El calor puede afectar a la estabilidad, absorción y seguridad de ciertos fármacos. Imagen creada con Inteligencia Artificial.
Aún quedan unos días para su llegada oficial pero, de facto, el verano es ya una realidad en España. Con los termómetros en torno a los 30 grados, la
conservación y el uso adecuado de los medicamentos se convierten en un aspecto clave para garantizar su eficacia y evitar riesgos para la salud, especialmente en la población más frágil.
Tal y como señala la
Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), el calor puede influir negativamente en la
estabilidad, absorción y seguridad de determinados fármacos, con una afectación más acentuada entre los colectivos más vulnerables: niños pequeños, personas mayores, pacientes crónicos polimedicados o personas dependientes.
Durante las olas de calor,
algunos medicamentos pueden agravar cuadros clínicos como el síndrome de agotamiento-deshidratación o incluso un
golpe de calor. Esto se debe a que ciertas sustancias pueden alterar la hidratación y el equilibrio electrolítico, interferir con la función renal o modificar el perfil farmacocinético del medicamento. Otros compuestos, además, pueden afectar la termorregulación del organismo, impidiendo su correcta adaptación a las altas temperaturas.
Cuidado de los medicamentos en verano
La Aemps establece una serie de recomendaciones dirigidas a la ciudadanía, especialmente a quienes están bajo
tratamiento farmacológico continuado. Estas indicaciones permiten prevenir riesgos asociados a una mala conservación o a la automedicación inadecuada durante los meses estivales:
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Leer siempre el prospecto, donde se especifican las condiciones de conservación del medicamento.
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Prestar atención al etiquetado: Algunos fármacos deben mantenerse entre +2 °C y +8 °C (siempre en nevera), mientras que otros solo requieren estar por debajo de 25 °C o 30 °C.
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No preocuparse por picos de más de 40 °C, ya que suelen ser esporádicos y no afectan la integridad del medicamento si está bien almacenado.
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Evitar automedicarse, especialmente en el caso de personas mayores o polimedicadas.
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Consultar al médico o farmacéutico ante cualquier duda sobre el estado o la conveniencia de seguir con un tratamiento en días de calor extremo.
Profesionales sanitarios, fármacos y calor
Los sanitarios juegan un papel clave en la prevención de los
efectos adversos que puede provocar el calor sobre la medicación. A ellos, el organismo dirigido por
María Jesús Lamas les insta a realizar un análisis detallado de los tratamientos y adoptar medidas de precaución en función del perfil clínico del paciente:
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Revisar el listado completo de medicamentos que consume el paciente, identificando aquellos que pueden interferir con la adaptación al calor.
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Reevaluar la necesidad de cada tratamiento y suprimir aquellos fármacos que resulten innecesarios o potencialmente peligrosos.
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Evitar la prescripción de AINEs, sobre todo si existe riesgo de deshidratación por su nefrotoxicidad.
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No recurrir al paracetamol en casos de fiebre por insolación, ya que es ineficaz y puede agravar enfermedades hepáticas preexistentes.
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Notificar posibles reacciones adversas a través del sistema de farmacovigilancia, especialmente en medicamentos nuevos o de uso reciente.
La Aemps recuerda que el calor extremo no solo afecta al confort térmico, sino que puede tener un impacto significativo en la salud si no se siguen las pautas adecuadas en el manejo de medicamentos. Una correcta información a pacientes y profesionales, sumada a una vigilancia activa, es clave para prevenir complicaciones evitables durante el verano.
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