La Revista

Pablo Requena, sacerdote y profesor en la universidad, acaba de publicar '¡Doctor no haga todo lo posible!'

"El objetivo de la Medicina no es alargar la vida todo lo posible"
Pablo Requena, autor de 'Doctor, no haga todo lo posible'


2 jun. 2018 17:30H
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POR ESTHER ORTEGA
A Pablo Requena le encanta dar un paseo por el Trastévere romano, aunque sigue echando de menos su tierra natal y las Fallas valencianas. El sacerdote y profesor de bioética en la Univesidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma) acaba de presentar  '¡Doctor no haga todo lo posible!, de la limitación a la prudencia terapéutica', un libro en el que aborda los límites de la Medicina, la eutanasia o "el arsenal" para tratar las enfermedades. Aficionado al Real Madrid, el médico se sincera en esta entrevista.

¿Cómo se compagina ser médico, teólogo, sacerdote y profesor en la universidad?

Es más fácil de lo que puede parecer porque mi trabajo fundamental es el de profesor aquí en la Universidad, donde doy clases de Teología Moral y Bioética. Luego tengo un trabajo pastoral como sacerdote, o sea que soy director espiritual. Y además echo una mano en la parroquia, todas las semanas voy también a ayudar. Lo que no tengo es trabajo como clínico, eso lo dejé hace ya algunos años y mi relación con la Medicina es tanto a nivel de lo que me toca estudiar en la universidad como para el trabajo en la Asociación Médica Mundial.

¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo en la facultad?

Estar en relación con gente joven que se está formando, la mayoría para ser sacerdotes aunque también hay algunos laicos que estudian Teología o Filosofía. La labor del profesor en cualquier universidad es intentar ayudar a los alumnos para que piensen un poco por sí mismos, desarrollar un pensamiento crítico. Es un desafío que quizás es más difícil que en otros momentos pero indudablemente no es una cosa fácil y eso a mí me gusta mucho.

¿Cómo lleva estar lejos de España?

Ya me he acostumbrado porque llevo ya aquí casi 25 años. Yo llegué aquí como estudiante para estar unos pocos años y luego volver, pero cuando estaba haciendo el doctorado me dieron la posibilidad de quedarme dando clases. Es algo que siempre me ha gustado porque también cuando estudiaba Medicina era una de mis opciones, entonces dije enseguida que sí.  Roma es una gran ciudad y te permite también estar en contacto con gente de todo el mundo y eso yo creo que es una cosa que es difícil de encontrar en otros sitios.

¿Cuál es su rincón favorito de Roma?

La verdad es que no sabría...(ríe)

Difícil, ¿no?

Sí, porque Roma tiene muchos rincones muy bonitos. Yo vivo en la zona cercana al Trastévere y ahí hay muchos sitios...

Acaba de presentar el libro 'Doctor, no haga todo lo posible', ¿a qué público va dirigido?

Cuando empecé a escribir este libro estaba pensando sobre todo en los profesionales de la salud. Conforme fue saliendo vi que también puede ayudar al gran público porque las decisiones que hay que tomar, sobre todo en enfermedades crónicas y al final de la vida, son decisiones que, de un modo o de otro, nos tocan a todos.

Está claro que el médico se las plantea todos los días, sobre todo en algunas especialidades, pero a todos nos toca tener que decidir, o para cosas relacionadas con nosotros mismos o para personas que tenemos cerca y que quizá no pueden decidir por sí mismas. Quizá antes esto era menos habitual porque la Medicina no tenía mucho que ofrecer y había poco que decidir, pero ahora mismo el arsenal terapéutico es inmenso y dentro de las posibilidades hay muchas cosas que pueden ser razonables, pero que el paciente no se sienta con fuerzas o con ganas de afrontarlas porque los efectos secundarios pueden ser muy grandes.

¿Por qué se decidió a escribir este libro justo ahora?

Había escrito antes un libro sobre el valor de la vida para intentar ver si seguía teniendo un espacio en la bioética. Me di cuenta de que hay bastantes personas que piensan que el que tiene la visión de la vida como algo sagrado, tiene que hacer todo lo posible para que esa vida dure el máximo tiempo posible. Habiendo estudiado un poco de ética médica y también conociendo la reflexión cristiana sobre este asunto, me di cuenta de que esto no es así en el sentido de que uno puede tener una concepción de la vida como un bien muy importante y eso no quiere decir que tenga una visión vitalista. Me parece que esa no es ni la visión de la ética médica clásica ni la visión que tiene la Iglesia sobre este asunto. Por eso me pareció interesante el estudiar este tema.

¿Ha recibido críticas del colectivo médico por este libro?

Todavía no las he visto, habrá gente que le guste más lo que aquí se dice y gente que le guste menos. En algunas de las presentaciones sí que me han dicho... yo creo que hay que esperar un poco a que salgan las reflexiones. Pero bueno, indudablemente, yo tomo partida en algunos puntos y me figuro que habrá gente que comparta esas ideas y gente que no les parezca.

¿Debe la Medicina luchar siempre por alargar la vida de los pacientes?

Yo creo que no, o sea, lo que la Medicina debe hacer siempre es estar junto al paciente hasta que acabe su vida, y en eso me parece que la Medicina tiene mucho que ofrecer y en los últimos años gracias a los cuidados paliativos lo está haciendo. En ese sentido me parece que el fin de la Medicina no es alargar la vida todo lo posible, sino intentar cuidar lo que pueda y cuidar siempre del paciente hasta el final. Lo que sí me parece que sería mala Medicina es abandonar al paciente.

¿Qué límites se deberían poner en ese 'arsenal terapéutico' que comentaba antes?

Pablo Requena analiza los límites de la Medicina

Esta es quizá la pregunta del libro porque no se pueden dar indicaciones precisas sobre lo que habría que limitar porque dependerá mucho de las situaciones, de los escenarios que uno tenga delante y sería imprudente decir que la Medicina debería limitar la ventilación artificial, porque en algunos casos será conveniente y en otros casos no lo será. Lo mismo sirve, por ejemplo, para la diálisis.

Por eso la clave del libro es que no se puede pretender tener  recetas que sirvan para todos los casos, sino que en cada uno hay que llegar a la decisión más prudente en el sentido de que la decisión toma en consideración todos los elementos del caso y tiene muy en cuenta qué es lo que quiere el paciente. Me parece que si algo nos ha enseñado la bioética en estos 50 años es que el que tiene que decidir lo que quiere o no quiere con respecto a su tratamiento es el paciente.

No sé si dentro de casos en los que decía que tiene que decidir el propio paciente, contempla el tema de la eutanasia.

Indudablemente es un tema que entra en la Medicina porque de hecho hay pacientes que piden la eutanasia.

La Medicina siempre ha considerado que la eutanasia no es una buena respuesta en su ejercicio médico, pero yo creo que lo que la Medicina dice ante una petición de eutanasia es que hay que ver cuáles son las necesidades del enfermo, porque realmente el paciente que la pide lo hace porque está muy mal. Y en ese estado, la mayoría de las veces el médico puede hacer muchas cosas para mejorar su situación, para mejorar la calidad de vida. Y en ese sentido me parece que sí que hay muchas posibilidades en donde la Medicina tiene mucho que decir.

¿Qué opinión le merecen los intentos de regulación de algunos países como en España?

Me parece que es una pena que se ofrezca la eutanasia cuando se pueden ofrecer cosas mucho mejores. Me parece que tanto la sociedad en su conjunto como el estatus médico puede ofrecer algo mejor que la eutanasia. Yo entiendo que pueda haber algunos casos extremos de personas con una conciencia muy lúcida que quieran pedir la eutanasia y quieran morir, pero lo que uno ve en la clínica habitualmente es que las personas que piden la eutanasia lo hacen porque tienen molestias graves y ahí entra todo lo que hemos dicho antes de los buenos cuidados paliativos. El problema es que ahora en España, conociendo bien las ventajas y las posibilidades de los paliativos, hay miles de personas que no los reciben y todos podían hacerlo.

Por otro lado, desde el punto de vista de la sociedad, me parece que si se aprueba una ley de la eutanasia probablemente se está permitiendo que algunos elijan ese camino si lo quieren libremente. Pero también se está mandando una señal a muchos otros -que son muchísimos más- que son gente vulnerable que sabe que están siendo un peso para la sociedad y para la propia familia. Si hay una ley que permite la eutanasia, de alguna manera les estamos obligando a justificar por qué quieren seguir viviendo y por qué quieren seguir siendo un peso para la sociedad y para la familia. Es un tema que a veces se piensa poco pero me parece que hay muchas personas que realmente están solas y si la sociedad lo mejor que tiene para ofrecer es la eutanasia, pues bueno, es una sociedad poco solidaria.

No sé si siguió el caso del niño Alfie Evans, ¿qué piensa al respecto?

No tengo una opinión definitiva porque como nunca se supo bien cuál era la patología de base que tenía, es muy difícil dar una valoración moral sobre una cuestión en la que uno no tiene todos los datos. La impresión que yo tuve leyendo las noticias fue que quizá la suspensión de tratamientos que sugerían los médicos era algo razonable. Lo que no me parece tan razonable es que acudieran enseguida a los jueces en lugar de intentar conseguir llegar a una decisión con los padres.

Yo entiendo que para unos padres en una situación así es muy difícil aceptar en pocas horas, la posibilidad de desconectar los aparatos que tiene vivo al niño. A mí me parece que faltó un poco dede mano izquierda para dejar más tiempo a los padres para aceptar cuál era la situación. En el momento en que se metieron los jueces ya se complicó todo mucho. Y luego, me sorprendió mucho que los jueces y los médicos no permitieran a los padres trasladar al hijo a otros hospital.

Comentábamos antes que la decisión, por así decirlo, recaía en el paciente. Pero en un caso con niños de por medio, ¿quién debería tener la última palabra: los médicos, los jueces o los padres?

En los pacientes que no pueden tomar decisiones por sí mismos probablemente hay un representante legal, en caso de los niños  son los padres. Me parece que ellos son los primeros que tienen que decidir, pero tienen que decidir lo que sea una buena praxis médica. Los padres no podrían pedir a los médicos que hicieran cosas que, que desde el punto de vista médico, no tuviera ningún sentido. Eso sirve tanto para los niños como para los adultos: si un adulto le pide al médico que haga algo que no entra dentro del buen tratamiento de su patología pues aquí el médico diría: 'no se lo hago  porque no es buena praxis médica'. Parte de la decisión depende de los médicos, pero una vez que han determinado eso, el que tiene que decidir si se hace una o se hace la otra es o el paciente o, en el caso de menores, los padres. Al juez habría que ir solo en los casos extremos en los cuales no se consiga llegar a una buena solución. Pero me parece que esta última posibilidad habría que intentar evitarla.

Al sacerdote le gusta dar paseos por el barrio del Trastévere

¿Cómo cree que le ha afectado a la Medicina todos los avances que ha habido en los últimos años en  investigación y  tecnología?

Creo que la tecnología en Medicina es un factor muy positivo y nos permite diagnosticar precozmente cosas que antes solo descubríamos en las fases finales y nos permite tratar muchas condiciones patológicas que antes solo podíamos ver cómo iban degenerando a la persona hasta la muerte. 

En ese sentido, me parece que la tecnología y todos los avances técnicos son una cosa muy positiva. ¿Cuál es el problema? Que la tecnología haga desaparecer la persona del paciente, eso me parece que a veces se ve y en la experiencia de ir al médico, se tiene la impresión de que el médico se escondía un poco detrás de las técnicas de laboratorio, de las técnicas de imagen y no atendía más al paciente como persona. Me parece que eso es un peligro indudablemente, la tecnología puede hacernos olvidar que estamos delante de una persona y por tanto en la Medicina siempre será fundamental esa relación médico-paciente. Peso no quiere decir que la tecnología sea mala, sino simplemente que hay que saber utilizarla teniendo en cuenta que la estamos aplicando a una persona.

Comentaba antes el tema de la prudencia a la hora de tomar la decisión. ¿se podría establecer algún tipo de protocolo común para estos casos tan delicados o tiene que ser tratado de forma individual?.

Indudablemente los protocolos y las líneas guías son de gran utilidad   el médico está habituado a seguirlas porque facilita mucho el trabajo de cada día. Pero luego, sobre todo para las decisiones así más importantes, me parece que el buen profesional tiene que plantearse si para este paciente, en este momento de la enfermedad, lo mejor es seguir esta línea guía o s hablar con el paciente para ver si prefería otra cosa. Otro gran tema de los que salen en el libro es la importancia de la comunicación y que quizá ahora es uno de los grandes problemas que tienen los médicos, que no tienen tiempo para tratar adecuadamente a los pacientes.

A veces no es fácil tener el tiempo suficiente para hablar con los pacientes y ver realmente qué es lo que quieren y qué es lo que no, pero eso en algunas enfermedades es fundamental. Por ejemplo, en la esclerosis múltiple en la cual uno sabe cuál es el recorrido de esa enfermedad y cómo va a acabar, y sabe que en un momento dado va a ser necesaria una asistencia respiratoria, por eso es tan importante hablar con el paciente antes de que se llegue a eso para ver qué es lo que quiere.

Uno de los temas que sale también es que a veces no se limita ciertas terapias porque no se ha hablado con el paciente en el tiempo de vida, eso se ve por ejemplo mucho en los casos de cáncer, cuando falla un ciclo de quimioterapia pues otro fármaco y si ese falla pues se intenta un tercero y muchas veces eso se hace sin haber ido a hablar con el paciente para ver si eso es lo que realmente quiere. Me parece que la comunicación con el paciente es fundamental.

en corto
Un libro favorito: Cuerpos y almas, de Van der Merch.

Una película: Cyrano de Bergerac, de Jean-Paul Rappeneau.

Una canción: Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat.

Una ciudad para vivir: Valencia.

Una ciudad para viajar: Roma.

Un objeto imprescindible: El móvil.

Un personaje de su vida: Dos, mis padres.

Un personaje histórico: S. Juan Pablo II.

Un equipo de fútbol: El Real Madrid.

Un lema vital: “Para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10, 10).

¿Qué le hace feliz? Hacer feliz a los demás
Me comentaba antes la importancia del tema de los cuidados paliativos para aliviar ese dolor en el final de vida. ¿Se le da la suficiente importancia a este tipo de cuidados?

Yo creo que todavía no. Hace un par de semanas, en la presentación del libro, estaba presente el doctor Mota,  presidente de la Asociación Española de Cuidados Paliativos, y él tuvo una intervención en la cual animaba a las personas a presentar la realidad de los cuidados paliativos y a contar tantas historias, él decía: "tantas historias bonitas que pasan cada día."

Quizás, el problema esté en la organización de los servicios sanitarios. A veces también el problema es de fondos y de presupuesto.

Ya lleva 25 años viviendo en Roma, ¿qué es lo que más echa de menos de España?

Echo mucho de menos las Fallas porque hice la carrera de Medicina en Valencia y la verdad es que fueron años muy buenos. Tengo todavía  amigos tanto ahí en Valencia como en Cartagena, que es mi ciudad natal. También se echa de menos la horchata y el chocolate con churros que no es fácil tomar aquí en Roma.

Gastronómicamente, supongo que Roma no le habrá defraudado.

No, aquí en Roma también hay cosas muy buenas.

¿Qué hace cuando tiene un rato libre?

La ciudad tiene muchas posibilidades, a mí me gusta mucho pasear y siempre que puedo aprovecho, también para hacer un poco de deporte. Hay muchas ciudades pequeñas no lejanas de Roma que son muy bonitas para visitar... Posibilidades no faltan aquí.
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