En este proyecto han intervenido 101 oncólogos, farmacéuticos y economistas de la salud



4 dic. 2015 17:13H
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Redacción. Madrid
La llegada de la inmunoterapia a la lucha contra el cáncer establece nuevas necesidades en la evaluación de los tratamientos oncológicos. Por ello, para consensuar las mejores pautas para la aplicación de la inmuno-oncología, Bristol-Myers Squibb (BMS) ha puesto en marcha el Proyecto Espacio, una iniciativa en la que han participado 101 expertos de las tres principales especialidades implicadas en el uso de fármacos inmuno-oncológicos: oncólogos, farmacéuticos de hospital y economistas de la salud.

Roberto Urbez, director de BMS en España.

El estudio, que se ha presentado en los congresos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y de la Sociedad Internacional de Farmacoeconomía e Investigación de Resultados (Ispor), está basado en un cuestionario adaptado a la Metodología Delphi, y ha obtenido tres puntos principales de consenso.

El primero, con un 98,5 por ciento de acuerdo entre todos los expertos, hace alusión al beneficio clínico más relevante para un paciente con tumor en estadio metastásico, que es el incremento de la supervivencia de forma estadísticamente significativa y con buena calidad de vida. El 97,1 por ciento coincide en que, junto con la evaluación de coste-efectividad del fármaco, el análisis del impacto presupuestario de la inclusión de los fármacos en la práctica clínica es un factor clave que los decisores sanitarios deben conocer; y con un 95,6 por ciento de consenso, los expertos de las tres especialidades valoran los beneficios clínicos y sociales (como la pérdida de productividad o la necesidad de cuidadores) como aspectos fundamentales para definir el valor de un medicamento.

Para Dolores Isla, miembro del Comité Científico del Proyecto Espacio representante de SEOM y oncóloga del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, “este proyecto nace de la llegada de fármacos de inmunoterapia, un campo en el que Bristol-Myers Squibb ha sido pionera”, y añade que, “con este cambio de paradigma que supone la Inmuno-Oncología, se plantean nuevos retos y los especialistas debemos reflexionar sobre los aspectos clínicos y farmacoeconómicos que utilizábamos con otros tratamientos oncológicos hasta el momento, que no son siempre aplicables con la nueva estrategia terapéutica”.

Según Emilio Alegre, miembro del Comité Científico del Proyecto Espacio y farmacéutico del Servicio de Farmacia del Hospital Universitario de Puerto Real (Cádiz), “lo más destacable de este proyecto es precisamente que los tres grupos de profesionales estamos de acuerdo en que la valoración principal del beneficio de estos medicamentos debe centrarse en la supervivencia a largo plazo, además con una calidad de vida aceptable”, y hace hincapié en lo más destacado en cuestiones de parámetros económicos.

“Hay un elevado consenso en que sería bueno que la administración sanitaria estableciera un umbral de coste-efectividad, de coste por año de vida ganado ajustado por calidad, para tener una referencia con la que comparar la eficiencia de los tratamientos”.

Cómo valorar el beneficio en supervivencia

Una de las prioridades aún pendientes de consenso, según se desprende del Proyecto Espacio, es determinar el parámetro más adecuado para valorar el beneficio en supervivencia con la inmunoterapia aplicada al cáncer.

Así, como explica Alegre, “en la actualidad se está utilizando un parámetro que es la mediana de supervivencia, pero con este dato, en algunas situaciones se sobrevalora el beneficio, y en otras se infravalora. En el caso de algunos medicamentos inmuno-oncológicos, que consiguen el beneficio a más largo plazo, lo infravalora, y por ello se está buscando una forma de ajustarnos a lo que sería una medida más adecuada, una estimación próxima a la media de supervivencia”.

Puesto que aún no se ha difundido una forma validada que se pueda aplicar a todos los casos, constituye un desafío preferente para la investigación en este campo. En este sentido, Julio López Bastida, miembro del Comité Científico del Proyecto Espacio representante de Ispor y profesor de la Facultad de Terapia Ocupacional, Logopedia y Enfermería de Talavera de la Reina (Toledo), afirma que “la falta de acuerdo en considerar el uso de la media en lugar de la mediana de supervivencia global como la variable de eficacia de las terapias IO sugiere la necesidad de seguir investigando en esta área”.

Asimismo, como puntualiza Isla, se debe definir “la necesidad o no de utilización de biomarcadores en esta estrategia de tratamiento innovadora. Ahí también hay un reto, porque cambiaría la proporción de pacientes que van a recibir tratamiento”.
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