Varios hospitales aplican este método de meditación en la práctica asistencial de pacientes con diversos trastornos.



2 may. 2015 13:58H
SE LEE EN 5 minutos
Lorena Martínez. Madrid
La terapia mindfulness inició su camino en la década de los 70 de la mano del biólogo molecular Jon Kabat-Zinn, quien, tras medir la efectividad de los resultados de este programa basado en la ‘atención plena’ y en técnicas de meditación inspiradas en la tradición budista comenzó a circular de boca en boca entre los profesionales sanitarios de Estados Unidos, llevando a introducir este método en los hospitales.

“La realización de pruebas de neuroimagen ha probado la efectividad del mindfulness en los cambios cerebrales”, apunta Beatriz Rodríguez Vega, del equipo de Psiquiatría del Hospital La Paz, centro pionero en la introducción de este método en la práctica asistencial de nuestro país.

Tal y como destaca Rodríguez, la inclusión “reglada” de esta terapia se hizo efectiva a partir del año 2000; sin embargo, años antes el equipo de Salud Mental trataba patologías de carácter somático mediante lo que denomina “conciencia somato sensorial”; esto es, “nuclear, sin palabras, basada en sensaciones”, especialmente destinada a pacientes con trauma psíquico.

Entonces, el mindfulness era aún considerado como “una terapia de carácter personal que en ningún caso debía mezclarse con la práctica terapéutica”. Pero la apuesta liderada por la propia Rodríguez llevó a ahondar en el desarrollo de estas prácticas y desde 2010 se  conforman grupos trimestrales de pacientes con ansiedad y depresión, así como otros con patologías como esclerosis múltiple o psoriasis.

“La práctica transforma al paciente y se presenta como método complementario a otros tratamientos. Por ejemplo, un paciente puede recibir psicoterapia individual y a su vez formar parte de un grupo colectivo de mindfulness, algo que ayudará a que se intensifique dicho tratamiento”, anota.

Los beneficios de la ‘atención plena’ se orientan asimismo a los propios profesionales del centro, a través de un programa formativo dirigido a futuros terapeutas residentes y a residentes de Enfermería en Salud Mental. “Consideramos que la actitud de la terapia es clave para entrenar la escucha activa, la actitud empática y el propio autocuidado”, declara esta coordinadora.

Rodríguez cree que el rechazo del sector profesional ante este método basado en la meditación se ha ido desvaneciendo en los últimos años. “Yo hablaría más de desconfianza ante la proliferación de terapias que se anuncian como milagrosas y que en muchos casos son solo charlatanería”, dice. En este sentido, destaca la estrategia de formación continuada iniciada en La Paz, en la que se integra personal administrativo, médicos, enfermeros y celadores, con el objetivo de recibir entrenamiento en regulación emocional.

El creciente interés ha llegado también a la Atención Primaria, tal y como explica Rodríguez. Un contexto en el que esta profesional apuesta por incluir el mindfulness en la cartera de servicios sanitarios oficiales. Y es que esto podría ayudar igualmente a mejorar la prevención, según defiende.

En esta misma línea se posiciona Joaquim Soler, psicólogo clínico en la Unidad de trastorno límite y trastorno alimentario del Hospital Santa Creu y Sant Pau (Barcelona), quien cree que el mindfulness es “una herramienta tan potente como la terapia cognitivo conductual” que “sin duda” ha de pasar a formar parte de las prestaciones básicas. El centro catalán comenzó a introducir la terapia en el año 2000 mediante la creación de grupos para trastorno límite de personalidad y, a posteriori, su aplicación se ha ampliado a cupos de pacientes con trastorno alimentario y conducta suicida.

Soler da un paso más, al situar el mindfulness, no solo como un complemento, sino como tratamiento único. “En la prevención de recaídas es un tratamiento en sí mismo”, puntualiza. Con respecto al respaldo profesional se muestra igualmente optimista, aunque admite que “hasta hace poco no recibía ese nombre, sino control atencional, para evitar que se dispararan alarmas”. Sin embargo, este psicólogo cree que la herramienta está viviendo actualmente “un boom”, que celebra.

Haciendo un repaso por el territorio nacional, es posible encontrar otro ejemplo al respecto;  el del Hospital Miguel Servet, en Zaragoza, centro que en 2014 ‘ha cogido el testigo’ comenzando a aplicar el método en pacientes con ansiedad y depresión recurrente a través de sesiones semanales de 16 horas de duración.

“Vamos a desarrollar un estudio controlado financiado por la Red de Investigación en Atención Primaria en pacientes con fibromialgia”, anuncia Javier García Campallo, psiquiatra del centro, quien a su vez ha destacado “el elevado grado de satisfacción” en pacientes y la positiva impresión de la rama clínica, tras los cursos formativos que desde hace 3 años se vienen impartiendo en el Colegio de Médicos de Zaragoza.

ENLACES RELACIONADOS

 Los psicólogos defienden el poder de la mente para afrontar el cáncer (08/11/2014)
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.