Son días de curvas, gráficas, estadísticas, probabilidades… para mí también son días de apuestas.

Apuesto a que en los equipos que están desarrollando vacunas para el coronavirus hay una mayoría de biólogas y biólogos (por favor y para no cansar al lector: a partir de aquí consideren como genérico el termino biólogo).

Apuesto a que en los grupos que están trabajando en terapias y medicamentos para la enfermedad COVID 19 hay numerosos biólogos.

Apuesto a que un buen número de estudios sobre salud pública, prevención, epidemiología, están y estarán firmados por biólogos.

Apuesto a que la mayoría de las consultas sobre medios para incrementar, validar y producir test de diagnóstico van dirigidas a biólogos.

Apuesto a que las nuevas técnicas para mejor detección y diagnóstico del coronavirus que aparecerán serán desarrolladas por equipos con biólogos.

Apuesto a que los biólogos seguirán sin tener el justo reconocimiento a pesar de que de los 6 expertos en el Comité Científico de la COVID-19 creado por el Gobierno uno de ellos es biólogo.

Apuesto a que los biólogos que trabajan en el sistema sanitario están realizando muchas de las funciones asistenciales para las que están capacitados y que hasta ahora se les impedían por razones normativas.

Sé que no es fácil aceptar estas apuestas porque, es la realidad, son ganadoras.

El colectivo profesional de biólogos y biólogas ha aportado grandes logros a la sanidad, prueba simple de ello es el gran número de estos que han obtenido el premio Nobel en el área.


"Grave error el de empobrecer un sistema sanitario impidiendo o retrasando el acceso a profesionales que contribuyen a su desarrollo, amplían sus conocimientos y ofrecen unos servicios que es obvio que la sanidad y los usuarios requieren"


No obstante, en España, a los profesionales de la Biología se les continúa rechazando como profesionales sanitarios impidiendo que aporten su contrastada formacion y su visión holística y amplia a esta actividad. Solo un escaso número de ellos tiene reconocida esta categoría: los que acceden a un título de especialista en Ciencias de la Salud a través de las exiguas plazas que se ofertan vía BIR.

Hasta la publicación de la Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS), el biólogo estaba reconocido como profesional del ámbito sanitario. Su exclusión en ella ha impedido que nuestros profesionales continúen accediendo a puestos de trabajo con categoría sanitaria y que muchos de los que ejercen en ellas de manera previa no tengan reconocido este estatus.

Desde el mismo día de publicación de la LOPS en 2003, el Consejo General de Colegios Oficiales de Biólogos y sus Colegios han estado advirtiendo de ello y han reclamado su reconsideración, lo cual se ha retrasado sistemáticamente, así:
  • 6 de agosto de 2014, el Real Decreto 639/2014 crea la especialidad de Genética Clínica, un avance que permite reconocer legalmente a los profesionales de la Biología que trabajan en este ámbito. Anulado por errores burocráticos, no por el fondo. Abril 2020: la Genética Clínica aún está sin regular.
  • Enero 2019. El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social presenta la regulación por ley como profesión sanitaria la Biología Sanitaria, con efectos profesionales habilitantes que se establecerán por norma. Abril 2020: Esperando.

Salud Pública, Genética Clínica, Reproducción Humana Asistida… actividades pendientes de regular y a las que el biólogo tiene prohibido el acceso por no tener el marchamo de “profesional sanitario”.

Grave error el de empobrecer un sistema sanitario impidiendo o retrasando el acceso a profesionales que contribuyen a su desarrollo, amplían sus conocimientos y ofrecen unos servicios que es obvio que la sanidad y los usuarios requieren.

El ayer y el hoy, el ser o no ser, el avance o el atraso: Burocracia. Intereses. Demagogia.

Pero en estos momentos de evidente y acuciante necesidad, a los biólogos se nos reclama urgentemente en las áreas de diagnóstico, prevención, salud pública, epidemiología…, y se nos solicitan recursos humanos, medios, infraestructuras, eso sí, con el carácter de voluntariado.

Ahora, en las duras y puntualmente, sí se reconoce nuestra aptitud y competencia profesional en sanidad, pero se nos oculta bajo el genérico nombre de “científicos”.

Ahora no importa que no estemos reconocidos como profesionales sanitarios.

No nos negamos. Aquí estamos, dispuestos a arrimar el hombro como sea y donde sea, con reconocimiento o sin él.

No es momento ahora de distraer con requerimientos legislativos y burocráticos las necesidades de un país azotado por una pandemia, pero nos tememos que cuando esta situación pase, el profesional de la Biología volverá a quedar relegado de nuevo como paria de un sistema sanitario controlado, dirigido y manipulado por corporativismos y decisiones que son ajenas a la realidad de sus necesidades.

Sirvan estas apuestas, mejor dicho, certezas, para hacer constar la realidad de la sanidad española.

En España, Siglo XXI. Año I de pandemias.