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12 feb. 2021 16:30H
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Dice Juan Luis Vives que “es inútil toda polémica si no hay esperanza de que resulte provechosa”. Y así estamos, ante una polémica inútil de la que no sacaremos nada provechoso, salvo titulares en medios de comunicación y rasgados de vestiduras más o menos mediáticas. ¡Se han vacunado algunos gestores de hospitales! ¡Qué notición!

Hablo de gestores de centros sanitarios, no de las cúpulas de alguna consejería y otros especímenes de la fauna política y algunos miembros de la Iglesia que, temerosos de Dios, han corrido a vacunarse de forma indebida. A todos estos un sonoro silbido, una exigencia de responsabilidad y un desprecio absoluto.

Eso sí, no comparto el castigo ejemplar que algún dirigente político quiere imponerles como a los niños: “como has sido malo, te quedas sin postre”, equivalente a “te quedas sin la segunda dosis”. Con este castigo no haces otra cosa que desperdiciar unas dosis en momentos de escasez, dejar incompleta la vacunación y con ello dar armas al virus, no contribuir al bien que se busca, la inmunidad de grupo.

Pero volvamos al objeto de este artículo. La vacunación de equipos directivos, siempre con su gerente a la cabeza, a los que se les “pilla” vacunándose, según dicen algunos, saltándose el protocolo, la prioridad, la secuencia establecida. Es aquí donde quiero llegar.

Se que lo que voy a decir a continuación será criticado y en algún caso hasta será objeto de algo más. Pero creo que estoy en mi derecho de expresar mi opinión en libertad, aún a riesgo se recibir duras críticas.

No quiero adornar en demasía lo que quiero decir, así que públicamente y de forma clara, digo que no entiendo la polémica sobre este tema, que los directivos de los hospitales han estado y están largas jornadas de trabajo en los centros, que se reúnen, que “pasean” y visitan todas las dependencias del hospital, que han enfermado como los demás trabajadores (así se ha demostrado en los estudios de seroprevalencia realizados), que han ingresado y han pasado por la gravedad de la Covid-19, incluso, por desgracia han muerto. No olvidemos al director de Santa Cristina, fallecido por Covid-19 en la primera ola.

Tengo “doble personalidad” y comparto en mi vida laboral dos situaciones profesionales contrapuestas, aunque yo las entiendo como complementarias. He sido médico clínico muchos años, gestor en diferentes centros, gerente de un gran complejo hospitalario, y ahora soy el secretario general de un sindicato profesional que defiende y representa los intereses de los facultativos.

Por eso no entiendo la polémica, el intento de desprestigiar y poner en evidencia a gestores que se han vacunado, como lo hacen todos los trabajadores de los hospitales, urgencias extrahospitalarias y centros de salud. En las colas para vacunarse estaban los médicos, enfermería, auxiliares, celadores, personal administrativo, personal de mantenimiento, limpieza, encargados de las máquinas de vending y, por supuesto, los gestores. Si que entiendo que primero deberían haberse vacunado los asistenciales de primera línea, pero la vacunación se inició sin orden ni concierto, al grito de “tonto el último”. Esta desorganización sí es achacable a los gestores, de esto sí debemos pedir responsabilidades. De vacunarse ellos, a mi juicio, no.

Entre mis actuales cometidos está la denuncia de cacicadas que hacen los gerentes, defensa ante las direcciones cuando vulneran derechos de los profesionales, exigencia de buen gobierno, trasparencia, cumplimiento de la norma, etc. Y así seguiré, pero no saldrá de mi boca un reproche en este tema, no haré demagogia con ello, solo les pido respeto al orden y una organización adecuada. Y, para terminar, respeto a la verdad, no mentir, no esconder lo que se ha hecho, decir abiertamente, “si, me he vacunado”. Ya sabemos que la mentira tiene las patas muy cortas y que quién miente debe ser cesado de inmediato, pero por mentir, no por vacunarse.

Y aprendamos de los errores. Vamos a entrar en la fase de extensión de la vacunación a toda la población y lo que hay que exigir es organización, protocolo claro, control y trasparencia. Y que los familiares y allegados de ciertos personajes sean como los demás, ni más ni menos.

PD: esta es una opinión personal y en ningún caso representa la opinión de la organización a la que represento.