La decisión de la Administración la pasada primavera de romper unilateralmente el acuerdo para prorrogar el concierto de Muface ha introducido una inestabilidad que no beneficia en nada el modelo del mutualismo administrativo. Había un compromiso adquirido de prorrogar por dos años dicho concierto, con una subida de la prima de un 1,5%,  para 2014. Esta decisión ha obligado a redactar de prisa y corriendo un nuevo concierto, esta vez por un año de duración, lo que ha tenido entre otras consecuencias que una de las aseguradoras haya renunciado a seguir prestando el servicio sanitario como venia haciendo estos dos últimos años, así como a incluir algunas novedades cuyas bondades solo podremos evaluar tras su puesta en marcha.

Para CSI.F no es una buena noticia que una asegurada abandone el concierto porque eso significa reducir la oferta, y por tanto la competencia, que es la piedra angular en la que descansa el funcionamiento de este original modelo que año a año viene demostrando su viabilidad, su fortaleza y su alta aceptación entre los funcionarios acogidos. Un modelo que, a juicio de CSI.F, solo tiene un inconveniente grave: que los políticos de uno y otro signo han sido incapaces de entenderlo, si exceptuamos a Julián García Vargas en su etapa de ministro de Sanidad.

El mutualismo administrativo es un sistema de protección y asistencia sanitaria de una parte de los funcionarios que ejecuta el cien por cien del presupuesto, que cada año se somete a un plebiscito y sigue contando año tras año con casi el 85% de aceptación entre los posibles usuarios, que no produce pérdidas y que está al día en los pagos a las aseguradoras, a los hospitales y a las farmacias. Un modelo que atiende a más de dos millones de usuarios en el territorio nacional y a todos los funcionarios del exterior diseminados  por los cuatro rincones del globo terráqueo con las misma eficacia. Tampoco podemos olvidar la ayuda que presta para evitar la masificación del sistema, así como el ahorro de costes  en comparación con el modelo general.

Sin embargo, estas bondades no son suficientes para que los responsables políticos le presten la atención necesaria. Año tras año, los que conocemos a fondo el modelo, mutualistas, aseguradoras, gestores, representantes de los funcionarios, venimos poniendo el acento en la insuficiente financiación que desde hace años está poniendo en peligro su futuro. Esta situación está elevando los índices de siniestralidad a cifras que se acercan a la línea roja del cien por cien. Esa fue la causa aducida por las dos aseguradoras que abandonaron el sistema hace tres años y no estará muy lejos de lo sucedido con este nuevo abandono. Y, a pesar de todo, cada vez que el modelo atraviesa una crisis muestra su fortaleza para salir adelante.

Nadie entiende esta permanente incomprensión y desidia de los responsables políticos con el mutualismo administrativo. Nadie entiende, que pese a ser muchas las voces que venimos llamando la atención del problema, no se adoptan las decisiones oportunas para hacer viable el futuro del modelo. Nadie entiende que en las épocas de presupuestos expansivos ningún responsable último se parara a sentar las bases de un plan de financiación por varios años. Nadie entiende, en fin, que, cuando había un compromiso firme por parte de la Administración para prorrogar el concierto de 2012 por dos años más, sin ninguna explicación más que la consabida cantinela de la estabilidad presupuestaria, se proceda a la congelación de la prima obligando a redactar un concierto de prisa y corriendo con los riesgos que eso conlleva.

Es conocido que los precios sanitarios suelen tener un comportamiento superior al alza que la media del resto de precios. Esto, junto a los recortes presupuestarios que han congelado la prima y  las prisas lógicas, han influido sin duda en el nuevo concierto con un año de duración que se va a firmar próximamente por cuatro de las cinco compañías que estaban en el vigente. Sabemos que se ha trabajado a contrarreloj para llevar a buen puerto un concierto redactado en unas condiciones no sencillas, sabemos que tanto el director general y su equipo, como las compañías del concierto, han puesto todo de su parte para evitar un fracaso. Si acaso, echamos en falta haber gastado hasta la última gota de esfuerzo para haber mantenido en el concierto a todos los que están ahora, aún reconociendo la dificultad de la negociación para armar un cesto con menos mimbres de los necesarios.

En CSI.F no tenemos ninguna duda de que el modelo va a seguir prestando la asistencia sanitaria (la protección social ha quedado maltrecha con los recortes) con la misma calidad y eficacia como hasta ahora. Es un servicio bien valorado por los mutualistas y eso nos transmite una obligación a todos los que desde una u otra manera estamos trabajando para que la continuidad esté asegurada. Pero esta confianza no nos impide ver el asunto con un mayor alejamiento para comprender que los responsables políticos llevan demasiado tiempo jugando con fuego y es necesario un cambio de rumbo para estabilizar la confianza en el futuro del modelo mutualista. Son muchas las llamadas de atención que venimos haciendo los distintos actores que tienen muy poca receptividad para diseñar un plan de estabilidad a medio y largo plazo. En CSI.F llevamos apostando desde siempre por el mantenimiento de este modelo de protección social y asistencia sanitaria y nos cuesta entender las dudas de los responsables políticos en diseñar un plan viable de futuro, dudas que resolverían si se pararan un momento a pensar que pasaría si el modelo desapareciera. En definitiva, con esto, no harían nada diferente a lo que hace cualquier empresario con sus empleados, diseñar todas las estrategias posibles para mejorar sus condiciones de vida al objeto de que su satisfacción con la empresa se traduzca en una mayor productividad. Pero eso es harina de otro costal.   


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