Carmen Hoyos, vocal del Cgcom.
La
jubilación anticipada de médicos es un tema que está suscitando gran debate entre los profesionales a raíz de su potencial inclusión en el nuevo
Estatuto Marco propuesto por el
Ministerio de Sanidad que dirige
Mónica García. En una profesión en muchas ocasiones de
"alto riesgo" por su naturaleza expuesta, jornadas maratonianas con largas guardias nocturnas y gran exigencia física, la posibilidad de elegir un retiro anticipado se ha convertido en una
lucha prioritaria para los colegios médicos.
La médica jubilada y vocal del
Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (
Cgcom),
Carmen Hoyos, ofrece en esta entrevista con
Redacción Médica, su visión personal sobre esta cuestión que, como es el caso, no necesariamente contradice el proyecto de
jubilaciones voluntarias hasta los 72 años que también está sobre la mesa con el nuevo Estatuto, si no que son medidas complementarias basadas en la libertad individual de elección de los profesionales.
Jubilación anticipada y voluntaria
La cuestión de la
jubilación anticipada preocupa a Hoyos, quien se muestra favorable a esta opción. “No puedo estar más de acuerdo con ella. Nuestro trabajo conlleva muchísima responsabilidad, muchos años de entrega y una gran carga profesional. Como ocurre en otros sectores laborales que implican mucha exigencia, nuestra profesión debería tener
facilidades para acceder a un descanso o semidescanso a una edad no demasiado avanzada”, defiende.
Desde su posición en el Cgcom, Hoyos mantiene contacto habitual con compañeros que, a pesar de haber alcanzado la edad legal de jubilación, se sienten en condiciones de seguir aportando al sistema. Aclara que, aunque es partidaria de facilitar la jubilación anticipada por las condiciones exigentes del ejercicio médico, también defiende que
quienes deseen continuar más allá de la edad habitual puedan hacerlo. “Hoy en día cuidamos más nuestra salud, y muchos sienten que aún pueden contribuir, quizá no en el mismo campo en el que han trabajado siempre, pero sí en otros. Es una pena que, después de tantos años de experiencia, no se nos dé ninguna opción para seguir desarrollándola”, lamenta.
Preguntada por la posibilidad de una
jubilación voluntaria más allá de los 70 años, recuerda que actualmente ese es el tope permitido, pero que se habla ya de ampliar hasta los 72. En todo caso, cree que la clave está en la
libertad de elección: “Dependerá más de la opción individual de cada profesional. Hay médicos de familia que trabajan en entornos con mucha sobrecarga y estrés, y otros que no. No creo que se pueda hacer una consideración generalizada”.
La diversidad de situaciones es, según Hoyos, un elemento clave a la hora de diseñar políticas de retiro. “No es lo mismo una UCI en un hospital comarcal con poca plantilla que un gran hospital”, señala. Por eso, considera que las medidas deberían adaptarse de
forma flexible a la realidad de cada profesional.
La sobrecarga asistencial
Por otro lado está la cuestión de las
guardias médicas. Estas se suceden durante años como parte inseparable del ejercicio profesional, pero a la hora de la jubilación, ese esfuerzo no siempre se reconoce. La exclusión de estas horas del cómputo para la pensión ha generado
malestar entre los facultativos, en un contexto ya marcado por la
sobrecarga asistencial y la falta de r
elevo generacional.
Hoyos lamenta que el nuevo Estatuto Marco no contemple el impacto de las
guardias médicas en la jubilación. “El
trabajo extraordinario no se valora como tal. No se reconoce su carácter obligatorio ni su esfuerzo añadido”, denuncia Hoyos, en referencia a la exclusión de las guardias del cómputo para la jubilación. “Esperábamos que esto se corrigiera en el borrador del
Estatuto Marco, pero
ha sido decepcionante”, añade.
Hoyos considera que esta omisión agrava una situación ya marcada por la sobrecarga asistencial. “La
falta de profesionales y de cobertura de plazas es evidente”, afirma. En este contexto, lamenta que no se contemple el reconocimiento específico a quienes han prolongado su ejercicio profesional mediante
guardias. “Me parecen
absolutamente lamentables las medidas del Estatuto Marco. En un entorno profesional ya de por sí sobrecargado, donde se trabaja en condiciones muy duras, se esperaba que el nuevo Estatuto tuviera en cuenta esas situaciones. Y no ha sido así”, lamenta.
La vocal señala que esta exclusión ha generado un fuerte malestar entre los profesionales. “Ha
encrespado los ánimos y ha motivado la convocatoria inmediata de
huelga. Y la habrá si no se soluciona”, asegura.
Desde su experiencia, recuerda que muchos médicos llegan a la edad de jubilación con
décadas de servicio en condiciones exigentes. “Yo trabajé durante 25 años en medicina penitenciaria. Nunca hubo ningún alivio por parte de la Administración: hice guardias hasta el día de mi
jubilación. No tuvimos defensa sindical y ni siquiera se nos liberó de guardias. No había personal, y sigue siendo así”, relata.
Reducción progresiva de la jornada
En cuanto a la posibilidad de
reducir progresivamente la jornada laboral, Hoyos ofrece también una propuesta personal: “Creo que entre los 50 y los 55 años sería una edad adecuada para empezar a reducir jornada. Siempre de forma voluntaria, claro. Estos temas deben individualizarse mucho, pero hay que dar la opción para que el profesional pueda decidir”.
El problema del relevo generacional es otro de los puntos críticos que identifica. “No tengo datos concretos, pero sí la percepción clara de que hay un déficit de profesionales. Coincide, además, con el relevo del ‘baby boom’. El
número de jubilaciones es altísimo y las plazas no se están cubriendo”, alerta.
También cuestiona la utilidad práctica de los
planes de pensiones entre el colectivo médico. “Casi todos los profesionales tienen un plan de pensiones, pero cuando llega la hora de rescatarlo,
la mitad se lo lleva Hacienda. No soluciona la diferencia de ingresos que implica pasar a cobrar una pensión. Es algo también muy lamentable”, asegura.
Ante este panorama, Hoyos considera necesario un cambio profundo en el marco legal que regula la profesión. “Lo primero sería
crear un estatuto propio para los médicos y médicas, en el que realmente se estudien las características concretas de nuestro ejercicio profesional”, propone.
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