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11 may. 2015 10:45H
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Primaria recibe a un nuevo líder que, como los demás, habrá de compartir protagonismo, sin saber a ciencia cierta si esta circunstancia es fruto del consenso o de la duda. Antonio Fernández-Pro presidirá la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) haciéndose una pregunta reiterativa, a la que el primer nivel asistencial ni sus sucesivos líderes han logrado responder todavía: ¿qué es primero, la unión o la acción? Porque eso de la unidad de acción, que está muy bien como lema legendario y casi estribillo de una canción popular, no termina de pasar el corte de la realidad. Y, a lo mejor, es porque se quiere hacer todo a la vez. Y en este caso, como diría Jack el destripador, es mejor ir por partes.
 
La unidad de acción, en primaria, es la manera más cordial y menos incorrecta de decir algo así como ‘unámonos de una puñetera vez’. Y Fernández-Pro no ha tenido inconveniente en ser cordial, que es una manera muy útil de acostumbrarse a ser lo que le tocará ser a partir de ahora: más político que profesional. Aunque ambos planos le son por entero familiares, como médico en Toledo y como vocal de Administraciones Públicas en la Organización Médica Colegial (OMC).

Si es primero la unión o la acción es una pregunta casi imposible, como la del huevo o la gallina. Primaria insiste en juntarlas, haciendo un lema y casi, casi una sola palabra: unidad de acción. De hecho, se ha convertido casi en un mantra, que ha servido para responder a todo tipo de preguntas sobre futuro, retos y desafíos y a no pocos dilemas que los diferentes líderes han tenido que ir resolviendo sobre la marcha. Ante la duda, unidad de acción. Y Fernández-Pro no iba a ser tan osado de olvidarse del filón.

Ahora bien, ¿qué es en realidad la unidad de acción? ¿Aparentar unidad cuando lo que hay es (mucha) diversidad? Hace poco tuvimos la prueba, con el día de la atención primaria, en el que aparecieron en público, a cual más legítimo, hasta diez líderes profesionales que, a buen seguro, tienen algo que decir sobre el colectivo al que representan. Pero, ¿es necesario que todos salgan en la foto? Porque, al final, se corre el riesgo de que la unidad de acción se convierta en una mera excusa para no cambiar el reparto de representatividad.

El primer nivel asistencial es así: tan esencial como indescifrable. La puerta de entrada al sistema se parece a veces a un gran agujero negro que atrae todo tipo de voluntades, y muchas simpatías, pero insuficientes recursos y casi ninguna prioridad. A Fernández-Pro también le tocará luchar contra esto y parece convencido de que lo hará mejor en comunión con sus compañeros de pupitre que por separado.

Si la acción parece por tanto lo primero, la unidad parece lo segundo, que en este caso más bien habría que decir lo lejano. Fernández-Pro no la ve posible, empezando por la que sería más factible, es decir, la de las tres sociedades científicas, lo nunca visto en ninguna otra especialidad. Ningún líder de los que hemos tenido al frente de estas organizaciones ha dado un paso público por la fusión. A la que no es obligado llegar mediante movimientos ofensivos o acciones directas: ‘quítate tú, que me pongo yo’. No, no es eso.

Más bien se trataría de ganar un liderazgo real, que naciera del peso profesional y político del elegido y del convencimiento y apuesta de los electores. Así ocurre en la mayoría de ámbitos en los que es obligado tener una primera voz, que no debe ser la única, pero sí debe quedar claro que es la más importante y que, en caso de debate imposible, se encargará de marcar el norte hacia el que marchar.

¿Podrá ser Fernández-Pro ese líder, no ya de la SEMG, que disfruta ahora de un buen estado de forma, sino de la primaria entera? Es improbable, si su lema es la unidad de acción y, si de elegir se trata, opta primero por la segunda. Y la acción, por sí sola, no nos llevará a la unión.

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