La Comunidad de Madrid da un giro radical en la asistencia de la enfermedad

La Unidad de ictus del Ramón y Cajal atiende 6.500 casos en 10 años
Agustín Utrilla, director médico del Ramón y Cajal; Juan José Equiza, director gerente; y Jaime Masjuán, jefe del Servicio de Neurología.


30 sept. 2016 12:40H
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POR @JAVIERBARBADO
La Unidad de Ictus del Hospital Ramón y Cajal de Madrid ha atendido a 6.500 pacientes desde su apertura el 2 de octubre de 2006, y, lo que reviste más importancia todavía, ha tratado la mayor parte de los casos en tiempos de respuesta a la emergencia menores de dos horas desde que el paciente expresa los síntomas hasta que se le ingresa, y de no más de 40 minutos desde la admisión hasta que se diagnostica su causa y naturaleza.

Los datos, que ha revelado a Redacción Médica el jefe del Servicio de Neurología del hospital, Jaime Masjuán, reflejan el éxito del ‘Código Ictus’ en la Comunidad de Madrid, que dispone de otras ocho unidades especializadas en su tratamiento.

“En el caso del Ramón y Cajal, nos coordinamos con La Paz y La Princesa en un turno de guardia cada tres semanas en el que al que le toca queda a cargo de la mitad de los madrileños, es decir, de unos tres millones de habitantes”, ha matizado.

Por otra parte, de la totalidad de episodios atendidos en el centro, un 70 por ciento se corresponde con infarto cerebral (trombo que ocluye la circulación) y un diez por ciento son ictus transitorios que incluso han quedado huérfanos de síntomas a la llegada del paciente al hospital “pero de los que hay que hacerse cargo para diagnosticar, en el menor tiempo posible, la causa que lo provocó para así evitar su repetición”, puntualiza.

“Asimismo, registramos otro diez por ciento de casos que obedecen a hemorragias cerebrales y, como peculiaridad de nuestra Unidad, un diez por ciento adicional lo cubre la admisión de enfermedades neurológicas agudas como ataques epilépticos, encefalitis o meningitis, pues están indicados para ellas los cuidados de Enfermería y el seguimiento monitorizado que se practica en la Unidad”, detalla.

Equipo de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario Ramón y Cajal.


De 20 trombolisis intravenosas al mes a 130

La evolución de esta última en su década de vida ha resultado espectacular en todos los aspectos, por ejemplo en el ritmo con que se ha sometido a los nuevos pacientes a trombolisis intravenosa o trombectomía mecánica. “Hemos pasado de practicar entre 15 y 20 trombolisis intravenosas al mes los primeros años, a un promedio de 120 a 130 mensuales, y, por otro lado, unas 50 trombectomías al año”, ha señalado.

En realidad, el progreso de la Unidad ha ido parejo al ‘Código Ictus’ y la estrategia específica de atención de este problema de la comunidad autónoma. “En 2004 apenas existían cuatro unidades; ahora son nueve y los enfermos llegan antes y en mejores condiciones gracias a la coordinación de los servicios de emergencia, Samur y Summa, y el neurólogo de guardia que espera, avisado, en el hospital”, revela.

“Ahora nos queda perfilar mejor qué tipo de pacientes se adapta a cada uno de los tratamientos y buscar terapias que aceleren la recuperación y adaptación cerebral futura de aquéllos que, pese a la terapia, se quedan con lesiones cerebrales como secuela; y, por supuesto, insistir en la prevención”, añade para advertir, acto seguido, de la “auténtica epidemia” de enfermos jóvenes que acuden a la Unidad, como quedó revelado en un proyecto realizado junto con la Fundación Alberto Contador del que informó en su momento Redacción Médica.

“Esta misma semana hemos atendido a un paciente de solo 29 años y a otro más de 40; y, la pasada, a otro joven de apenas 18 año”, enumera para alertar del “tremendo” estrago que causa el fenómeno antes asociado casi de forma exclusiva a personas de edad avanzada. “Ese pico de incidencia en jóvenes del ictus se ha dado en todo el mundo en los últimos diez años y pensamos que se relaciona, en un 60 por ciento de las ocasiones, con hábitos de vida como la dieta, el consumo de alcohol o tabaco e incluso el estrés”, instruye; el porcentaje restante obedecería a malformaciones congénitas como fue el caso del ciclista Contador.
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