La presidenta Isabel Díaz Ayuso, con los consejeros Fátima Matute y Miguel López-Valverde.
La
sanidad será digital, o seguramente no será. Por eso las Administraciones comienzan, unas más tímidamente que otras, a tomar decisiones en este sentido.
La
Comunidad de Madrid es, dentro del territorio español, una de las que más decidida ha comenzado este camino, con una decisión original y arriesgada, pero que se está mostrando acertada.
En mayo de 2023
Isabel Díaz Ayuso estrenaba su primera mayoría absoluta como presidenta de la Comunidad de Madrid, desprendiéndose así de los condicionamientos políticos de
Ciudadanos y
Vox. Diseñó entonces un ejecutivo muy renovado respecto a las estructuras directivas de las legislaturas de 2019 y de 2021, con un propósito transformador claro: la digitalización de la Administración. Respondía así a una demanda de futuro que ya se estaba convirtiendo en una obligación de presente ante el
avance tecnológico de las sociedades más avanzadas.
Díaz Ayuso podría haberse conformado con que cada consejería hiciera la guerra por su cuenta en esta materia, o con una cartera que compartiera más 'apellidos', como ya había hecho
Cataluña y haría poco después
Extremadura. Sin embargo, sin incrementar el número de consejerías, creó la primera consejería autonómica de España centrada exclusivamente en la
Digitalización. Un propósito, un nombre, un concepto para enviar un mensaje rotundo de línea prioritaria de gobierno: ella es periodista y sabe la importancia de la
Comunicación.
Edificada sobre alguno de los cimientos de la extinta
Consejería de Administración Local, echaba a andar Digitalización con un ingeniero superior de Telecomunicación al mando,
Miguel López-Valverde Argüeso. Su eje fundamental lo ponía claro el boletín regional: "le corresponde la coordinación de las competencias en materia de digitalización de las consejerías de la Comunidad de Madrid". López-Valverde tenía que ser ese jugador que juega y hace que todos jueguen. Un playmaker, que dicen en la NBA. Y uno de los 'compañeros' de equipo era nada más y nada menos que la
Consejería de Sanidad, el departamento más grande en cuanto a presupuesto (10.460 millones de euros, el 37 por ciento del total), con una plantilla de multinacional, una treintena de grandes ciudades hospitalarias, más de 400 centros de
Atención Primaria que llevan la asistencia a cada rincón de la región, y con siete millones de potenciales pacientes. Transformar procesos y la cultura de décadas de una organización semejante requería mano izquierda y habilidad.
"El trabajo en los primeros meses fue arduo. Tanto Digitalización como Sanidad tuvieron que ajustar su manera de relacionarse, y en sus estructuras cesaron varios directivos muy relevantes"
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Díaz Ayuso comprendió que un hermano mayor de estas características necesitaba un trato especial, y se creó la
Dirección General de Salud Digital como ese nexo que uniera las sedes de la
Calle Aduana y la de la
Carrera de San Jerónimo, cercanas, pero en edificios distintos, con lo que ello significa. Se puso al frente a
Nuria Ruiz Hombrebueno, una especialista en
Medicina Familiar y Comunitaria ya bregada en Sistemas de Información y Salud Digital en el propio gobierno regional, y que conocía bastante bien la
Gerencia de Atención Primaria y algunos mecanismos de ese gran brazo ejecutor que ha venido siendo el
Servicio Madrileño de Salud (Sermas).
Y como los detalles siempre cuentan, al Departamento de Prensa en Digitalización se unió todo el bagaje de
Ruth Ruiz Hervás, que había sido durante años dircom de Sanidad en tiempos de
Esperanza Aguirre, y también de la patronal de la Tecnología Sanitaria,
Fenin. Una profesional que conoce muy bien los medios de comunicación sectoriales y a los periodistas especializados de los generalistas.
Puestos los mimbres iniciales, quedaba echar andar. Y el camino lógicamente no iba ser fácil en los comienzos. En Sanidad la nueva consejera, la radióloga
Fátima Matute Teresa, estaba alineada con el plan de la presidenta. Ser especialista en
Imagen Médica sin duda le daba ese plus de consciencia de la necesidad de digitalizar la sanidad madrileña, no solo como una vía hacia la eficiencia. Pero en la Consejería y en el Sermas seguían algunas mentalidades chapadas a la antigua, que en lugar de remar a favor ponían palos en la rueda del recién estrenado vehículo de transformación digital.
El trabajo en los primeros meses fue arduo. Tanto Digitalización como Sanidad tuvieron que ajustar su manera de relacionarse, y en sus estructuras cesaron varios directivos muy relevantes, como los viceconsejeros
Juan José Fernández Ramos (de Sanidad, a los seis meses de echar a andar la legislatura) y
Silvia Roldán Fernández (de Digitalización, al año).
A pesar de todas las dificultades de un proyecto así, poco tiempo después ya se ven los frutos. Muestra de ello son herramientas tecnológicas como
SermasGPT, que ya permite a miles de médicos de Atención Primaria el acceso a la Inteligencia Artificial generativa para mejorar la precisión en el
diagnóstico de enfermedades raras; o nuevas funcionalidades que se van incorporando a las tarjeta sanitaria virtual, que se está consolidando como un nexo habitual entre el paciente y la
asistencia sanitaria pública, como pone en evidencia el hecho de que en 2024 se incrementaron en más de un 420 por ciento el número de gestiones de petición de cita médica realizadas a través de ella en relación al ejercicio anterior.
También se espera que se estrene este mismo año una plataforma sanitaria inteligente con tecnología IoT (
Internet de las cosas), para la monitorización domiciliaria remota de
pacientes crónicos con patologías como diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC),
hipertensión arterial o insuficiencia cardiaca. Y en este 2025 abrirá sus puertas un centro de ciberseguridad sanitaria que funcionará como laboratorio de ideas para reforzar la defensa de los equipos informáticos y los datos personales que se manejan en el sector de la salud.
Queda por andar, desde luego, pero parece que el sistema sanitario madrileño, con las
Consejerías de Sanidad y Digitalización de la mano, va por un camino acertado. El futuro terminará de confirmarlo.
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