120 profesionales analizan cómo atazanavir ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de los pacientes hasta llegar a atazanavir-cobicistat



18 feb. 2016 17:31H
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Redacción. Madrid
Atazanavir es el principio activo del último medicamento contra el sida fabricado por Bristol-Myers Squibb, laboratorio que ha ofrecido soluciones terapéuticas frente a la enfermedad en los últimos 25 años y ha celebrado, en este contexto, un foro que analiza la evolución del tratamiento.

Porque, en efecto, han transcurrido 35 años desde que se produjeron los primeros diagnósticos del sida, y después de 25 años de lucha al lado del paciente, Bristol-Myers Squibb ha reunido a los principales expertos en VIH de España en el encuentro ‘Evoluzión: Nuevos horizontes en el VIH’.

Roberto Urbez, director general de BMS en España.

En esta cita, a la que acudieron más de 120 profesionales sanitarios, se comentó el papel que ha desempeñado BMS en cambiar la historia de la enfermedad, contribuyendo no sólo con el desarrollo de fármacos, sino con el apoyo a la educación médica y la investigación independiente, iniciada por los propios investigadores.

Se analizó cómo atazanavir ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de los pacientes hasta llegar a atazanavir-cobicistat, la última novedad en el tratamiento del VIH que BMS ha puesto a disposición de los pacientes.

“BMS ha tenido un papel decisivo en la Historia del VIH a muchos niveles”, comenta el Dr. Santiago Moreno, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, explicando que: “En los orígenes del tratamiento, BMS aportó fármacos que sirvieron para que los pacientes que fracasaban al único medicamento del que disponíamos, zidovudina (AZT), pudieran incrementar su supervivencia lo suficiente para llegar a los tratamientos definitivos más tarde”, hablando del papel que desempeñaron en su momento didanosina y estavudina.

“Bristol-Myers Squibb ha estado involucrada en el avance del tratamiento del VIH desde el principio y hasta la actualidad, con una presencia constante y mantenida, y no solo eso, también ha caminado al lado de Gesida y ha promovido iniciativas formativas y de concienciación como el programa SHE, para dar apoyo a las mujeres con VIH, y la Academia VIH, uno de los mayores proyectos de formación continuada en este campo para los especialistas”, ha enfatizaod Moreno.

En lo referente al tratamiento, en esta reunión se hizo un repaso de cómo la investigación de BMS ha contribuido a cambiar el curso de la enfermedad. En ese sentido, se puso de manifiesto que además de contribuciones previas de BMS que han sido el estándar del tratamiento antirretroviral como efavirenz y efavirenz-emtricitabina-tenofovir-disoproxil, los inhibidores de la proteasa (IP) han sido piedra angular en la terapia antirretroviral. Durante años existieron inconvenientes asociados al uso de IP que atazanavir  vino a solucionar.

Regímenes simples y bien tolerados

“Todos los inhibidores de la proteasa había que administrarlos varias veces al día y producían alteraciones en los lípidos de la sangre, por lo que la llegada de atazanavir-ritonavir, el primer IP que se administraba una sola vez al día y presentaba un perfil lipídico que lo hacía atractivo para no aumentar el riesgo cardiovascular, resultó otro cambio en los esquemas y se convirtió en el estándar de tratamiento”, ha explicado Moreno. Asimismo, atazanavir era el primer IP que permitía hablar de regímenes simples y bien tolerados.

La segunda jornada de la reunión estuvo dedicada a analizar la evolución de atazanavir, en primer lugar  potenciado con ritonavir en triple terapia como, de forma más reciente, en biterapia con lamivudina (3TC) en pacientes con supresión virológica.  Además, se destacó otra estrategia que contribuye a la individualización del tratamiento, ya que atazanavir es el único IP que se puede administrar sin potenciador farmacológico (ritonavir o cobicistat).

Por último, el último avance que BMS ha puesto a disposición de los pacientes, atazanavir-cobiscistat, aporta simplificación y personaliza el tratamiento, ya que incluye un nuevo potenciador, cobicistat, que permite su coformulación en un único comprimido una vez al día.

“La principal ventaja de atazanavir es la facilidad de administración, ya que los pacientes solo tienen que tomar una pastilla en lugar de dos. En segundo lugar, cobicistat podría mejorar  la tolerancia al tratamiento y presenta un perfil de interacciones potencialmente más favorable”, ha asegurado, por su parte, Antonio Rivero, presidente de Gesida y coordinador de ‘Evoluzión’.

Entre los pacientes candidatos a recibir atazanavir-cobicistat, Rivero ha considerado que este fármaco constituye “un buen punto de referencia para iniciar el tratamiento, y también para los pacientes que reciben en la actualidad atazanavir con ritonavir, que pueden cambiar a la nueva pauta”.

En ese sentido, atazanavir es el único inhibidor de la proteasa potenciado con cobicistat, que ha demostrado en un ensayo clínico, aleatorizado, doble ciego ser no inferior a su combinación con ritonavir1.

Resultados del ensayo en fase III

Así, la aprobación de este fármaco se basó en los resultados del ensayo clínico fase III aleatorizado, doble ciego (n=692) que evalúa la seguridad y eficacia de atazanavir  300 mg con cobicistat 150 mg  (n=344) frente a atazanavir  300 mg con ritonavir 100 mg (n=348), otro potenciador farmacocinético, en combinación con emtricitabina/tenofovir disoproxil fumarato en pacientes adultos que no habían recibido tratamiento antirretroviral previo.

A las 48 semanas, el 85 por ciento de los pacientes del brazo de atazanavir con cobicistat lograron el éxito virológico (niveles de ARN del VIH-1 menor a 50 copias por ml) comparado con el 87 por ciento de los pacientes en el brazo de atazanavir con ritonavir. También se observaron tasas bajas de fracaso virológico (ARN del VIH-1 ≥ 50 copias/ml): seis por ciento en el grupo de atazanavir con cobicistat; cuatro por ciento en el grupo de atazanavir con ritonavir, a las 48 semanas1.

Los datos a largo plazo en la semana 144 también confirmaron estos resultados, con tasas de éxito virológico y tasas de fracaso del 72 por ciento y del 8 por ciento, respectivamente, en el brazo de atazanavir con cobicistat, y del 74 por ciento y 5 por ciento, respectivamente, en el brazo de atazanavir con ritonavir.

 “Es un escenario excelente. Es una magnífica noticia que atazanavir haya seguido evolucionando después de tantos años, y ahora con una nueva potenciación y en un solo comprimido”, ha concluido Rivero.
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