El socialista presidió España 14 años, tiempo en el que dio la responsabilidad de Sanidad a cuatro hombres y una mujer

Felipe González y sus ministros de Sanidad: Lluch, García Vargas, Griñán...
El ministro de Sanidad García Vargas saluda a Felipe González (Miguel Povedano).


10 dic. 2022 14:00H
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España salía de los complicados años de la Transición, con el golpe de Estado de 1981 aún muy vivo en la memoria, cuando el PSOE de Felipe González consiguió en las urnas, aquel octubre de 1982, una abrumadora mayoría absoluta de 202 diputados, que le confiaban la difícil tarea de transformar el país en un digno candidato a coger el tren en marcha europeo.

En este tiempo, actualizar la prestación sanitaria era una de las tareas fundamentales y urgentes, porque hasta la fecha los gobiernos de Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo (ambos de UCD) habían teorizado más que hecho.

González tenía entonces 40 años, el bagaje de su licenciatura en Derecho y haber sido secretario general socialista desde 1974, aún en el exilio. El reto era mayúsculo.

Ernest Lluch, que el pensamiento se haga realidad 


El economista Ernest Lluch Martín (1937), catedrático de Historia del Pensamiento Económico, fue el primer ministro de la etapa presidencial de González. Tuvo en su poder la cartera durante toda la primera legislatura socialista (desde diciembre de 1982, hasta julio de 1986), una estabilidad que no habían conocido ningún ministro del ramo tras la muerte del dictador Francisco Franco.

Modernizó el sistema sanitario español tomando como base el impulso de su pensamiento socialdemócrata y el que supuso la Constitución de 1978: así nació la Ley General de Sanidad. El 11 de junio de 1985, Lluch intervenía en el pleno del Congreso de los Diputados para presentar el proyecto, recordando la "antigüedad de nuestro actual marco legislativo en materia sanitaria, al regirse por una Ley que data de 1944", que era necesario acomodar a la realidad actual.

La nueva norma procuró respetar la opinión de los sectores más directamente afectados, como Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, colegios profesionales o sociedades científicas, y buscó agrupar las distintas redes sanitarias públicas, eliminando burocracia y optimizando los recursos. 

Se regulaba así la financiación pública, universal y gratuita de los servicios sanitarios. También los derechos y deberes definidos para los ciudadanos y para los poderes públicos. Se ponían los cimientos para la descentralización política de la sanidad en las Comunidades Autónomas, y la integración de las diferentes estructuras y servicios públicos al servicio del Sistema Nacional de Salud. También abordaba el texto el desarrollo de la reforma de la atención psiquiátrica en España, entre otros planteamientos más. Una obra titánica que hoy en día sigue vigente y recibiendo loas, aunque en sus orígenes el ministro tuvo que lidiar con un aluvión de críticas de la mayor parte de los sectores profesionales y políticos.

Otro punto candente de su gestión fue la Ley del Aborto, que encontró oposición frontal en diversas capas de la sociedad de la época.

Tras salir del Gobierno, se reincorporó a la cátedra de Historia de Doctrinas Económicas en la Universidad Central de Barcelona, y en 1989 fue nombrado rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), de Santander.

Desgraciadamente, la trayectoria profesional y vital de Ernest Lluch más allá de su paso por el Consejo de Ministros como responsable de Sanidad fue truncada por la banda terrorista ETA el 21 de noviembre de 2000. Fue sobre todo un pensador, que lo mismo difundía sus reflexiones en libros, tribunas, ensayos, que en medios de comunicación de masas como tertuliano de radio y televisión.  

Sus asesinos, lejos de lograr acallar su voz, amplificaron su mensaje y su nombre de manera exponencial. Calles, centros sanitarios, bibliotecas y museos recuerdan a cada instante su figura y su legado, como lo hace el salón principal del Ministerio de Sanidad.

Julián García Vargas, renovación sanitaria con aires militares


El también economista Julián García Vargas (1945), como su predecesor, estuvo un mandato completo liderando la cartera sanitaria nacional; de julio de 1986 a marzo de 1991, un periodo en el que la sede del Paseo del Prado siguió emanando aires de renovación. Lo más significativo de esta etapa fue el cambio conceptual de que la sanidad se reflejase directamente en los Presupuestos Generales del Estado, dejando de ser un epígrafe en las cotizaciones de la Seguridad Social.

El otro hito, que también perdura como gran éxito hasta nuestro días, es la puesta en marcha de la Organización Nacional de Trasplantes. La marca ONT es posiblemente la de mayor éxito sanitario internacional de nuestro país.

García Vargas quiso además introducir criterios de gestión privada en el Insalud, convirtiéndolo en una empresa pública, pero no le dio tiempo a hacer realidad la 'desburocratización' que pretendía, y a la que también se etiquetó de 'privatización' en su momento. Chocó contra el muro de un colectivo médico que no quería riesgos.

De Sanidad saltó a Defensa sin solución de continuidad en 1991. Protagonizó la reforma del servicio militar, llegando a proponer que a los insumisos se les vetara el acceso a los empleos públicos. También vivió en esta cartera los duros momentos provocados por la banda terrorista ETA contra objetivos del Ejército.

Aunque su relación con el sector sanitario ha sido constante en estos 30 años, su carrera profesional ha estado más ligada a Defensa. En junio de 2009 fue elegido presidente de Tedae, el punto de encuentro asociativo de las empresas españolas de defensa, aeronáutica, espacio y seguridad, una patronal en la que él mismo estuvo en su fundación, y que lideró hasta 2013. Además ha sido presidente de Asedemide (Asociación de Empresas Contratistas con las Administraciones Públicas); de la Asociación Atlántica Española; consejero ejecutivo de Excem; y consejero de Bearing Point; Avanzit, Software AG y Typsa

En noviembre de 2020 la Fundación Feindef le nombró presidente, por lo que está al frente de la organización de eventos como la Feria Internacional de Seguridad y Defensa, una cita que en 2022 ha reunido en el recinto ferial de Madrid Ifema a 400 expositores de 20 países y más de 100 delegaciones internacionales.

En sanidad García Vargas ha intentado prolongar su aportación al sector sanitario realizando labores de consultoría en compañía de otros gestores experimentados, como el exconseller catalán Xavier Pomés e Ignacio Riesgo

Julián García Valverde, la brevedad de un escándalo 


González eligió de nuevo a un economista (el tercero consecutivo) para la responsabilidad de Sanidad. Julián García Valverde (1946) estuvo poco en el cargo, solo 10 meses, por culpa de una polémica previa que saltó a los medios meses después de tomar posesión. Es el tercer ministro más breve de la Democracia en España. Solo le 'superan' Alberto Oliart (6 meses) y Jesús Sancho Rof (9 meses), ambos bajo el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo (UCD), allá por el comienzo de la década de los 80.

García Valverde había llegado a Sanidad en 1991, tras una nueva victoria de Felipe González en las urnas, la tercera de las cuatro que obtuvo. Venía de ser director de Renfe, y esta etapa previa fue la que le sentenció como ministro, ya que en octubre de ese mismo año saltaba un escándalo a la opinión pública por presuntas irregularidades en la compra de terrenos por los que debía pasar la Alta Velocidad Española, el popularizado AVE. Ese tren, valga la fácil metáfora, se llevó por delante su carrera política, pues en enero de 1992 el PSOE forzaba su dimisión. No fue hasta 2006 cuando fue absuelto por la Audiencia Provincial de Madrid

Como ministro de Sanidad se le puede juzgar más por lo que no hizo, que por lo que llevó a cabo. Fue quien le puso la puntilla parlamentaria al famoso 'Informe Abril', que contenía medidas impopulares como el ticket moderador para sanidad y el copago farmacéutico en algunos medicamentos para pensionistas. Dejó a medio abrir un debate sobre la reforma jurídica del sistema sanitario y cómo encajar las bondades de la gestión pública y privada. En su equipo ministerial, además de la futura ministra Ángeles Amador, estaba otro histórico del sector sanitario y farmacéutico, Juan José Francisco Polledo.

Tras salir del Ejecutivo de forma abrupta encontró acomodo como consultor económico y comercial en la Embajada española en Londres, cargo que ocupó durante cinco años.

Lleva años al frente de Consultrans, una multinacional española que realiza proyectos de ingeniería, arquitectura, consultoría estratégica y tecnologías de la información para el sector del transporte, tanto de pasajeros como de mercancías. También lidera Imathia, una constructora especializada en obra civil que complementa desde 2004 a Consultrans. Ambas participan en trabajos tan conocidos como el tren de alta velocidad entre La Meca y Medina, en Arabia Saudí, por citar algún ejemplo.

Griñán, el consejero que fue ministro, el ministro que fue presidente


José Antonio Griñán Martínez (1946) fue el primero que dio el salto de ser consejero de Salud a ministro de ese mismo ramo. Tras él, en diferentes gobiernos, vendrían otros como José Manuel Romay Beccaría (con José María Aznar) o Carmen Montón (de la mano de Pedro Sánchez).

Abogado, inspector de trabajo, y sobre todo político. Pero su carrera, casualidades de la vida, comenzó gestionando la Sanidad. Su paso por la cartera ministerial fue fugaz, apenas un año, pues la remodelación que hizo González en 1993 (tras ganar las elecciones generales a Aznar) le trasladó al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Allí estuvo hasta que el PP venció al PSOE en 1996. 

Su trayectoria posterior ha sido tan pública como el proceso judicial que le tiene pendiente de ingresar en prisión o del indulto. Volvió a la Junta de Andalucía para ser consejero (de Economía y Hacienda esta vez) y luego vicepresidente de Manuel Chaves, y al fin, en 2009, presidente.

Recientemente, el Tribunal Supremo condenaba a Chaves y a Griñán por el llamado ‘caso ERE’, un sistema de concesión de ayudas sociolaborales autonómicas que entre 2000 y 2009 habría evitado “todo control administrativo”, creando una bolsa de dinero público opaco “al margen de toda legalidad”. Queda por saber pues una parte muy relevante de su biografía.

Ángeles Amador, la primera ministra tras la Constitución


La abogada Ángeles Amador Millán (1949) cerró el ciclo de ministros socialistas de Sanidad de González, y fue la primera mujer que tuvo esta responsabilidad tras la restauración de la Democracia, casi 60 años después de la pionera, Federica Montseny.

Llegó al cargo con la experiencia acumulada de haber sido subsecretaria de Sanidad bajo las órdenes de José Antonio Griñán. En cambio, en una España todavía muy machista, esto levantó recelo respecto a su capacidad política.

Con ella al mando se dio continuidad a asuntos como el de las normas que desarrollaban la aplicación de la Ley de Reproducción Asistida. También un decreto de prestaciones que pretendía garantizar la equidad en la asistencia en toda España. Trató de dar los primeros pasos en la libre elección, que más tarde el Partido Popular adaptó a su ideario.

A sus espaldas se echó la última gran huelga médica en España, cuando los médicos hospitalarios del Insalud se movilizaron a escala nacional para aumentar su capacidad adquisitiva, y que no estuviera ligada a la productividad, a la exclusividad, ni a las jornadas de tarde. Su pulso con la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) desgastó su imagen y la cada vez más tocada del Ejecutivo de Felipe González.

Al salir los socialistas del Gobierno, fue la portavoz del PSOE en materia de Sanidad hasta 2000, haciendo las labores de oposición a las políticas sanitarias del primer Ejecutivo de Aznar. En 2000 concurrió a las Elecciones Generales como 'número dos' por Madrid, en la lista que encabezaba el candidato Joaquín Almunia.

A pesar de la sonora derrota del PSOE (el PP logró su única mayoría absoluta hasta la fecha), Amador fue elegida diputada, aunque solo dos años después anunciaría su renuncia al acta (alegando motivos personales) y dejaría la política para dedicarse a su profesión de abogada.

En 2005 fue nombrada consejera de Red Eléctrica (REE), propietaria de la red de alta tensión, cuyo mayor accionista es el Estado a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi). En este cargo permaneció casi 12 años, el máximo que marca la ley para ese puesto.

En 2011 volvió a la política de forma tangencial, siendo una de las 100 asesoras y asesores que rodearon al candidato socialista Tomás Gómez para intentar vencer en la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre, que lograría su tercera mayoría absoluta consecutiva. Desde entonces son pocas las apariciones públicas de Amador, que sigue centrada en la Abogacía.

Se la pudo ver en 2018 en la presentación del archivo de Felipe González, acompañando al expresidente, que se rodeó de varios integrantes de sus diferentes gabinetes. En este 2022 la exministra fue titular de la Comisión Electoral que velaba por el buen transcurso de las elecciones en el Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid.
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