“La muerte no es el enemigo, señores. Si vamos a luchar contra alguna enfermedad hagámoslo contra la peor de todas: la indiferencia”. Robin Williams. No seamos indiferentes frente a la enfermedad que padece nuestro Sistema Sanitario, hagamos lo necesario para recuperar un bien necesario, básico, que toda sociedad moderna y avanzada necesita.

Empezamos a salir de la gran pandemia de la Covid-19, la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años. Ha afectado a cientos de miles de pacientes (casi 4 millones), ha ocasionado el fallecimiento de más de 80.000 personas solo en España, ha puesto al Sistema Sanitario al límite, incluso, me atrevo a decir, ha llegado a colapsar.

La pandemia, desde el punto de vista asistencial, está empezando a ser controlada, cada día hay menos incidencia, menos mortalidad, mayor protección post vacunal. Parece que la tendencia es relativamente favorable y espero que, en un plazo de tiempo corto, se termine esta pesadilla.

Pero la pandemia deja dos secuelas importantes. Una es la de la propia enfermedad, la Covid persistente, una complicación que afecta a muchos pacientes y que no sabemos bien cómo evolucionará y si ocasionará la incapacidad permanente de muchos afectados. La otra son las secuelas que deja en un Sistema Sanitario que ya estaba enfermo, que ya tenía una patología crónica de larga evolución, un Sistema necesitado de profundas reformas estructurales.


"Ha llegado el momento de intervenir seriamente, con decisión, y acometer las reformas necesarias para que el Sistema Nacional de Salud reviva"



Creo que ha llegado el momento de intervenir seriamente, con decisión, y acometer las reformas necesarias para que el Sistema Nacional de Salud reviva, se modernice y no termine por desaparecer. Podríamos escribir tesis doctorales sobre este problema, su análisis y las propuestas de solución, pero este es un simple artículo de opinión y no pretende otra cosa que sensibilizar en relación con este problema a quienes tienen la capacidad de poner soluciones, que no son otros que los políticos y gestores. Quiero detallar solo tres grandes problemas que hay que acometer: las infraestructuras, los problemas de personal y el cambio organizacional.

Estructura física de los centros sanitarios


Los centros de salud y los hospitales, al menos una gran parte de ellos, requieren de un profundo cambio. Edificios viejos, obsoletos, sin espacios, algunos en sótanos, sin ventilación, sin salida de emergencias, con espacios limitados que impiden adaptarse a las nuevas necesidades de equipos y profesionales, etc., necesitan una profunda actualización y en muchos casos ser sustituidos por otros nuevos. Esto significa dotarse de un plan de infraestructuras serio que permita abordar estas necesidades en plazos de tiempo cortos, por tanto, siendo “imaginativos” en cuanto al modelo y sistema de financiación.

Si esperamos que la norma vigente en la Administración, que por ejemplo hace que un hospital se plantee y proyecte en el año 1996 y hoy en día aún está en fase de apertura, mal vamos. Ya escribía hace años en esta misma tribuna este artículo en relación con esto: 'A propósito de la obsolescencia de los hospitales'.

Recursos Humanos en el Sistema Nacional de Salud


En relación con el problema de personal, de los profesionales del Sistema, ya me pronuncié en 2018 y publicaba en esta misma tribuna un artículo titulado 'Concurso abierto y permanente'; también en 2017 con esta otra: 'De médico estatutario a médico con estatus propio'. Hay soluciones, si se quieren.

Tenemos un problema enquistado, al que tenemos que dar solución urgente. No se puede tolerar que cerca del 50% de nuestros profesionales no sean fijos, que pasen años de eventualidad, incluso que algunos se jubilen sin tener una plaza fija. Estamos en un momento de sensibilidad, tanto los Tribunales de Justicia como el Ministerio de Administraciones Públicas están valorando este problema y sus posibles soluciones. No confío para nada en ellos, tengo que decirlo, llevan años permitiendo que este abuso de las Administraciones para con sus profesionales se instaure y sea tolerado sin rubor alguno.

Por último, hablemos de otro gran problema, la organización. Organización del sistema, de sus estructuras, de sus jerarquías, su funcionamiento; entender que una organización como la sanitaria, basada en el conocimiento de sus profesionales, que requiere adaptación constante, digitalización, incorporación rápida de nuevas tecnologías, evolución constante de conocimientos, estructuras que son asistenciales, docentes e investigadoras,  que entra de lleno en el mundo del “big data”, que debemos entender que el que sabe es el profesional y que el gestor deber ser “subordinado” a este, no a la inversa, que el gestor debe ser un “conseguidor” y no un clásico del “ordeno y mando”, es una necesidad y para ello, de nuevo, me remito a una necesidad básica de la que ya escribía en esta otra tribuna: 'Es hora de nombrar a un gerente sin etiqueta', es decir, profesionalización y nada de politización de la estructura de gestión de las organizaciones sanitarias. Política sanitaria, si, por supuesto, pero “politización de la Sanidad”, no.

Siento auto citarme demasiado en esta ocasión, pero es que tras varios años escribiendo en esta tribuna que me ofrece Redacción Médica, he tenido tiempo de referirme en varias ocasiones a estos problemas y ver que todo sigue igual, que nada cambia, que, por desgracia, en breve saldré del Sistema como profesional y lo haré igual que cuando entré allá por 1980. Nada cambia, o lo hace poco y muy lentamente. 

Termino volviendo al inicio, luchemos contra la peor enfermedad, la indiferencia.