Antes no era raro el sanitario que fumaba en la consulta; hoy no lo hace ni siquiera fuera de ella



8 jul. 2014 13:51H
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Redacción. Madrid
Una amplia encuesta de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) ha detectado una drástica caída del hábito tabáquico en el profesional sanitario desde finales de los años 90 del pasado siglo a la actualidad. El estudio también revela que ese sano descenso fue mayor entre los enfermeros, que ahora apenas se sitúan dos puntos porcentuales por delante de los médicos en consumo de cigarrillos cuando, en el año referido, les aventajaban de forma considerable.

Segismundo Solano, coordinador área de tabaquismo de Separ; Pilar de Lucas, presidenta de la sociedad científica; Remei Artigas, directora Médica de Menarini; y Carlos Jiménez, director del PII de Tabaquismo de la Separ.


Asimismo, la investigación revela que los sanitarios no solo fuman menos, sino que se hallan más concienciados a la hora de prescribir a sus enfermos tratamiento de deshabituación, tal como ha destacado los especialistas de la mencionada sociedad científica.

En efecto, los hábitos saludables de los profesionales sanitarios sirven de modelo para los pacientes, resultando de gran ayuda para difundir y concienciar sobre la importancia de mantener una óptima salud respiratoria. En este sentido, expertos neumólogos del Programa Integrado de Investigación en Tabaquismo de la Separ, y del Área de Tabaquismo de esta sociedad científica y gracias a la colaboración de Menarini, han realizado el estudio epidemiológico en cuestión para analizar la prevalencia del tabaco en este grupo de profesionales y estudiar sus actitudes respecto al consumo de cigarrillos. Los resultados muestran, sin duda, una drástica disminución del número de profesionales sanitarios españoles fumadores.

“Sólo el 11,7 por ciento de los entrevistados son fumadores, y hasta el 41,3 por ciento son actualmente exfumadores”, ha declarado Carlos Jiménez, director del PII en Tabaquismo de la Separ. “Según datos obtenidos en un estudio en 1998, el 39 por ciento de los profesionales sanitarios españoles eran fumadores, llegando la prevalencia de fumadores en el grupo de Enfermería hasta cifras del 43 por ciento. Actualmente, la prevalencia del tabaquismo en el colectivo de Enfermería se sitúa en el 13,2 por ciento a sólo dos puntos por encima del colectivo de médicos (11,1 por ciento)”, ha añadido Jiménez.

La investigación realizada también concluye que más de la mitad de los profesionales sanitarios encuestados (55 por ciento) utiliza asesoramiento psicológico y la prescripción de fármacos cuando ayudan a los pacientes fumadores a abandonar el hábito.

“Este dato denota una mayor concienciación de los profesionales sanitarios españoles en el campo del tratamiento del tabaquismo”, concluyó Jiménez. A lo que añadió que “los tratamientos para dejar de fumar se presentan como una opción rentable y eficaz. Por ello es importante difundir sus efectos beneficiosos y potenciar su uso”.

De izq. a dcha.: Segismundo Solano, coordinador del Área de Tabaquismo de la Separ; Pilar de Lucas, presidenta de esta sociedad científica; Remei Artigas, directora médica de Menarini; y Carlos Jiménez, director del PII de Tabaquismo de la Separ.


Según el estudio realizado por la Separ, los resultados demuestran que el 60 por ciento de los profesionales sanitarios fumadores se plantea abandonar el consumo del tabaco en un futuro próximo y hasta el 17 por ciento de ellos lo quiere dejar de forma inmediata.

“La formación en diagnóstico y tratamiento del tabaquismo debería incluirse en el currículo formativo de todos los profesionales sanitarios y estudiantes de Medicina y Enfermería. Los profesionales sanitarios tenemos el reto de animar a todos los fumadores a que abandonen el hábito. Esta es la única forma de lograr mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes, a la vez que reduciríamos la carga económica que supone el consumo de tabaco en nuestra sociedad y en nuestro Sistema Nacional de Salud”, ha concluido Jiménez.

El consumo de cigarrillos es la principal causa de muchas enfermedades pulmonares. Según datos extraídos del Libro Blanco de la Salud Pulmonar en Europa, publicado por la European Respiratory Society (ERS) este mismo año, más de 700.000 europeos mueren cada año por el consumo de tabaco.

Asimismo, más de la mitad de las muertes por enfermedades respiratorias se deben al cáncer de pulmón y a la EPOC, ambas enfermedades relacionadas con el tabaco. La concienciación de la población sobre los efectos negativos del tabaco en la salud es una estrategia clave para mejorar dichas cifras de impacto nocivo que registran los cigarrillos, coinciden los expertos. Según datos de la European Respiratory Society (ERS), los costes económicos totales del tabaco reducen la riqueza nacional en cuanto al Producto Interior Bruto (PIB) hasta el 3,6 por ciento.

Epidemia inminente de enfermedades respiratorias

En Europa, cada año una de cada ocho muertes se debe a enfermedades respiratorias, y los trastornos pulmonares causan al menos seis millones de ingresos hospitalarios. “La prevención del tabaquismo y la financiación de los tratamientos para dejar de fumar son retos que la sanidad debe asumir. Sabemos, porque está contrastado científicamente, que es más coste-eficaz ayudar a los fumadores a dejar de serlo que los tratamientos de la EPOC o los del cáncer de pulmón”, ha declarado Pilar de Lucas, presidenta de la Separ.

Asimismo, añadió que “es necesario frenar al máximo el consumo de tabaco, convencer a todas las personas de que dejen de fumar y ayudarles a conseguirlo. Esto es especialmente relevante entre los pacientes con EPOC, que continúan fumando. Hasta el 40-60 por ciento de ellos continúa fumando a pesar de saber que el consumo de tabaco impide mejorar su calidad de vida y acelera el proceso de la enfermedad”.

Aproximadamente el 25 por ciento de los españoles fuman y, de éstos, entre el 20 y el 25 por ciento desarrollarán esta enfermedad pulmonar. Las previsiones son que la población española llegue a su crecimiento máximo en 2050 con 53 millones de habitantes y un envejecimiento máximo alrededor de 2060, con un aumento de la población de riesgo. Por este motivo, resulta lógico proyectar que, en España, se va a asistir a una verdadera epidemia de EPOC durante los próximos años.
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