Obstrucciones intestinales, adherencias por cirugías previas, alteraciones en la movilidad del intestino: diabetes, esclerodermia, medicinas que reducen la movilidad del intestino.


¿Qué síntomas produce la flatulencia?


Los síntomas más habituales de la flatulencia son:
  • Eructos. Suelen aparecer cuando el exceso de gas es debido a tragar demasiado aire (aerofagia). Generalmente se asocian a sensación de abdomen hinchado, dolor y distensión abdominal. Suelen producirse tras comer, al liberar aire retenido en el esófago o en el estómago. Son favorecidos por el consumo de alimentos que relajan la unión entre el esófago y el estómago, como chocolate, grasas, productos con menta, bebidas gaseosas, etc. Algunas personas con reflujo gastroesofágico realizan eructos voluntarios al encontrar así alivio. La causa no suele estudiarse a no ser que se acompañen de otros datos que sugieran una enfermedad de fondo.
  • Flatulencia. Suele producir hinchazón abdominal, ruidos frecuentes de tripas y emisión de ventosidades.

¿Cómo se diagnostica?


En general en las personas con eructos frecuentes y/o con flatulencia no suelen realizarse estudios para llegar a un diagnóstico concreto, a no ser que se acompañen de otras manifestaciones clínicas que sugieran una enfermedad de base (diarrea, pérdida de peso, pérdida de apetito, dolor abdominal, etc.) o a que sean tan molestos que alteren la vida normal del paciente. En casos de flatulencia puede realizarse una búsqueda de parásitos en heces para descartar una infección por Giardia, un estudio de intolerancia a la lactosa, o incluso radiografías especiales para ver el intestino, u otras pruebas.

¿Cuál es el tratamiento de la flatulencia?


El tratamiento de la flatulencia depende fundamentalmente del síntoma principal:
  • Eructos. Suele recomendarse evitar tragar demasiado aire, explicando al paciente con detenimiento que ésto puede ser la causa de los eructos. Se debe recomendar el abandono del tabaco, dejar de mascar chicle, dejar de ingerir bebidas gaseosas y de tragar rápidamente comidas o bebidas. En algunas situaciones puede recomendarse tratamiento con tranquilizantes.
  • Flatulencia y gases.
  • Se deben evitar alimentos que puedan producir gases como lechuga, coles de Bruselas, coliflor, brocoli, espárragos, alcachofa, repollo, cebollas, legumbres, bebidas gaseosas, cerveza, patatas, maíz, cereales integrales, peras, manzanas, etc. También deben evitarse comidas ricas en lactosa (leche y sus derivados), fructosa (azúcar, miel, maíz, trigo, tomate y numerosas frutas) y sorbitol (presente en chicles y bebidas “diet”). Hay que considerar que cada persona responde de forma distinta a cada alimento. Por ello, y considerando que muchos de estos alimentos son importantes en una dieta equilibrada, se debe evaluar de forma individualizada qué alimento es el que está o no produciendo gas en una persona concreta.
  • Existen algunos tratamientos con medicinas cuya eficacia es dudosa, en general no avalados científicamente, como la administración de simeticona, carbón activado, beano, etc. Muchos de ellos se pueden comprar directamente en farmacias o parafarmacias.
  • Si se sospecha un sobrecrecimiento bacteriano puede intentarse un tratamiento con antibióticos durante algunos días.
  • Si se sospecha una intolerancia a la lactosa debe realizarse una dieta sin lactosa o administrar pastillas de lactasa durante unos días y observar la respuesta.
  • Para reducir el mal olor de las ventosidades pueden tomarse pastillas de salicilato de bismuto. Se han desarrollado también diversos aparatos externos que reducen el olor, como almohadillas de carbón activado que se colocan a la salida del ano o ropa interior realizada con fibra de carbono.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.