Con motivo del
Día Mundial contra el Dolor, que se celebra cada 17 de octubre, la
Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) renueva su compromiso con
uno de los principios más profundos de la medicina: calmar el sufrimiento humano.
Este año, bajo el lema “
aliviar el dolor en todas las personas: equidad para las poblaciones vulnerables en países de altos ingresos”, la jornada pone el foco en este sector que vive en países de altos ingresos. La exclusión social no se limita a la pobreza, va más allá: incluye también situaciones de debilidad, precariedad o fragilidad en los vínculos sociales, determinadas por la edad, el género, el estado civil, la nacionalidad o el origen étnico.
Personas migrantes, especialmente quienes se encuentran en situación irregular o pertenecen a comunidades culturalmente diversas; personas mayores, con discapacidad, sin hogar, mujeres y miembros de la comunidad LGBTQ+ son
colectivos que, con frecuencia, sufren en silencio el peso de la desigualdad.
Muchas de estas personas se desplazaron desde países con menos recursos en busca de oportunidades, huyendo de la pobreza, la falta de acceso a una atención sanitaria digna o situaciones de conflicto. Sin embargo, a menudo
se enfrentan al aislamiento social, a una atención sanitaria insuficiente y a peores resultados en salud.
Las
barreras idiomáticas y culturales dificultan la comunicación clínica, limitan el acceso a los servicios y, en demasiadas ocasiones, las excluyen de la investigación, poniendo en cuestión la equidad y la validez de la evidencia científica que orienta nuestras decisiones.
A pesar de la gravedad de esta realidad,
los esfuerzos para abordarla siguen siendo insuficientes. Garantizar el derecho al alivio del dolor exige reconocer y corregir las desigualdades estructurales que impiden a muchas personas recibir una atención adecuada, compasiva y culturalmente competente.
17 de octubre. Día Mundial contra el Dolor
Los
médicos de Familia, por nuestra cercanía, nuestra visión integral y nuestra vocación de equidad, desempeñamos un papel esencial en este desafío. Atender el dolor —físico, emocional y social— de quienes más sufren requiere tiempo, formación, sensibilidad cultural y sistemas que reconozcan y respalden esa labor.
El dolor no tiene fronteras, pero la inequidad sí. Por eso, en este Día Mundial contra el Dolor, hacemos un
llamamiento a todos los niveles del sistema sanitario para que nadie quede excluido del derecho a ser escuchado, comprendido y aliviado. Aliviar el dolor en todas las personas es una cuestión de justicia y humanidad. Cumplir ese deber es, sin duda, el verdadero signo de una medicina humana, inclusiva y universal.
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