Siempre he sido una persona que me marco objetivos no solo en lo personal, sino también en lo profesional. Y es en esto último en lo que me gustaría centrarme hoy: la docencia.

Hace unos cinco años mi antiguo director empezó a hablarnos de la posibilidad de hacer docente el Servicio de Urgencias donde yo trabajo, ya que vio que contaba no solo con las condiciones para ello, sino lo más importante, poseía los profesionales adecuados y muy bien cualificados.

La tutorización de residentes de Medicina Familiar y Comunitaria es una tarea apasionante y muy gratificante, que complementa mi labor asistencial. Al principio sentí inquietud y un poco de inseguridad porque es una responsabilidad muy grande: los residentes tienen que adquirir la formación pertinente en Urgencias, para que en su futuro puedan afrontar una guardia de la forma más segura posible.

Y mi pregunta en la siguiente: ¿es posible hacer una buena docencia en un Servicio como lo es Urgencias (independientemente si estamos en Atención Primaria como hospitalaria)? En mi modesta opinión la respuesta es que sí, aunque con matices que paso a desarrollar en este artículo.

En mi época de médico residente tuve adjuntos tutores de todo tipo: aquellos que se desvivían por enseñar y lo hacían con amor y pasión y aquellos que yo los llamaba “adjuntos fantasmas” (los veías únicamente al principio y al final de la guardia). Afortunadamente la mayoría pertenecían al primer tipo: no solo te servían para consulta y dar altas o ingresos sino que también te enseñaban, desde cómo interpretar un ECG, una radiografía de tórax, una gasometría o un TAC (ya que durante mi formación de estudiante carecí de ello) hasta técnicas como una punción lumbar, una paracentesis, colocar un tubo de tórax e incluso te permitían participar en una RCP.

En esta labor docente también jugó un papel importante el personal de enfermería. Destaqué en urgencias por mi motivación y ganas de aprender. En ocasiones les pedía que me enseñaran a coger vías, colocar sondas vesicales o nasogástricas o hacer una gasometría, a lo que accedían gustosamente, a pesar de la enorme carga de trabajo a la que estaban sometidos en algunos momentos

Y esta formación que recibí y que tanto me ayudó es lo que intento transmitir a los residentes que hacen guardia conmigo, independientemente de su año de formación y la responsabilidad que tengan. Y ellos te lo agradecen enormemente.

Al iniciar una guardia, cuando la presión asistencial todavía es baja, el residente y yo vamos al cuarto de críticos y le explico los algoritmos de la RCP básica y avanzada (tanto de adulto como pediátrica), cómo se utiliza el monitor desfibrilador, abrimos el carro de parada y hablamos de la farmacología más utilizada en urgencias, le enseño a montar y desmontar el laringoscopio y cómo funciona nuestra bomba de perfusión de fármacos, entre otras cosas. Pero no se trata de la típica charla magistral. Al contrario, es algo interactivo donde hablamos de los temas, se preguntan dudas y se resuelven del modo más claro posible.

También explico que estoy para consulta ante cualquier duda que le surja y cuando existe, aprovechamos para hablar de la patología en cuestión. Y ante una situación de emergencia vital le hago participar activamente en la misma (que creo que es la forma más útil de aprender).

Si la demanda lo permite, hablamos de los cuadros urgentes más frecuentes en Atención Primaria: arritmias (como diagnosticarlas y su tratamiento), síndrome coronario agudo, edema agudo de pulmón, síncopes, hipo/hiperglucemias, reagudización de EPOC, etc.

Con todo lo que he hablado quiero decir que sí se puede hacer una buena docencia en un Servicio con tanta demanda y presión como lo es urgencias. Además es un compromiso que he adquirido con las unidades docentes cuando he aceptado este reto tan interesante.

¿Y qué me ha supuesto ser tutor? Todo. Solo tengo palabras positivas para ello, una gran satisfacción personal y profesional. Además me obliga a estudiar y actualizarme (lo cual siempre es positivo) para transmitir esos conocimientos al compañero en formación.

Desafortunadamente en algunas ocasiones se utiliza a la figura del médico residente como mano de obra barata en Urgencias. Yo intento evitarlo. Es verdad que te ayudan a sacar una guardia adelante (al fin y al cabo cobran por ello), pero esto lo complemento con aquello a lo que me he comprometido: a darles una formación de calidad (o por lo menos eso intento) y eso es lo que hacen la gran mayoría de mis compañeros que hacen un trabajo estupendo.

Espero algún día poder recibir a alumnos de Medicina, porque al igual que pongo todo mi esfuerzo y horas de estudio para formar lo mejor posible a residentes de Medicina Familiar y Comunitaria, también lo haré con ellos y sería un nuevo e interesante desafío formativo.

Me gustaría terminar este artículo diciendo que, aunque suene pretencioso, me siento muy orgulloso cuando un antiguo residente al que has tutorizado hace una guardia conmigo y ves sus actuaciones y valora de manera tan positiva la formación, los métodos y el trato recibido.