Los ensayos con ibogaína del hospital abren la puerta a tratamientos futuros contra el tabaco o el alcohol

Sant Joan de Reus evaluará el ahorro en destintoxicación con un alucinógeno
José Carlos Bouso, pionero en España en la experimentación con psicodélicos; y Tre Borrás, investigadora de la Unidad de Adicciones y Salud Mental del Hospital Sant Joan de Reus.


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La respuesta a la adicción generada por la metadona podría estar a más de 9.000 kilómetros. Concretamente bajo el suelo, en la corteza de la raíz de la planta Tabernanthe iboga, común en los bosques húmedos de Gabón, Congo y Río Muni. Esta especie es capaz de producir ibogaína, un alcaloide con propiedades alucinógenas que resultaría útil en los casos de desintoxicación, tal y como ha demostrado el equipo del Hospital Sant Joan de Reus. Sin embargo, pese a que la experiencia con esta sustancia facilita la intervención psicoterapéutica para propiciar cambios, todavía hay aspectos concernientes a la seguridad clínica que deben ser resueltos antes de considerar esta sustancia como terapia eficaz y un posible método de ahorro para el sistema sanitario en el mantenimiento de pacientes en programas de adicción a opioides.


De forma pionera en España, Tre Borrás y su equipo investigador de la Unidad de Adicciones y Salud Mental de este hospital ponían en marcha hace dos años un ensayo clínico, que sitúa a la ibogaína, administrada bajo supervisión médica, como alternativa eficaz para facilitar la desintoxicación de la metadona en pacientes con dependencia a la heroína. El estudio apunta a una reducción del síndrome de abstinencia y de la tolerancia en personas con largas trayectorias de consumo, aunque sus resultados definitivos están aún pendientes de revisión científica por pares. 

Uno de los aspectos clave del ensayo ha sido la seguridad. A diferencia de otros psicodélicos como la psilocibina, el LSD o el DMT, la ibogaína presenta riesgos cardiotóxicos, ya que puede prolongar el intervalo QT del electrocardiograma -tiempo que tardan los ventrículos del corazón en contraerse y relajarse- y provocar arritmias. "Por eso los pacientes tienen que estar monitorizados", señala José Carlos Bouso, psicólogo clínico y uno de los investigadores principales del proyecto. 


Coste del SNS en programas de metadona


Así, el ensayo realizó un control de todas las personas participantes en el ensayo, justo a la mitad del ingreso, es decir, a las 24 horas de cada toma, con la realización de un electrocardiograma cada hora, para identificar posibles "problemas cardiacos graves", dado que la metadona también puede prolongar el intervalo QT. Con estas medidas de seguridad, los resultados obtenidos son "buenos", resalta Borrás, convirtiendo a la ibogaína en una "alternativa a otro tipo de tratamientos". Precisamente, el siguiente artículo que prepara el equipo se centrará en los resultados cardiológicos del ensayo, con el objetivo de aportar datos relevantes a la comunidad médica sobre la combinación de ibogaína y metadona.  

La Unidad tiene previsto desarrollar un tercer trabajo científico que analice el impacto económico del tratamiento, comparando el coste de la intervención con ibogaína frente al gasto sanitario acumulado de mantener a un paciente durante 15 o 20 años en programas de metadona.

No se trata, matiza Borrás, de un tratamiento sustitutivo de la metadona, dado que el mecanismo de acción de este alucinógeno africano no es de sustitución. Puesto que actúa sobre el deseo de consumir, la investigadora considera posible que pueda funcionar como disuasor en el consumo de otras sustancias adictivas. "Hay personas que nos decían que habían dejado de fumar tabaco o que habían disminuido mucho el consumo de est producto o incluso del alcohol"

Por el momento, no existen otros ensayos clínicos similares en fases avanzadas. El equipo de Reus considera que este estudio puede sentar las bases para futuras investigaciones y abrir el debate sobre nuevas estrategias terapéuticas para el tratamiento de la dependencia a opioides dentro del sistema sanitario.


¿Cómo se realizó el estudio? 


Tomando como ejemplo el caso de Brasil, donde la ibogaína ya se utiliza "desde hace años y de forma bastante sistemática", la Unidad de Adicciones y Salud Mental de este centro catalán decidió poner en marcha un estudio doble ciego en 2023, "el primero aleatorizado con ibogaína que se hace en más de medio siglo", explica Bouso, pionero en España en la experimentación con psicodélicos y autor del libro 'Medicina Psiquedélica'. 

El estudio, conformado por 20 personas con una larga trayectoria de consumo de opioides -en muchos casos entre 10 y 20 años- que habían pasado de la heroína a programas de mantenimiento con metadona y que no habían logrado desintoxicarse mediante los métodos habituales de reducción progresiva de dosis, se basó en la administración controlada de ibogaína durante el proceso de retirada de la metadona. La cohorte se dividía en dos brazos. En uno de ellos se mantenía una dosis semanal fija de 100 miligramos de ibogaína, mientras que en el otro, la dosis se incrementaba progresivamente hasta un máximo de 600 miligramos.

Dado que debe tomarse cada 24 horas y que, al suspenderlo, aparece el síndrome de abstinencia, los pacientes dejaban de tomar metadona un lunes por la mañana y acudían al hospital al día siguiente. En el momento en que comenzaban los primeros síntomas, se les administraba una dosis inicial de 100 miligramos de ibogaína.

Cada semana, a lo largo de dos meses y medio que duraba el estudio, se repetía el mismo procedimiento: administración de ibogaína y reducción a la mitad de la dosis de metadona. En ese periodo, los participantes ingresaban 24 horas en el hospital, donde cardiólogos, psicólogos, Enfermería, psiquiatras y un antropólogo hacían entrevistas en profundidad para "conocer los efectos" psicoactivos de la experiencia.


Resultados positivos 


"El efecto de esta dosis dura entre seis y ocho horas, pero la vida media de la metadona es más larga", explica Bouso. La hipótesis del equipo era que la ibogaína ayudaría a recuperar los receptores opioides y a revertir la tolerancia, lo que permitiría reducir la dosis de metadona sin que reapareciera el síndrome de abstinencia. 

Durante el año de seguimiento posterior, los investigadores no detectaron grandes diferencias entre pacientes en función de la dosis recibida durante las seis semanas de tratamiento, pero sí una tasa de éxito del 40 por ciento en cuanto a desintoxicación. Aquellos que no completaron las seis sesiones, también habían disminuido la dosis de metadona que estaban tomando inicialmente, explica Borrás, lo cual también es "un buen resultado". En cuanto a experiencia personal, todos ellos, estarían "muy satisfechos del seguimiento durante el estudio y posterior y de los resultados de la experiencia". 
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