El marco normativo impulsa modelos mixtos y mayor coordinación con las farmacias para reforzar la seguridad asistencial

El modelo farmacéutico residencial se reinventa entre eficiencia y control
Farmacia comunitaria.


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Cada vez más residencias de mayores en España se plantean cómo gestionar de forma más eficiente los tratamientos de sus residentes. Justificado por normas autonómicas que impulsan cambios que podrían transformar por completo su día a día; desde abrir su propia farmacia hasta reforzar los acuerdos con las boticas del barrio que les suministran.

Un modelo de colaboración con farmacias externas que resulta ser el más habitual en el sector, ya que permite que el farmacéutico comunitario sea quien esté al cargo de las prescripciones, la detección de interacciones y la trazabilidad del medicamento, entre otros.

Redacción Médica ha consultado a fuentes farmacéuticas que destacan que el principal desafío es mantener esa coordinación, incluso cuando no hay farmacia interna. De hecho, una de las residencias consultadas indica que ya ha solicitado la autorización del depósito de medicamentos, puesto que tiene menos de 100 camas de residentes dependientes.

"Trabajamos con una farmacia externa y, por ahora, no estamos planteándonos una farmacia propia: nuestro sistema actual cubre nuestras necesidades", afirman desde el centro.

Normativas autonómicas en práctica: Extremadura y Cantabria


En Extremadura, un anteproyecto de decreto regula que los centros sociosanitarios de 100 o más camas deberán contar con una farmacia propia, salvo que se suscriba un convenio con la administración que permita eximir dicha obligación.

En el caso de residencias más pequeñas (menos de 100 camas), este reglamento exige disponer de un depósito de medicamentos vinculado a una oficina de farmacia local o a un servicio de farmacia hospitalaria.

Por su parte, Cantabria ha optado por centralizar la atención farmacéutica de las residencias. El Servicio Cántabro de Salud gestiona los tratamientos a través de un depósito vinculado al Colegio Oficial de Farmacéuticos, lo que permite a muchos centros recibir semanalmente los medicamentos preparados para cada residente. Esta estrategia busca mejorar la adherencia al tratamiento, la seguridad y la trazabilidad, ofreciendo un modelo alternativo al de farmacia interna. 

Son ejemplos de cómo algunas CCAA están llevando a cabo la transición hacia un modelo más controlado y cercano del medicamento en el entorno residencial.

Modelos mixtos y retos de implementación


El caso es que implantar una farmacia interna conlleva una serie de logística, infraestructura y personal complementario. Por ello, muchas residencias medianas optan por un modelo mixto mediante un depósito de medicamentos gestionado por un farmacéutico vinculado a una farmacia local o hospitalaria. Este sistema permite cumplir con la normativa sin asumir los costes de una farmacia completa, según opiniones del ámbito farmacéutico.

Otra de las residencias consultadas señala que la digitalización es otro factor clave. Y es que cada vez más centros incorporan sistemas de prescripción electrónica y registros informatizados (MAR), conectados con la farmacia de referencia. Unas herramientas que facilitan el seguimiento del tratamiento y aumentan la seguridad del paciente.

La formación del personal de enfermería y auxiliar en manejo farmacoterapéutico y protocolos de seguridad también se ha convertido en un eje central sobre el que muchos centros han reforzado la capacitación de sus profesionales para mejorar su administración.


Hacia un modelo residencial farmacéutico


El sistema de suministro de medicamentos en residencias está en plena transformación. No obstante, aunque la posibilidad de farmacia interna cobra fuerza en algunas regiones (como Extremadura), la opción prioritaria sigue siendo la colaboración con farmacias externas y la regulación de depósitos de medicamentos. O en Cantabria, donde se ofrece un ejemplo intermedio con su centralización, combinando eficiencia y seguridad.

El éxito del modelo dependerá en gran medida de poder equilibrar seguridad, eficiencia y viabilidad económica, en un entorno social cada vez más envejecido. Por ahora, la coordinación entre farmacéuticos, médicos y personal de enfermería sigue siendo la base para garantizar un uso racional y seguro del medicamento en las residencias de mayores.
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