A la vista de todas las informaciones que van surgiendo día tras día acerca de los horizontes que se avecinan podemos extraer algunas conclusiones que sin duda pueden hacer bueno la frase del otrora famoso programa de televisión “Más vale prevenir”.

Decir que nos encontramos ante un escenario de incertidumbre no es para nada alarmista sino más bien todo lo contrario, es el diagnóstico de situación que otros han hecho ya, expertos que en otras ocasiones han realizado una disección precisa de los acontecimientos y se han aproximado de forma bastante exhaustiva a la realidad de los acontecimientos venideros.

Qué duda cabe que nuestro futuro viene determinado en buena medida por la evolución económica no solo de nuestro país, ni tan siquiera del entorno geográfico en el que nos enmarcamos, sino de todo el planeta una vez que la globalización genera este efecto, como decía el proverbio chino “el aleteo de una mariposa se puede sentir en el otro lado del mundo”.


"Las reformas de modelos asentados en principios pretéritos ya no sirven y para alcanzar un nuevo marco de estabilidad se hace imprescindible analizar en profundidad el legado de sostenibilidad que vamos a dejar a las generaciones más jóvenes"


Centrando estas breves líneas en este aspecto no podemos dejar de lado el panorama que nos rodea con un proteccionismo exacerbado en las economías de los grandes países, por otro lado, y centrándonos en nuestro espacio geográfico la vuelta del Brexit con la salida del Reino Unido de la Unión Europea con un nuevo plazo solicitado a instancias del propio parlamento británico; en otro contexto el constante repiqueteo en torno a los separatismos y el afán por disgregar y por instaurar fronteras, y las consecuencias de la imposición de aranceles como reacción a la competencia establecida entre grandes empresas como puede ser el caso de Boeing y Airbus son hoy responsables de los vaivenes y fluctuaciones financieras de los mercados.

Dentro de este concierto de naciones, ciñéndonos a España surgen como setas en el campo los problemas de índole política, económica y social. En lo político las consecuencias del enfriamiento y desaceleración legislativa motivada por elecciones concatenadas y la falta de un gobierno de la nación sólido y estable, no en funciones como el que tenemos en este momento.

En lo económico, la deuda y el déficit estructural (descontando los efectos del ciclo económico) de las administraciones públicas se cifra en un 2,5% del PIB que aunque parezca asumible, según afirman los expertos, un cambio de ciclo económico como por ejemplo el que se barrunta, con un incremento de los costes de financiación de nuestra deuda pública nos podría situar en una situación compleja puesto que podríamos alcanzar un déficit incremental que algunos vaticinan ya en el entorno del 7%. La financiación de este déficit con una deuda en 2019 del 96,4% del PIB (según el FMI) podría llegar a ser muy complicado.

Otro aspecto que nos viene lastrando desde hace tiempo es el estancamiento de la productividad concatenado con una cierta fragilidad de nuestras exportaciones por su nivel de concentración geográfica, un sistema financiero frágil todavía y una falta de interés e iniciativa por realizar las reformas que son ya necesarias y urgentes máxime si tenemos en cuenta la deriva sociodemográfica a la que ya nos estamos enfrentando con un envejecimiento claro de la población, un incremento en la cronicidad y el declive demográfico (cambio de polaridad entre el número de nacimientos y fallecimientos, hoy fallecen más personas que nacen en España).

En lo social la incertidumbre de hacia dónde nos dirigimos, cuál es el horizonte que nos espera y como reacción la esperada en estos casos, el freno en el consumo que lleva aparejado el enfriamiento del desarrollo de nuestras empresas y por lo tanto el desempleo que vuelve a agravar esta situación de pérdida progresiva de la confianza y la credibilidad en un futuro cierto y estable (el desempleo en España no bajará del 12,5% hasta 2024, según el FMI).

Las reformas de modelos asentados en principios pretéritos ya no sirven y para alcanzar un nuevo marco de estabilidad se hace imprescindible analizar en profundidad el legado de viabilidad y sostenibilidad que vamos a dejar. En este sentido, la sanidad no es una excepción, sino más bien todo lo contrario: un ejemplo que confirma la regla.