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2 oct. 2020 17:54H
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MADRID, 2 (EUROPA PRESS)

Investigadores del Laboratorio Nacional de Aceleradores SLAC del Departamento de Energía, de la Universidad de Stanford y de la Rama Médica de la Universidad de Texas (Estados Unidos) han usado una combinación de calor moderado y alta humedad relativa para desinfectar los materiales de la mascarilla N95 sin obstaculizar su capacidad de filtrar los virus.

Además, aseguran no debería ser demasiado difícil convertir los nuevos resultados en un sistema automatizado que los hospitales puedan utilizar a corto plazo, ya que el proceso es tan simple que podría llevar solo unos meses diseñar y probar un dispositivo.

A medida que la pandemia de COVID-19 se extendió por todo el mundo a principios de este año, la escasez de equipos de protección como las mascarillas N95 dejó a los trabajadores sanitarios sin otra opción que reutilizar las mascarillas que tenían, lo que aumentó el riesgo de infección tanto para ellos como para sus pacientes.

"Esto es realmente un problema, así que si se puede encontrar una manera de reciclar las mascarillas unas cuantas docenas de veces, la escasez disminuye. Puedes imaginarte que cada médico o enfermera tenga su propia colección personal de hasta una docena de mascarillas. La capacidad de descontaminar varias de estas mascarillas mientras están tomando un descanso para el café disminuirá la posibilidad de que las mascarillas contaminadas con los virus COVID expongan a otros pacientes", explica el físico de Stanford Steven Chu, autor principal del nuevo artículo, que se ha publicado en la revista 'ACS Nano'.

Ante la escasez de mascarillas a principios de este año, los investigadores consideraron varias formas de desinfectarlas para su reutilización, incluyendo luz ultravioleta, vapores de peróxido de hidrógeno, autoclaves y desinfectantes químicos. El problema es que muchos de esos métodos degradan la capacidad de filtrado de las mascarillas N95, de modo que como mucho podrían ser reutilizadas unas cuantas veces.

En el nuevo estudio, centraron su atención en una combinación de calor y humedad para intentar descontaminar las mascarillas. El equipo mezcló primero lotes de virus del SARS-CoV-2 en líquidos diseñados para imitar los fluidos que podrían salir de nuestras bocas cuando tosemos, estornudamos, cantamos o simplemente respiramos. Luego rociaron gotas del brebaje en un trozo de tela fundida, un material usado en la mayoría de las mascarillas N95, y dejaron que se secara.

Finalmente, calentaron sus muestras a temperaturas que oscilaban entre 25 y 95 grados centígrados durante 30 minutos con una humedad relativa de hasta el 100 por ciento. Una mayor humedad y calor redujeron sustancialmente la cantidad de virus que el equipo pudo detectar en la mascarilla, aunque tuvieron que tener cuidado de no calentarla demasiado, lo que las pruebas adicionales revelaron que podría disminuir la capacidad del material para filtrar las gotas portadoras de virus. El punto dulce parecía ser de 85 grados centígrados con un 100 por ciento de humedad relativa: el equipo no pudo encontrar ningún rastro de SARS-CoV-2 después de cocinar las mascarillas en esas condiciones.

Los resultados adicionales indican que las mascarillas pueden ser descontaminadas y reutilizadas más de 20 veces y que el proceso funciona con al menos otros dos virus, un coronavirus humano que causa el resfriado común y el virus de la chikungunya.

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