Según los datos publicados en la web del Ministerio de Sanidad durante los dos últimos años, los coincidentes con la pandemia Covid-19, podemos observar que se ha experimentado un incremento de las plantillas en el ámbito de la Atención Primaria, incremento que a todas luces no se ha correlacionado con el aumento de actividad y en consecuencia no ha solucionado el grave problema de la actividad demorada durante estos años, la sobrecarga diaria y la presión asistencial que vienen padeciendo especialmente los médicos de este castigado nivel asistencial.

Resulta llamativo que en Médicos de Familia y Pediatras el crecimiento en el periodo 2020-2022 haya sido de un 19.4 por ciento del total de la plantilla, es decir 7.000 profesionales más, mientras que en Enfermeros de Atención Primaria ese crecimiento ha sido mucho mayor, del 30 por ciento, lo que equivale a un incremento de 9.000 profesionales. Paradogicamente, este crecimiento desigual ha coincidido con un aumento de la actividad presencial medida en número de consultas del 50 por ciento más en Médicos de Familia y Pediatras que en enfermeros de Atención Primaria. Para concretar, se ha crecido en 2.000 medicos ménos que enfermeras a pesar de que los médicos han tenido que asumir 3.000.000 de consultas más que el colectivo de enfermería (tabla 1). En resumen, el Ministerio decide que crezca un 30 por ciento más la plantilla de aquellos profesionales que experimentan un 50 por ciento menos de aumento de actividad.

Si nos centramos en las cifras absolutas de consultas presenciales, podemos ver, según los datos del Ministerio de Sanidad, que cada enfermero atiende al año 3.487 consultas frente a las 5.651 que atiende un Médico de Familia o Pediatra de Atención Primaria, casi el doble con los datos más recientes, los de 2022. A nadie se le escapa que la complejidad de una consulta médica es considerablemente mayor a una de enfermeria, lo que debería traducirse indudablemente en el tiempo empleado en ella y lo que a su vez tendría que redundar en el número de consultas que deberían ser asumidas por uno u otro profesional. Cierto es, que algunas actividades propia de enfermería, como el caso de curas complejas, requieren más tiempo y ello ha de ser tenido en cuenta, pero la inmesa mayoría de consultas de enfermeria se circunscriben a técnicas menos complejas, como determinaciones de glucemia o tomas de constantes, a registros de vacunación, extracciones de sangre, etc, consultas que requieren a todas luces menos tiempo que una consulta medica al uso. 

No se ha tenido en cuenta, y de hecho es un factor distorsionador muy importante, no contemplado sistemáticamente, que en un nada despreciable número de citas con médico se suelen agregar 2, 3, y a veces más motivos de consulta en el mismo acto, es decir, en la misma cita. Es de sobra conocido, por todos los expertos en Atención Primaria lo relativamente frecuente que es encontrarse con el paciente que acude con dos o mas motivos de salud a la consulta, o el que hace consultas derivadas para un famililar, para “de paso” ver los resultados de pruebas complementarias o por solicitudes burocráticas de cualquier indole propias o de terceros (certificados, partes de ambulancias, etc) agregadas a la consulta principal que motivó la cita.


"Cuando un usuario pide cita en un centro de salud, lo hace casi exclusivamente para solicitar un médico de familia o un pediatra. Esa es la realidad"



Esta circunstancia en las consultas de enfermería casi no se produce, y de producirse ocurre con mucha menor frecuencia. Tener este factor en cuenta distorsionaría mucho más aún los desequilibrios en presión asistencial que padecen Médicos de Familia y Pediatras en comparación con enfermeros de Atención Primaria y explica el por qué de las demoras y presión asistencial de uno y otro colectivo.

Las mal llamadas “teleconsultas”, ya que deberían llamarse telefonoconsultas, y que el Ministerio de Sanidad ha cifrado en 127 millones en el año 2022 en su informe, son practicamente exclusivas del personal médico, solo en un pequeño porcentaje, y para problemas no complejos o de indiole estrictamente burocrática, son derivadas a personal de enfermeria. Sumar ese contingente de actividad en la cuantía cifrada por el Ministerio a la actividad del medico dispararía a 8.604 las consultas anuales por Médico de Familia o Pediatra de Atención Primaria (mucho más del doble que las que realiza el personal de enfermería).

Hemos de ser objetivos y aceptar la realidad, especialmente en lo referente a la demanda de servicios por parte de la ciudadanía. A los centros de salud, cuando un usuario llama o acude pidiendo cita, lo hace casi exclusivamente para solciitar atención del Médico de Familia o del Pediatra, en mucha menor frecuencia se demanda atención para otros profesionales, (odontopediátra, fisioterapéuta, matrona o enfermería, entre otros).

Hay un grave problema sobrecarga en Atención Primaria que incide en la accesibilidad de los pacientes al sistema sanitario y redunda inevitablemente en los Servicios de Urgencias Hospitalarios y resto de niveles asistenciales, y ese problema está provocado fundamentalmente por la sobrecarga asistencial de Médicos de Familia y Pediatras, la archiconocida queja de las agendas de más de 50 pacientes y las demoras para cita de más de 2 semanas.


"Derivar funciones propias del médico a otros profesionales no formados para ello no es ético ni legal, y no soluciona la saturación de las consultas"



Pretender derivar funciones propias y exclusivas del médico como son el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de patologías a otros profesionales no formados para ello como se plantea desde algunos colectivos o grupos de presión, no es ético, no es legal y no va a solucionar el grave problema de la saturación de las consultas de Médicos de Familia y Pediatras de Atención Primaria. Reforzar otros grupos profesionales con la esperanza que eso disminuya la sobrecarga en las consultas médicas es una ilusión propia de quién no conoce en absoluto el funcionamiento de nuestra sanidad, ni el comportamiento y demandas de nuestros usuarios.

La planificación de los recusos materiales y humanos corresponde a la Administración, los profesionales y sus representantes laborales tenemos la obligación de exponer los problemas sin maquillajes ni faltar a la realidad, y como no, proponer soluciones, pero ponerlas en marcha corresponde a quien tiene la capacidad de decidir, es decir la Administración. Con estos datos en la mano, podemos afirmar que somos los médicos los realmente “baratos” para el sistema, con una eficiencia a muchísima distancia de cualquier otra categoría profesional.

Por ello, no se explica que se “invierta” en otro personal, que no podrá nunca resolver los problemas médicos de los pacientes, cuando los que están realmente sobrecargados son los médicos y pediatras de Atención Primaria, aunque sí nos permite comprender por qué sigue Atención Primaria con los mismos problemas de siempre. La solución está en manos de la Administración, pero esto debería ser objeto de reflexión por todos, administración, Profesionales y por supuesto, Usuarios.

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