SAE ha pedido la actualización de los protocolos ante esta lacra, además de mayor formación y seguridad en los centros

TCAE es una víctima habitual de las agresiones en los hospitales y centros de salud
Los casos de violencia dejan secuelas físicas y mentales en las víctimas.


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María López se disponía a volver a su puesto tras salir unos minutos a la calle a tomar el aire. Un respiro necesario en una madrugada de la época en la que los casos de Covid-19 seguían disparados. La técnica de cuidados auxiliares de Enfermería (TCAE), acompañada por una colega, notó algo en el vestíbulo del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid), lugar donde trabajaba. Se trataba de un individuo alto que no portaba mascarilla. López le advirtió que tenía que llevarla. Entonces, este le espetó que "¿a dónde iba?". Casi no tuvo tiempo a responder. El hombre la arrinconó y empezó a golpearla.

Su agresor le propinó un puñetazo y siete patadas. Cuando intentó detenerle, su compañera también fue alcanzada por uno de los impactos en el rostro, que rompió sus gafas. La paliza no se detuvo hasta la intervención de una administrativa y un paciente. Un suceso que tuvo secuelas físicas para López. "Me rompió una muela y, desde entonces, tengo dolor en la espalda", ha revelado a Redacción Médica. También mentales. "Desde entonces tengo miedo a salir por la noche", ha agregado la víctima.

El episodio hizo que estuviese de baja tres meses. Después, López no dudó en denunciar al individuo que la atacó. Sin embargo, cinco años después, todavía no se ha realizado el juicio. "Todo va muy lento. De momento, tan solo se ha fijado una orden de alejamiento de mi agresor", ha explicado la sanitaria. Un proceso legal para el que cuenta con el soporte del Sindicato de Técnicos de Enfermería (SAE).


"Me rompió una muela y, desde entonces, tengo dolor en la espalda", ha recordado López



Lucía -nombre ficticio- no llegó a interponer ninguna denuncia tras el episodio que vivió al principio de su carrera profesional en el servicio de Urgencias del Hospital Universitario Príncipe de Asturias (Alcalá de Henares, Madrid). La sanitaria recibió un fuerte golpe en el costado por parte de un paciente que ingresó en estado de alteración por el consumo de alcohol junto a algún tipo de narcótico. "Padecí una contusión en una costilla", ha relatado a este diario.

El suceso no se tradujo en la baja de la sanitaria. Además, su juventud se interpuso en la decisión de avanzar por la vía judicial. También el poco apoyo recibido por parte del centro sanitario. "Me comentaron que este tipo de episodios son normales en Urgencias, así que no se tomó ninguna medida", ha lamentado. "Seguramente esto mismo no me hubiese pasado ahora", ha añadido. 


Una historia repetida en el SNS


Los relatos de López y Lucía no son los únicos que resuena en los pasillos del Sistema Nacional de Salud (SNS). "Yo conozco el caso de una compañera a la que un paciente en Urgencias le abrió la cabeza con una de las contenciones que se ponen a aquellos que bien alterados por la toma de alguna sustancia", ha recordado la segunda.

Las agresiones a sanitarios se han convertido en habituales en el país, con centenares de casos al año. Las físicas son menos frecuentes, pero las verbales no dejan de aumentar, impulsadas por la crispación existente en hospitales y centros de salud, debido a la sobrecarga de trabajo de sus profesionales. Esta deriva en largas esperas y una asistencia acelerada, lo que provoca que determinados pacientes se comporten de forma impulsiva o, incluso, violenta.

Según el último informe de la Policía Nacional, los agentes tuvieron que intervenir en más de 10.000 ocasiones contra agresiones a trabajadores de sanidad en 2024. En concreto, se notificó un número superior a las 3.000 actuaciones en centros asistenciales y en torno a 7.000 en atención domiciliaria. El cuerpo de seguridad ha señalado que el 70 por ciento de estos ataques son amenazas, las cuales se han incrementado de forma notoria ante las agresiones físicas.


"Si tocan a un médico o enfermera, claman al cielo. Si es a una TCAE, un celador o personal de limpieza no pasa nada", ha denunciado Lucía



La Organización Médica Colegial (OMC) también cuenta con su propio registro. La institución cuenta 847 sucesos relacionados con la violencia a facultativos desde 2010. Más altas son las cifras presentadas por el Consejo General de Enfermería (CGE). Y es que en 2023 -último año del que se tienen datos- este perfil sanitario padeció casi 3.000 agresiones en todo el territorio español. Una situación de la que no se libran el resto de profesiones sanitarias.

Eso sí, Lucía ha opinado que existe un doble rasero para medir las agresiones. Una vara que viene determinada por la profesión del afectado. "Si tocan a un médico o enfermera, claman el cielo. Se activan todos los protocolos para denunciar al agresor. No obstante, si es a una TCAE, un celador o personal de limpieza no pasa nada", ha aseverado. 


Medidas contra la violencia


El ámbito de los TCAE es uno de los que más episodios de este tipo sufre. Al final, los profesionales de este gremio se relacionan de forma constante con pacientes y familiares. Además, son los encargados de mover a las personas ingresadas o de mantener su higiene, lo que hace que entren en contacto físico con estos. La idiosincrasia de este sector facilita que la aparición de conflictos.

SAE ha demandado una mayor protección para los empleados del SNS. En este sentido, la organización sindical ha denunciado la insuficiencia de los protocolos que existen para garantizar la seguridad e integridad de los trabajadores sanitarios. Asimismo, ha puesto el foco en las mujeres, que son las principales víctimas de este tipo de situaciones -el 62 por ciento-, a las que insiste en la necesidad de denunciar cualquier suceso agresivo, independientemente de que sea físico o verbal.


"Ningún trabajador debería acudir a su puesto de trabajo con miedo o inseguridad", ha indicado Torres



Además, el secretario de acción social y formación de SAE, Daniel Torres, ha resaltado la importancia de dotar a los sanitarios con las herramientas necesarias para saber cómo afrontar estos casos. "Más allá de mejorar las medidas de seguridad de los centros asistenciales y socio-sanitarios, exigimos una formación adecuada que les permita identificar y gestionar situaciones de agresión de manera segura y efectiva", ha puntualizado. También ha destacado que la Administración debe implementar procedimientos claros para la prevención y respuesta a agresiones -incluida la documentación necesaria de incidentes y apoyo a las víctimas- y concienciar a la población a través de campañas para frenar esta lacra social.

Lucía ha apuntado a la importancia de registrar a los pacientes o acompañantes que cometan estos actos contra la plantilla de hospitales o centros de salud. "Así, todos podríamos estar preparados para la recepción de esta persona, porque, por norma general, son reincidentes", ha afirmado. Además, aboga por impartir un curso de defensa personal entre los sanitarios, no para dañar a la persona, sino para evitar incidentes de esta clase. A su vez, tanto ella como López han pedido que se incrementen los trabajadores de seguridad en el SNS, especialmente en servicios como Urgencias, donde todavía no se ha realizado un triaje de las personas que ingresan. 

"Ningún trabajador debería acudir a su puesto de trabajo con miedo o con la inseguridad que provoca estar expuesto a una posible agresión", ha afirmado Torres. López ya no está en el Hospital Universitario 12 de Octubre. En la actualidad, trabaja en el Hospital Universitario Clínico San Carlos, también en la capital española. Cambio de centro, pero misma sensación: todavía no se siente cómoda para salir a respirar  a la calle durante los turnos nocturnos. Y es que las heridas que no se ven son las más difíciles de cerrar.
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