Las notas del colegio no siempre sacan a la luz el trastorno

Un alto cociente intelectual retrasa la detección del TDAH
Paloma Méndez, neuropsicóloga clínica del Hospital Quirónsalud San José.


16 ene. 2017 14:00H
SE LEE EN 3 minutos
POR REDACCIÓN
La inteligencia del niño con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) no está mermada (de hecho a menudo sucede lo contrario). En consecuencia, el rendimiento académico no siempre delata el problema y, a veces, un niño inteligente, pero que padece el trastorno, no da señales que sirvan de alarma a padres y educadores para llevarlo al médico.

Así lo razona Paloma Méndez, neuropsicóloga clínica del Hospital Quirónsalud San José, quien ha subrayado que a muchos pequeños no se les diagnostica el trastorno precisamente por ese motivo.

“Una vez sospechamos que el niño puede tener TDAH, debemos encaminar los pasos hacia su diagnóstico. La determinación del cuadro debe ser siempre multidisciplinar, siendo el eje central el neuropediatra, en colaboración con el psicólogo y el neuropsicólogo, fundamentalmente”, ha añadido.

En el extremo contrario –puntualiza– “en ocasiones se da un sobrediagnóstico y nos encontramos con pequeños con un problema de conducta o con dificultades cognitivas de otra índole que son etiquetados, de forma inadecuada, de TDAH”.

Para tratar de esclarecer el diagnóstico, Méndez recomienda que el clínico ponga el acento en los síntomas nucleares: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad.  “No obstante, no es necesario que se den conjuntamente los tres síntomas para presentar el cuadro, ya que hay diferentes subtipos: tipo combinado (con los tres síntomas), predominio hiperactivo-impulsivo y predominio del déficit de atención”, explica.


El TDAH condiciona la regulación del sueño, la atención, el funcionamiento ejecutivo, el nivel de actividad y la inhibición de la conducta


El TDAH condiciona la regulación del sueño, la atención, el funcionamiento ejecutivo, el nivel de actividad y la inhibición de la conducta. “En muchas ocasiones, sus síntomas dificultan la relación del niño con el entorno y es frecuente que se asocie a problemas de comportamiento y a dificultades escolares”, continúa.

‘Pistas’ para que los padres detecten el trastorno

Esta neuropsicóloga clínica señala algunas pistas que los padres deben tener en cuenta para orientar la búsqueda de ayuda.

Entre otras, señala las que siguen: “Que en  el colegio refieran que se dan uno o varios síntomas nucleares del cuadro (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad) y que los síntomas aparezcan antes de los seis años de vida y se mantengan al menos seis meses y en todos los contextos (escuela, casa, cuando está con otros familiares, en actividades extraescolares, etc.)”.

Asimismo, resulta necesario “esperar hasta los seis años, pues a nivel madurativo hay diferentes ritmos de desarrollo, lo que puede ocasionar que un niño de cuatro años con aparentes signos de TDAH evolucione normalmente y a los seis no muestre ninguno”.

“La alerta atencional suele ser adecuada, por lo que no debe despistar a los padres que su hijo pueda focalizar bien la atención cuando algo le motiva (por ejemplo, un juego de videoconsola)”, advierte.

“El mejor consejo es que, ante la duda, es menos perjudicial valorar a un niño que no tiene TDAH, que retrasar el diagnóstico precoz al pensar que el pequeño evolucionará normalmente”, recomienda.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.