Hace unos días celebramos por vía telemática, que es como se celebran ahora las cosas, la despedida por jubilación de Carmen Martín, una de las enfermeras con las que tuve la suerte y el orgullo de contar desde los inicios de la ONT en 1989, tras nada menos que 31 años de trabajo en la organización. Podría haber escrito unas líneas similares refiriéndome a cualquiera de las otras enfermeras de los primeros tiempos, que han permanecido en la ONT hasta que tuvieron que marchar por imperativos de edad (Sabina Ramón, Encarna Sagredo, Mamen Segovia y Manolo Serrano) tras décadas de trabajo brillante, pero en este caso hablamos de una ocasión especial porque era la última que quedaba de la primera generación, el último residuo de la memoria histórica de la ONT en el área clínica y como tal, estuvieron presentes en la distancia, coordinadores de toda España.

Carmen fue una de las 6 primeras enfermeras y 2 auxiliares administrativas que formaron toda la plantilla inicial de la ONT. El proyecto inicial de mero reparto de riñones para el que se había dotado esta plantilla, inspirado por los inmunólogos de cabecera del ministerio no tenía mucho sentido porque el problema entonces era la escasez de todo tipo de órganos para trasplante y no cómo se repartían los riñones. Había fuertes tensiones entre médicos, autonomías y asociaciones de enfermos que para nada veían que aquel extraño proyecto, tal como lo contaban desde el ministerio fuera a solucionar sus problemas.

Había que cambiar el paso antes de echar a andar y empezar a hacer muchas cosas distintas a las previstas. Para ello, unas enfermeras muy experimentadas en el ámbito hospitalario y perfectamente conocedoras del proceso de la donación y el trasplante resultaban las profesionales más adecuadas, con la ventaja de su polivalencia y de una mejor adaptación que los médicos a un entorno trasversal y muy cambiante. Nuestra protagonista era supervisora de planta de nefrología, donde transcurría el postoperatorio y las complicaciones de los trasplantes renales y a la vez se preparaban las donaciones ya que entonces los nefrólogos éramos ya coordinadores de trasplante, aún sin saberlo y sin llamarnos así. Las demás ocupaban puestos similares en UVI, unidad de diálisis y laboratorio: eran sin duda alguna de lo mejor entre la enfermería del Ramón y Cajal. Como es obvio y en la más pura tradición española hubo que esquivar unas cuantas recomendaciones de quienes consideraban que iban a ser unos puestos cómodos y sin demasiados compromisos.

Las claves del éxito de la Organización Nacional de Trasplantes


Primer punto a resaltar: la selección correcta del personal de acuerdo con sus méritos y sus características es fundamental para que un proyecto llegue a buen fin.

Lo difícil de explicar y que agradeceré toda la vida es que enfermeras de este calibre aceptaran dejar un buen puesto profesional en un gran hospital y en lo mejor de su carrera para venirse a formar parte de un proyecto lleno de interrogantes, que les suponía de momento unas peores condiciones laborales y que podía haber acabado fatal. Es evidente que la credibilidad del proyecto que en ese momento les pude transmitir (muy distinto al oficial) les animó a dar un paso que iba a resultar crucial en sus vidas.

Segundo punto a resaltar: Es necesario tener un proyecto claro, realista y convincente para que quienes participan en él se sientan plenamente identificados.

Había tantas cosas por hacer y éramos tan pocos que la polivalencia no era una opción sino una obligación. Como dije antes, este perfil de enfermería, con ganas de comerse el mundo y desarrollar cosas nuevas se adecuó perfectamente a esta necesidad.

Tercer punto a resaltar: La polivalencia, la flexibilidad y la gestión dinámica son fundamentales en el modelo de gestión del conocimiento que caracteriza a cualquier organismo moderno.

Desde el primer momento, preguntamos a los profesionales que estaban en primera línea para que nos mostraran cual era su trabajo y sobre todo, nos dijeran que era lo que necesitaban y en qué les podíamos ayudar para hacerlo mejor y más fácil.

Cuarto punto a resaltar: La misión fundamental de la administración, ya sea estatal o autonómica y sanitaria o no sanitaria es ayudar al ciudadano y a los profesionales que trabajan en el sector y no ser una molestia burocrática más. Para ello es necesario un diálogo abierto y continuado, evitando la tendencia al aislamiento de burbuja tan propia de los políticos.


"Carmen se dedicó a desarrollar muchas cosas, pero desde el principio hubo un tema en el que se centró especialmente: la recogida, estandarización y sobre todo la verificación de los datos aportados por hospitales y comunidades"


Como todo el equipo, Carmen se dedicó a desarrollar muchas cosas, pero desde el principio hubo un tema en el que se centró especialmente: la recogida, estandarización y sobre todo la verificación de los datos aportados por hospitales y comunidades. Se puede decir que ningún dato de donación o trasplante de la ONT se podía dar como definitivo hasta que Carmen no lo hubiera validado.

Hoy día, los datos recogidos desde hace 30 años, exhaustivamente verificados y analizados, en íntima colaboración con los profesionales hospitalarios, sociedades científicas y autonomías, constituyen uno de los activos más importantes de nuestro sistema de donación y trasplante. Se hacen públicos con toda celeridad, nunca han sido cuestionados y son indispensables para la toma de decisiones adecuadas. Difícil no compararlo con el galimatías de los datos del coronavirus, algunos de una fiabilidad más que dudosa y con hasta ocho cambios de criterios en pocos meses.

Quinto punto a resaltar: Ninguna organización puede funcionar sin una recogida ágil de datos fiables y un análisis detallado de los mismos. A ello es necesario dedicar los mejores recursos y esfuerzos disponibles.

Podríamos seguir enumerando razones por las que los 31 años de Carmen en la ONT son un perfecto ejemplo de servicio a la sanidad pública de una enfermera de raza, pero quiero terminar con algo fundamental: toda la primera generación de enfermería ha dedicado gran parte de sus últimos años en la ONT a entrenar a las nuevas generaciones y me consta de sobra que les han conseguido inculcar el ADN de la organización y el orgullo de pertenecer a ella: son su mejor garantía para el futuro.