Voces del sector afirman que la “falta de protocolos de actuación” fueron determinantes durante la investigación

Treinta años del caso Alcàsser, un "cambio radical" en la Medicina Forense
Las niñas de Alcàsser: Desirée, Miriam y Toñi.


13 nov. 2022 9:10H
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Si hubo en el pasado un caso que marcara el devenir de la Medicina Forense en España, ese fue el crimen de Alcàsser. Los sucesos que siguieron a esa trágica noche del 13 de noviembre de 1992 en la que tres adolescentes fueron violadas y asesinadas en esta localidad valenciana fueron la antesala de un “cambio radical” en la disciplina, aseguran a Redacción Médica voces autorizadas del sector, que reconocen que la “falta de protocolos de actuación” fueron determinantes en los errores que se cometieron durante la investigación.

“El caso Alcàsser no solo fue muy mediático y controvertido, sino que despertó un gran interés en la opinión pública española por la Medicina Forense”, destaca el presidente de la Comisión Nacional de Medicina Legal y Forense del Ministerio de Sanidad, José Arimany-Manso, quien enfatiza que este crimen “forma parte sin duda de la historia de esta disciplina en España”.

Principalmente, por todo el oscurantismo que rodea un caso que 30 años después continúa plagado de incongruencias: desaparición de pruebas, errores en la reconstrucción de los hechos, cambios en la posición de objetos encontrados en el escenario del crimen… son solo algunos ejemplos de la larga lista de descuidos que se denunciaron durante la investigación y que alimentaron las teorías conspiratorias.

Incongruencias forenses del caso Alcàsser


También la actuación de los forenses fue cuestionada tanto por el ‘ojo’ público como por autoridades del sector. Tras la aparición de los cuerpos de Miriam, Toñi y Desirée el 27 de enero de 1993, seis profesionales de Medicina Legal se encargaron de realizar las primeras necropsias en el Instituto Anatómico Forense de Valencia. Tras ocho horas de estudio (entre las nueve de la mañana y las cinco de la tarde del 28 de enero), los investigadores dieron por concluido el trabajo, cuyos resultados plasmaron en un informe que remitieron tres meses después al juzgado.

En ese equipo de forenses no se encontraba Luis Frontela, el especialista fue convocado por la Guardia Civil la noche del 27 de enero pero que no pudo participar en la investigación ante la imposibilidad de desplazarse de Sevilla a Valencia en un espacio de tiempo tan reducido.


"Los errores no se deben a la inexperiencia ni a la falta de pericia de los forenses", defiende Arimany.



Por requerimiento de las familias de las víctimas, Frontela llevó a cabo una segunda autopsia en la que halló pelos que no se correspondían con los de Miguel Ricart ni Antonio Anglés (los dos principales implicados en el crimen). También consideró, a través de las fotografías y vídeos que se realizaron durante la primera autopsia, que el tamaño de las larvas de los cuerpos no se correspondía con el estado de putrefacción de los mismos.

El propio Frontela acusó a los primeros forenses del caso Alcàsser de “perder” presuntos indicios de los posibles asesinos. Solo uno terminó en prisión, Miguel Ricart, cuya sentencia se redujo de 170 a 21 años por la doctrina Parot (que establece el límite legal de permanencia en la cárcel en 30 años). Por su parte, Anglés continúa desaparecido.

¿Inexperiencia de los forenses?


A juicio de José Arimany, los errores que se achacaron al primer equipo de forenses del caso Alcàsser “no se debe a la inexperiencia ni a la falta de pericia de los intervinientes” sino a un “déficit en el seguimiento de una metodología acorde con los avances científicos y las necesidades de cada uno de los casos planteados”.

“De hecho, la falta de protocolos y guías estandarizadas de actuación ha sido puesta de manifiesto en otro tipo de actuaciones de la Medicina Forense a nivel histórico en España”, indica el presidente de la Comisión Nacional de Medicina Legal, que pone como ejemplo la actuación médico-forense en casos con víctimas múltiples: “En estas situaciones no se disponía de ningún protocolo armonizado y validado hasta la publicación del Real Decreto 32/2009, de 16 de enero, por el que se aprobó el protocolo nacional de actuación médico-forense y de policía científica en sucesos con víctimas múltiples”, explica.

Incide Arimany en que, “ante la falta de protocolos estandarizados de actuación” que arrastraba la disciplina décadas atrás, “cualquier actuación médico-forense era susceptible de llevarse a cabo con errores”. “Más ante un caso de especial dificultad y de características poco frecuentes hasta el momento pudo dificultar el cumplimiento exhaustivo de todas las actuaciones forenses que hubieran sido necesarias”, apunta.

Avances de la Medicina forense moderna


Sobre la trascendencia del caso Alcàsser en la historia de la Medicina Forense, Arimany incide en el “cambio radical” que se produjo a raíz de entonces “a todos los niveles: organizativo, de medios y de conocimientos”.

“Dichos cambios han permitido una armonización de la profesión en España, clarificando multitud de aspectos, desde los meramente administrativos hasta los de estandarización y armonización de distintas guías y protocolos de actuación, inexistentes hace 30 años”, recalca Arimany, quien subraya la importancia de medidas como el impulso del Consejo Médico Forense como órgano consultivo en materia científico técnica, o el Reglamento de los Institutos de Medicina Legal.

“Finalmente, debe decirse que la ciencia médica en general y forense en particular ha sufrido un avance exponencial en las últimas décadas, lo que supone a la práctica un cambio de gran parte de las actuaciones al disponer de una batería de pruebas y metodologías (ADN, toxicología...) que condicionan enormemente el conjunto de la práctica de la profesión. Afortunadamente, este cambio ha ido acompañado de una formación continua de los profesionales promovida desde los propios Institutos de Medicina legal y Ciencias Forenses”, concluye.
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