El secretario de la Comisión Central de Deontología de la OMC señala que el hecho de que haya muchas demandas “no significa que las actuaciones médicas sean incorrectas”



1 ene. 2014 16:32H
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Ricardo Martínez Platel / Imagen: Miguel Ángel Escobar. Madrid
El secretario de la Comisión Central de Deontología de la OMC y presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Badajoz, Mariano Casado, entiende que los médicos han dejado en un segundo plano los asuntos legales, cuando en el día a día se demuestra que este aspecto se ha convertido en un aspecto más a tener en cuenta dentro del ejercicio de la Medicina.

Casado subraya que los comités proliferan porque son necesarios.

¿Qué opina de proliferación de comités de ética?
Cuando algo prolifera  es porque es necesario. Es importante porque supone la implantación de la ética en el mundo de la sanidad. El ámbito médico no se mueve solo por la técnica y por las leyes, sino también por el comportamiento que tienen que tener los profesionales. Es cierto que se plantean muchos dilemas y dudas en cuanto a qué hacer ante una determinada situación.

En ocasiones se les acusa de que no tienen demasiado peso.
En ocasiones las resoluciones que dictan los comités no son acordes a lo que establece la ley. Por tanto, si se recurre ante un juzgado, se aplicará lo que recoja la norma.

El Gobierno ha preparado una modificación de la ley del aborto, ¿qué le parece?
Soy partidario de una ley de indicaciones, en vez de una ley de plazos.  Creo que es preciso realizar una modificación porque hay cuestiones que no tiene que resolver solamente la sociedad, sino que entran en juego matices médicos, por lo que los profesionales también tienen algo que decir. No porque una ley ampare para interrumpir un embarazo hay que llevarlo a cabo, sino que debe ser necesario que existan una serie de indicaciones. La alternativa que le queda al colectivo médico es la objeción de conciencia.

Una de las leyes que quedó aparcada, es la conocida coloquialmente como la ley de la muerte digna. ¿Cuál es su opinión sobre esta norma?
Desde la Comisión Central de Deontología de la OMC apuntaban, a través de Marcos Gómez Sancho o Jacinto Bátiz, que le ley de la muerte digna no es necesaria. Los médicos siempre buscan esa dignidad. Hay alternativas ante un enfermo que se encuentra en una situación terminal e irreversible, que son los cuidados paliativos. Eso es ciencia. Y aplicarla en su caso en concreto en ciencia y deontología. No creo, por tanto, que haya que realizar una norma que regule la muerte digna.

¿Dónde está el límite entre la atención imprescindible a un enfermo grave o terminal y lo que se ha dado en llamar “encarnizamiento terapéutico”?
El encarnizamiento terapéutico, siempre desde un punto de vista técnico, se da cuando el médico sabe que a pesar de aplicar una serie de métodos, no tienen ningún resultado satisfactorio, en el sentido de conseguir que el individuo consiga dar la vuelta a su situación. Cuando no hay otra opción y se sigue, no es que se vaya solo contra la técnica médica, sino que además se agrede a la ética.

Otro asunto siempre recurrente es la objeción de conciencia. Algunos médicos sienten que se vulnera su derecho cuando les obligan a informar sobre el aborto. ¿Debe prevalecer aquí la objeción de conciencia a pesar de que no intervienen directamente?
No. Un médico puede optar por su objeción de conciencia, pero no puede objetar a informar. No hay nadie mejor que un facultativo para informar al paciente de los riesgos, beneficios, perjuicios o efectos secundarios que puede conllevar una técnica médica, como en este caso es la interrupción del embarazo. Cuando se habla de consentimiento informado, hay que recordar que el paciente puede consentir cuando ha sido informado. Si no hay información previa o no es acorde a ese propio paciente es imposible que pueda consentir. Informar al paciente queda a parte de la objeción de conciencia. Porque es posible que tras dar la información adecuada no llegue a materializar el aborto y si lo hace, es porque es libre.

Por este asunto el Código Deontológico de la OMC recibió críticas, especialmente desde el Colegio de Médicos de Toledo.
Fueron cuestiones muy debatidas porque en el colectivo médico no todos somos del mismo sentir y parecer. La condición médica da margen a que cualquiera pueda tener su propia ideología. Determinadas asociaciones criticaron el artículo 55.3, que aborda este asunto. Aquello quedó limado y el tiempo pone a cada uno en su sitio y creo que ahora no hay un debate abierto en este sentido.

El secretario de la Comisión Central de Deontología de la OMC entiende que los médicos deben tener más en cuenta al Derecho.

¿Vivimos un momento de judicialización de la sanidad?
De la sanidad y de cualquier ámbito de la sociedad española. Ahora se conoce a los jueces por sus nombres y se les pone cara. Por tanto, nuestro ámbito también. Hoy los pacientes conocen sus derechos, aunque algunas veces olvidan sus obligaciones, y cuando consideran que han sido vulnerados recurren a la vía judicial.

Los profesionales sanitarios ven en los tribunales ¿un respaldo o una amenaza?
El médico como cualquier ser humano puede cometer errores. Es verdad que sus fallos tienen unas consecuencias más importantes y tienen trascendencia. Pero no por ello se puede decir que hay una mala Medicina en España. Hay muchas demandas y denuncias, pero muy pocas prosperan por una vía penal, son mínimas. Hay algún caso aislado. El que haya muchas demandas no significa que las actuaciones médicas sean incorrectas.

¿El miedo a verse envuelto en un proceso judicial lleva al médico a practicar una “medicina defensiva”?
Sí, es lo que ocurre. Durante muchos años el médico sea ha basado en el paternalismo. Era el que decidía y hacía. Sin embargo, las leyes han cambiado y se ha pasado al principio de autonomía del paciente, en la que éste tiene capacidad para decidir. Parece que los médicos  no lo han tomado demasiado en conciencia y el Derecho sí lo ha hecho. El médico ha dejado de lado los asuntos legales cuando en la práctica diaria vemos que tanto lo técnico, lo ética y lo legal están en el mismo nivel.

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