Pregunta recurrente: ¿Es necesario aumentar el número de facultades de Medicina o el número de plazas para estudiar Medicina en España?. Como dice el título de este artículo, prestado de la canción de Jarabe de Palo, la respuesta seria: de según cómo se mire, todo depende.

Pocas veces todo es blanco o negro. Siempre hay tonalidades grises que valorar. Jarabe de Palo da pistas al respecto: "Que el blanco sea blanco, que el negro sea negro, que uno y uno sean dos, como exactos son los números, depende". Como epidemiólogo, "depende" es una de mis respuestas preferidas. Analizaremos aquí algunos datos para poder emitir una opinión más argumentada:

1.- Facultades: España tiene 50 facultades de Medicina. Somos el país del mundo con más facultades de Medicina por habitante: 1 facultad de Medicina por millón de habitantes. Claramente son demasiadas. La OMS recomienda un índice de 0,5 facultades de Medicina por millón de habitantes. Tenemos más facultades que Alemania (44 facultades, 83 M de habitantes) o Italia (47 facultades, 58 M de habitantes). De las 50 facultades españolas, 36 son públicas (72 por ciento) y 14 privadas (28 por ciento). Tomando como referencia el año 2007, el aumento de las facultades públicas es del 38 por ciento y el de las privadas del 700 por ciento. Hay varias peticiones para crear nuevas facultades de Medicina en España, a la espera de la toma de decisiones.

2.- Estudiantes: El número de alumnos que acceden a las facultades de Medicina cada año en España ha aumentado significativamente (un 94 por ciento en el periodo 2007-2024). Actualmente se admiten más de 8.000 alumnos nuevos por año. En España, el número de estudiantes de Medicina egresados anualmente se ha incrementado un 167 por ciento, desde el año 2005 (4.343 graduados) al año 2021 (7.264 graduados). El número actual de egresados es ahora algo inferior al de plazas ofertadas para llevar a cabo la Formación Sanitaria Especializada (FSE), convocatoria a la concurren más de 13.000 aspirantes (españoles, comunitarios y extracomunitarios). El Gobierno de España solicitó a las facultades de Medicina existentes en 2023 un aumento de plazas de primer curso, que finalmente se ha situado en un 10 por ciento. Las estimaciones de la oferta y demanda de médicos necesaria en España no son exactas. Hay modelos que apuntan a una falta relativa de médicos en determinades especialidades y áreas geográficas. Según el Ministerio de Sanidad (informe Oferta y Necesidad de Especialistas Médicos 2021-2035), faltan especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria, Anestesiología y Reanimación, Geriatría, Psiquiatría y Radiodiagnóstico. El número total de médicos activos en España es de 4 médicos por 1.000 habitantes, significativamente superior al de países de la OCDE (3,4 médicos por 1.000 habitantes).

3.- Profesores: Debido al baby-boom y a unos años (década de los 70) en los cuales se amplió notablemente el acceso a Medicina, van a haber muchas jubilaciones en los próximos 5-7 años (casi un 20 por ciento de profesionales). Muchos de ellos son médicos y profesores de la Facultad de Medicina. Paradójicamente, no hay apenas recambio: el incremento de facultades y plazas para estudiar Medicina en España se ha producido sin un incremento equivalente del profesorado necesario. La Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina Españolas ya advirtió en 2019 al respecto de la disminución significativa y progresiva del número de profesores permanentes en las facultades de Medicina.

"Deben realizarse convocatorias de plazas de Medicina según las necesidades reales de cada facultad"



Entre 2017 y 2026 se jubilará un 43 por ciento del profesorado permanente actual, incluyendo un 55 por ciento del profesorado vinculado de áreas clínicas. Con casi 8.000 estudiantes de Medicina por año actuales, el déficit absoluto de profesores se estima en más de 3.000 vinculados a instituciones sanitarias y más de 1.300 profesores no vinculados. La situación puede ser insostenible. La falta de una estructura adecuada y actualizada de profesorado permanente condiciona y condicionará la calidad de la docencia de la Medicina. Deben realizarse convocatorias de plazas de Medicina según las necesidades reales de la facultad y es urgente modificar los criterios de acreditación para profesores permanentes de Medicina y trabajar para que la docencia universitaria sea la norma para los profesionales de instituciones sanitarias, se valore en la carrera profesional asistencial y pueda así atraer a nuevos profesionales.

4.- Instituciones sanitarias: La formación en Medicina requiere especialmente (rasgo diferencial con todos los grados no sanitarios) de un conjunto amplio de hospitales y centros de atención primaria universitarios que garanticen la docencia y formación práctica clínica necesaria y adecuada de todos nuestros estudiantes. La formación clínica práctica en los centros sanitarios se sostiene hoy gracias a la colaboración, en numerosas ocasiones voluntaria, y al interés, ilusión y esfuerzo de muchos profesionales sanitarios. Esta situación debe mejorar sustancialmente. Los hospitales y centros de atención primaria docentes están saturados, por lo que resulta difícil poder aumentar la oferta de prácticas clínicas. Cabe recordar la limitación impuesta por la Orden SSI/81/2017 al respecto del número de personas en formación que pueden interaccionar con pacientes (que incluye alumnos de todos los grados, fellows, MIR y otros), así como la obligatoriedad de supervisión directa durante las prácticas clínicas.

La razón estudiante/profesor en las prácticas clínicas debe actualizarse. La razón ideal sería 1/1 o 2/1, bastante lejos de la realidad. Ello supondría aumentar significativamente los profesores asociados médicos y los profesores permanentes vinculados, incluyendo el lector vinculado. Resulta paradójico que en estas condiciones de fuerte competencia algunos hospitales del sistema público de salud se adscriban o asocien a universidades privadas. Sería más coherente que las facultades de Medicina de las universidades públicas se asociasen a hospitales y centros del sistema público de salud y las facultades de Medicina de las universidades privadas lo hiciesen solo a hospitales y centros privados.

5.- Financiación: La inversión estatal y autonómica en las universidades y en concreto en las facultades de Medicina (uno de los grados que más recursos requiere) es insuficiente. La Ley Orgánica del Sistema Universitario establece un incremento de la financiación pública de la educación universitaria hasta alcanzar como mínimo el 1 por ciento del PIB, aunque no determina qué gobierno (central o autonómico) es responsable del incremento de recursos. España ocupa uno de los últimos puestos en gasto universitario entre los países de la OCDE. En este contexto de limitación de recursos resulta incomprensible que se dediquen recursos económicos a la apertura de nuevas facultades de Medicina, teniendo en cuenta el coste que ello supone. Una plaza de Medicina en una universidad privada es un negocio. Una plaza de Medicina en una universidad pública es una inversión pública que exige rendición de cuentas.

6.- Calidad: El aumento del número de facultades y/o de alumnos disminuye la calidad de la formación de los futuros médicos, especialmente por lo que a las prácticas clínicas hace referencia. Medicina es un grado donde aproximadamente el 50 por ciento de los créditos proceden de prácticas en instituciones sanitarias. Muchas facultades no disponen de centros sanitarios universitarios suficientes para dar cabida, en condiciones de atención y supervisión adecuadas, a tantos estudiantes. La calidad de los futuros profesionales de la medicina, responsables inmediatos de la salud de nuestra sociedad, depende en gran parte de la colaboración de las instituciones sanitarias en esta formación.


"El aumento significativo del número de plazas de Medicina no ha servido para solucionar los problemas que afectan hoy a la profesión médica y puede afectar negativamente a la calidad docente"



Un aumento de plazas que "empeora" la calidad en Medicina


En resumen, aumentar las plazas de acceso al grado de Medicina y/o el número de facultades de Medicina en España no es una decisión acertada. Los decanos y los estudiantes de Medicina estamos de acuerdo en esta conclusión. Las facultades de Medicina somos responsables de la formación de las nuevas promociones de médicos, al servicio de nuestra sociedad. Un aumento de la admisión de estudiantes en las facultades o la creación de más facultades de Medicina, sin un incremento del profesorado acreditado, sin espacio ni supervisión suficiente para las prácticas clínicas y sin mejora de las condiciones laborales y los salarios en nuestro sistema sanitario, desde la FSE hasta las salidas profesionales posteriores, es un mal escenario. La situación descrita (jubilaciones médicas) se irá normalizando paulatinamente en unos 8 años, hecho que exige flexibilidad y anticipación en la toma de decisiones. Será necesario incrementar el número de plazas ofertadas en el sistema MIR en los próximos años, y mejorar las condiciones laborales y salariales de nuestro sistema sanitario para que este resulte más atractivo a los jóvenes médicos.

Necesitamos planificar mejor los recursos y mayor coherencia y solidaridad estatal para adaptarnos a necesidades y situaciones cambiantes y hasta cierto punto inciertas, que tienen que ver con variables como la demografía evolutiva de nuestro país, el envejecimiento de la población, la demografía médica, la formación, el desarrollo de nuevas tecnologías médicas, la oferta y demanda de trabajo, la movilidad internacional de los profesionales médicos y las condiciones laborales y competencias profesionales de los médicos del futuro (más inmediato de lo que imaginamos). El aumento significativo del número de plazas de Medicina descrito no ha servido para solucionar los problemas que afectan hoy a la profesión médica, pero puede condicionar negativamente la calidad de la docencia y por ello la competencia profesional y la seguridad clínica.

Acabo: ¿De qué depende? Depende de lo más sencillo en teoría y a la vez más difícil en la práctica: depende del sentido común (si me permiten, del "seny"). Depende de que los intereses generales primen sobre los particulares, de que se analicen los datos y tendencias adecuadamente y de que se tomen las decisiones lógicas, realistas, pragmáticas y con la mirada puesta en el futuro. Depende de que todos los implicados en esta toma de decisiones sean capaces de trabajar coordinadamente en beneficio de nuestra sociedad. Una gran responsabilidad, pero todo y todos dependemos de ello.