Jesús Porta-Etessam, Aurora Herráiz y Enrique Simó
El Hospital Universitario
Fundación Jiménez Díaz acogió la semana pasada un encuentro que llenó su Aula Magna. Bajo el título 'Mindfulness y cerebro: ¿Qué dice la ciencia sobre sus efectos reales?', la jornada reunió la ciencia y la práctica meditativa en una conversación inspiradora entre
Jesús Porta-Etessam, jefe del Servicio de Neurología del hospital y
presidente de la Sociedad Española de Neurología, y el maestro de meditación
Enrique Simó, con la moderación de
Aurora Herráiz, directora de Responsabilidad Social Corporativa del centro hospitalario.
El diálogo exploró los beneficios y los límites de la
atención plena desde perspectivas complementarias, ofreciendo al público evidencias científicas, junto a experiencias prácticas, y concluyendo con una meditación guiada.
Estrés, jóvenes y necesidad de sentido
Porta-Etessam advirtió sobre los
riesgos de una sociedad acelerada que expone al cerebro a un flujo constante de estímulos. “Esa aceleración permanente nos arrebata algo esencial: el deseo de significación, un motor fundamental de la vida humana”, señaló.
En este sentido, el jefe del Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz mostró
especial preocupación por los jóvenes, cada vez más expuestos a la presión digital y a una avalancha de estímulos rápidos, sencillos y adictivos. Como señaló: “estamos viendo un
aumento de intentos autolíticos en adolescentes, en gran parte ligados a la falta de propósito vital y al uso excesivo de pantallas.”
Herráiz recordó en este punto el trabajo realizado por
el hospital madrileño en varios colegios de la capital para acercar la meditación a la infancia, planteando si el cerebro puede entrenarse como un músculo, a lo que Simó, por su parte, respondió con claridad:
“meditar no significa dejar la mente en blanco; significa aprender a pensar más despacio y mejor”. “Con unos minutos diarios se gana calma, se regula la emoción y se recupera la capacidad de dar sentido a lo que hacemos”, aseguró.
Plasticidad cerebral y evidencia científica
A lo largo de la sesión, Porta-Etessam compartió los
hallazgos científicos más recientes que confirman cómo la meditación modifica el cerebro. Estudios publicados, incluso desde hace más de 10 años en revistas como
Nature, han demostrado cambios en estructuras clave del cerebro, fundamentales para la atención y la memoria.
“El cerebro es plástico y el
mindfulness puede transformarlo de manera positiva. Pero requiere constancia. Igual que con el ejercicio físico, si se abandona, los efectos se pierden”, enfatizó.
Además, defendió la integración de terapias no farmacológicas en la práctica clínica: “Nuestra obligación es
ofrecer todas las herramientas que han demostrado eficacia, como el ejercicio, la socialización, la dieta mediterránea, la estimulación cognitiva o la meditación, y aplicarlas de manera complementaria a los tratamientos médicos”, recordó.
La experiencia personal del mindfulness
Desde la práctica, Simó compartió
cómo la meditación cambia la relación con la mente: “Lo primero que se transforma es el diálogo interno: deja de ser un juez implacable y pasa a ser un aliado. “Eso -continuó- tiene un impacto enorme en cómo vivimos las emociones, cómo escuchamos y cómo nos relacionamos con los demás”. No obstante, advirtió que la meditación no es recomendable en fases agudas de trastornos mentales, pues requiere un cierto nivel de estabilidad.
Asimismo, resumió su propuesta en
tres sencillos hábitos: respirar de forma consciente, reflexionar al final del día sobre lo aprendido, y mantener conversaciones significativas. “Con solo eso -afirmó- las personas se sorprenden de los cambios en sus relaciones, en su equilibrio emocional y en su forma de ver la vida”.
Nuevos proyectos y cuidados para el cerebro
La jornada también sirvió para que el centro hospitalario anunciara un
proyecto pionero: El Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz y el equipo de Simó investigarán conjuntamente los efectos del mindfulness
en pacientes con migraña con el objetivo de aportar evidencia científica en esta patología frecuente.
En su intervención final, Porta-Etessam resumió las
claves para cuidar el cerebro: educación desde la infancia, ejercicio físico regular, dieta mediterránea, socialización, evitar tóxicos y pantallas, prevenir traumatismos en deportes de riesgo y, sobre todo, cultivar el contacto humano y el cariño.
“
La felicidad no es un objetivo en sí mismo, sino una consecuencia de los cuidados, las relaciones y los momentos que cultivamos a lo largo de la vida”, concluyó el neurólogo con un mensaje profundamente humanista.
Con esta jornada, la Fundación Jiménez Díaz ha reafirmado su compromiso con la divulgación científica y con una medicina más humana, integrando el conocimiento biomédico con prácticas que promueven el bienestar emocional y social.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.